Valencia y Espanyol lo dejan todo para el partido de vuelta
Valencia, As
Cuando uno está de dulce, el fútbol te mira con mejores ojos. De primeras sucede que acuden casi 39.000 personas un miércoles post excesos navideños a las diez de la noche. Después, hasta por las lagunas que uno tiene recibe menos castigo. Pero el Valencia las tuvo anoche. No fue ni de lejos el equipo bronco y copero del día del Real Madrid. De hecho, hasta la fecha, no compite igual en Liga que en Copa. Y el Espanyol, como casi hizo el Rayo, puede aprovecharse de ello. De momento los de Sergio González se llevan a Cornellá un gol de Stuani que pese a la victoria ché deja abierta la eliminatoria.
En Mestalla se calibraban dos resacas diametralmente opuestas. La de la euforia del Valencia y la de las dudas del Espanyol. De salida imperó la inercia positiva de los blanquinegros. Esa que hace que hasta un rechace se transforme en asistencia y más si el balón cae en los pies de un Gayà que muestra un desparpajo en cada encuentro que quién iba a imaginar que hace un año competía en Segunda B. Su gol fue sin duda lo mejor de la primera mitad. Esa acción y la parada de Yoel a Álvarez, en la ocasión más clara visitante.
Pero, a los Otamendi, Orban, Parejo y, sobre todo, Negredo, aquellos que actuaron del festín del pasado domingo, las piernas se le notaron pesadas. Solo Gayà parecía entero y De Paul y Carles Gil aparecían de manera intermitente. Y así, Espanyol, sin esa presión asfixiante que caracteriza al equipo de Nuno, fue poco a poco encontrándose con la pelota. Cañas y Abraham buscaban combinaciones con Álvarez y Lucas, aunque en verdad a los de Sergio González les faltaba profundidad. Y regularidad en sus arreones.
El Espanyol, aún estando mejor asentado en el césped, dejaba su suerte a la inspiración de Sergio García y Stuani. Y éstos la tuvieron. A la vez además. Uno asistió y otro regateó y definió a la perfección. Hacía justicia ese gol de Stuani a los méritos blanquiazules, un tanto que caía en Mestalla como un jarro de agua fría por el valor que puede tener.
La reacción ché llegó con un gol bien anulado a Parejo por fuera de juego y con los cambios de Nuno. Vuelta al 3-5-2 con la entrada de Alcácer y Barragán. Y cuando parecía que a Cornellá se marcharían con empate, apareció Alcácer por el área para forzar el penalti que transformó Negredo. Ligera ventaja ché, pero ventaja al fin y al cabo.
Cuando uno está de dulce, el fútbol te mira con mejores ojos. De primeras sucede que acuden casi 39.000 personas un miércoles post excesos navideños a las diez de la noche. Después, hasta por las lagunas que uno tiene recibe menos castigo. Pero el Valencia las tuvo anoche. No fue ni de lejos el equipo bronco y copero del día del Real Madrid. De hecho, hasta la fecha, no compite igual en Liga que en Copa. Y el Espanyol, como casi hizo el Rayo, puede aprovecharse de ello. De momento los de Sergio González se llevan a Cornellá un gol de Stuani que pese a la victoria ché deja abierta la eliminatoria.
En Mestalla se calibraban dos resacas diametralmente opuestas. La de la euforia del Valencia y la de las dudas del Espanyol. De salida imperó la inercia positiva de los blanquinegros. Esa que hace que hasta un rechace se transforme en asistencia y más si el balón cae en los pies de un Gayà que muestra un desparpajo en cada encuentro que quién iba a imaginar que hace un año competía en Segunda B. Su gol fue sin duda lo mejor de la primera mitad. Esa acción y la parada de Yoel a Álvarez, en la ocasión más clara visitante.
Pero, a los Otamendi, Orban, Parejo y, sobre todo, Negredo, aquellos que actuaron del festín del pasado domingo, las piernas se le notaron pesadas. Solo Gayà parecía entero y De Paul y Carles Gil aparecían de manera intermitente. Y así, Espanyol, sin esa presión asfixiante que caracteriza al equipo de Nuno, fue poco a poco encontrándose con la pelota. Cañas y Abraham buscaban combinaciones con Álvarez y Lucas, aunque en verdad a los de Sergio González les faltaba profundidad. Y regularidad en sus arreones.
El Espanyol, aún estando mejor asentado en el césped, dejaba su suerte a la inspiración de Sergio García y Stuani. Y éstos la tuvieron. A la vez además. Uno asistió y otro regateó y definió a la perfección. Hacía justicia ese gol de Stuani a los méritos blanquiazules, un tanto que caía en Mestalla como un jarro de agua fría por el valor que puede tener.
La reacción ché llegó con un gol bien anulado a Parejo por fuera de juego y con los cambios de Nuno. Vuelta al 3-5-2 con la entrada de Alcácer y Barragán. Y cuando parecía que a Cornellá se marcharían con empate, apareció Alcácer por el área para forzar el penalti que transformó Negredo. Ligera ventaja ché, pero ventaja al fin y al cabo.