Así eran los dos rehenes japoneses ejecutados por el Estado Islámico

AFP
El Estado Islámico continúa con su imparable carrera de sangre y muerte. Pese a los últimos reveses en el campo militar –los kurdos han terminado venciendo en Kobane, una ciudad fronteriza siria tras meses de intensos combates-, la decapitación de rehenes extranjeros no cesa y dos ciudadanos japoneses, Kenji Goto y Haruna Yukawa, han sido las dos últimas víctimas.


Pero si bien compartían nacionalidad y el final para ellos ha sido el mismo, pocas cosas más tenían en común. Quizás solo una profunda y extraña amistad que fraguaron en Alepo en abril de 2014 cuando el segundo fue capturado por el Ejército Sirio de Liberación y el primero actuó como intérprete para lograr su liberación.

Sin embargo, mientras que Goto era un reconocídisimo periodista con muchos años de experiencia, Yukawa simplemente era un hombre que había tenido graves problemas psicológicos que le habían llevado a intentar suicidarse sin éxito. Había ido a Siria con el objetivo de encontrarse a sí mismo y empezar de cero. Cuentan los que le conocen que en los últimos meses, antes de ser capturado por Estado Islámico, era por fin feliz.

Su vida de infortunios empezó hace una década cuando perdió su negocio y su casa y estuvo viviendo durante un mes en un parque de Tokio. Con graves problemas mentales, creyó que era una princesa manchú travestida que había actuado como espía en la II Guerra Mundial y en 2008 intentó suicidarse cortándose los genitales.

La rápida actuación de su esposa, que le llevó al hospital, evitó la tragedia. Pero solo dos años después, la mujer murió de un cáncer de pulmón y las fantasías de Yukawa se dispararon por completo.

Tras un breve coqueteo con la extrema derecha japonesa, decidió que quería especializarse en trabajo en zona de conflicto, por lo que no lo dudó y viajó a Siria, donde esperaba convertirse en un contratista militar. Pero su falta de conocimiento del terreno le llevó a ser capturado por el Ejército Sirio de Liberación que tras la mediación de Goto permitió su marcha.

Una bandera japonesa ondea a media asta (Reuters)Una bandera japonesa ondea a media asta (Reuters)Juntos viajaron a Irak en junio, donde se consolidó su buena relación, pero en agosto sus caminos se separaron. Yukawa quería volver a Siria y no hizo caso de los consejos del veterano periodista que sabía perfectamente que era muy arriesgado.

Fue capturado y pocos meses después, en octubre de 2014, el reportero siguió los pasos de su amigo. Las versiones sobre por qué viajó al país son contradictorias; algunas fuentes dicen que pretendía informar desde áreas controladas por Estado Islámico, otras que fue en busca de Yukawa.

Lo que sí se sabe con certeza es que también fue capturado y tras unos meses angustiosos, en los que los terroristas negociaron con el Gobierno japonés, finalmente ambos han sido ejecutados.

Goto tenía una larga carrera a sus espaldas y estaba acostumbrado a moverse bien en terrenos de conflicto. Había trabajado previamente en Afganistán o Chechenia, realizaba reportajes para el canal japonés NHK y tenía varios libros escritos sobre el impacto del VIH en África.

Antes de viajar a Siria por última vez, ya avisó del peligro de su misión y se responsabilizaba a sí mismo si le pasaba cualquier cosa. Anunciaba que iba a ir a Raqqa, uno de los lugares en los que Estado Islámico está más implantado.

Desgraciadamente los peores presagios se convirtieron en realidad y Goto fue capturado y ejecutado poco después que Yukawa. El IS se cobra dos nuevas víctimas inocentes en un país que sufre su cuarto año de guerra con nulas expectativas de que el final del conflicto esté cerca

Entradas populares