El 18F pone en apuros a presidenta argentina en la recta final de su mandato
Buenos Aires, EFE
La multitudinaria marcha que este 18 de febrero convocó a 400.000 argentinos para reclamar en silencio y bajo un aguacero el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman constituye un verdadero llamado de atención para la presidenta Cristina Fernández en la recta final de su segundo mandato.
La movilización del 18F, una de las mayores de la última década en Buenos Aires, ofrece a políticos, analistas y a ciudadanos de a pie una lectura que va mucho más allá del simple reclamo de justicia por una muerte plagada de dudas.
Y es que la marcha, convocada por fiscales que tienen entre manos causas en las que se investigan a funcionarios del Gobierno, sacude el avispero cuando faltan apenas meses para que se inicie la carrera electoral que en octubre definirá el sucesor de Cristina Fernández.
El Gobierno condenó la movilización por su supuesto sesgo opositor, mientras los organizadores aseguraron que solo se trató de un "homenaje" en silencio al fiscal que investigaba el atentado de 1994 contra la mutualista judía AMIA y que cuatro días antes de ser hallado muerto denuncio a Fernández por supuesto encubrimiento a los iraníes acusados del ataque.
Pero en los hechos, la multitud que se manifestó en las calles no silenció su disconformidad con el Gobierno por su manejo en el caso Nisman y por cantidad de otras cuestiones.
"La marcha demostró que hay ciertos límites que ningún Gobierno puede atravesar: los que tienen que ver con la percepción de la injusticia, los que tienen que ver con el encubrimiento de delitos... Y logró algo que no sé si algún partido político en Argentina pueda lograr: reunir semejante cantidad de gente espontáneamente", dijo a Efe el analista Orlando D'adamo.
Para D'adamo, director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, la marcha fue "claramente" de oposición "a las políticas del Gobierno", pero sin ser "partidista" pues se respetó la consigna de no manifestar banderías políticas, pese a que varios dirigentes de oposición estuvieron presentes entre la muchedumbre.
Según el experto, la actitud del Gobierno de criticar la marcha y de la propia Fernández de referirse en forma "indirecta e irónica" a la manifestación no hizo otra cosa que alentar una mayor participación.
"Al haber tomado una postura tan opositora y haber atacado tanto a los organizadores y a los concurrentes, logró que mucha gente que tiene una mala percepción de su gestión de Gobierno asistiera", sostuvo.
Juan Germano, director de la consultora Isonomia, coincide en que el Gobierno ha quedado en una "situación incómoda" por haber "atacado" la convocatoria, advirtiendo que habría "pancartas agresivas y un clima hostil frente al Gobierno".
"Pero más bien fue una marcha sentida de una ciudadanía que se encuentra muy movilizada por lo que ocurrió y demanda respuestas que la Justicia todavía no pudo darle", dijo Germano a Efe.
El experto no cree que haya cambios en el Gobierno tras la masiva manifestación de este miércoles, pero apunta que el 18F "es un llamado de atención en un año electoral, lo cual también le pone otro condimento a la situación y habrá que ver hasta donde esta sensación de buena parte de la ciudadanía se cristaliza".
"Hoy en día hay una situación de mucho descontento, de mucho pesar por lo ocurrido, de incertidumbre, y cuando eso empiece a bajar y a cristalizarse en otras sensaciones ya será momento de votar, por lo tanto habrá que ver dónde termina esta parte de la ciudadanía que se encuentra muy desencantada", sostuvo el analista.
Según un reciente sondeo de la consultora González y Valladares, un 54 % de los argentinos apunta a Cristina Fernández y su entorno como quienes en el arco político tuvieron el "peor desempeño" ante el caso Nisman.
Le sigue Daniel Scioli (31,2 %), el principal candidato del oficialismo para las presidenciales, mientras que para los encuestados los políticos con "mejor desempeño" ante la crisis por la muerte de Nisman han sido los candidatos de oposición Sergio Massa y Mauricio Macri.
Los efectos electorales del resonante y enigmático caso Nisman ya se hacen ver, pero no está dicha la última palabra.
La multitudinaria marcha que este 18 de febrero convocó a 400.000 argentinos para reclamar en silencio y bajo un aguacero el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman constituye un verdadero llamado de atención para la presidenta Cristina Fernández en la recta final de su segundo mandato.
La movilización del 18F, una de las mayores de la última década en Buenos Aires, ofrece a políticos, analistas y a ciudadanos de a pie una lectura que va mucho más allá del simple reclamo de justicia por una muerte plagada de dudas.
Y es que la marcha, convocada por fiscales que tienen entre manos causas en las que se investigan a funcionarios del Gobierno, sacude el avispero cuando faltan apenas meses para que se inicie la carrera electoral que en octubre definirá el sucesor de Cristina Fernández.
El Gobierno condenó la movilización por su supuesto sesgo opositor, mientras los organizadores aseguraron que solo se trató de un "homenaje" en silencio al fiscal que investigaba el atentado de 1994 contra la mutualista judía AMIA y que cuatro días antes de ser hallado muerto denuncio a Fernández por supuesto encubrimiento a los iraníes acusados del ataque.
Pero en los hechos, la multitud que se manifestó en las calles no silenció su disconformidad con el Gobierno por su manejo en el caso Nisman y por cantidad de otras cuestiones.
"La marcha demostró que hay ciertos límites que ningún Gobierno puede atravesar: los que tienen que ver con la percepción de la injusticia, los que tienen que ver con el encubrimiento de delitos... Y logró algo que no sé si algún partido político en Argentina pueda lograr: reunir semejante cantidad de gente espontáneamente", dijo a Efe el analista Orlando D'adamo.
Para D'adamo, director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, la marcha fue "claramente" de oposición "a las políticas del Gobierno", pero sin ser "partidista" pues se respetó la consigna de no manifestar banderías políticas, pese a que varios dirigentes de oposición estuvieron presentes entre la muchedumbre.
Según el experto, la actitud del Gobierno de criticar la marcha y de la propia Fernández de referirse en forma "indirecta e irónica" a la manifestación no hizo otra cosa que alentar una mayor participación.
"Al haber tomado una postura tan opositora y haber atacado tanto a los organizadores y a los concurrentes, logró que mucha gente que tiene una mala percepción de su gestión de Gobierno asistiera", sostuvo.
Juan Germano, director de la consultora Isonomia, coincide en que el Gobierno ha quedado en una "situación incómoda" por haber "atacado" la convocatoria, advirtiendo que habría "pancartas agresivas y un clima hostil frente al Gobierno".
"Pero más bien fue una marcha sentida de una ciudadanía que se encuentra muy movilizada por lo que ocurrió y demanda respuestas que la Justicia todavía no pudo darle", dijo Germano a Efe.
El experto no cree que haya cambios en el Gobierno tras la masiva manifestación de este miércoles, pero apunta que el 18F "es un llamado de atención en un año electoral, lo cual también le pone otro condimento a la situación y habrá que ver hasta donde esta sensación de buena parte de la ciudadanía se cristaliza".
"Hoy en día hay una situación de mucho descontento, de mucho pesar por lo ocurrido, de incertidumbre, y cuando eso empiece a bajar y a cristalizarse en otras sensaciones ya será momento de votar, por lo tanto habrá que ver dónde termina esta parte de la ciudadanía que se encuentra muy desencantada", sostuvo el analista.
Según un reciente sondeo de la consultora González y Valladares, un 54 % de los argentinos apunta a Cristina Fernández y su entorno como quienes en el arco político tuvieron el "peor desempeño" ante el caso Nisman.
Le sigue Daniel Scioli (31,2 %), el principal candidato del oficialismo para las presidenciales, mientras que para los encuestados los políticos con "mejor desempeño" ante la crisis por la muerte de Nisman han sido los candidatos de oposición Sergio Massa y Mauricio Macri.
Los efectos electorales del resonante y enigmático caso Nisman ya se hacen ver, pero no está dicha la última palabra.