Un chico de 16 años abre una casa de empeños de zapatos
Nueva York, AP
Un chico de 16 años al que le encantan las zapatillas está aprovechando ese calzado para algo un poco diferente: una casa de empeños que toma zapatillas de deporte de gama alta como depósito.
Chase Reed y su padre, Troy Reed, abrieron Sneaker Pawn, en la avenida Lenox de Harlem, para aprovechar el multimillonario negocio de calzado deportivo y los altos precios a los que pueden revenderse estos productos.
La idea empezó en casa, cuando Chase pedía dinero prestado a su padre después de que Reed se hubiera gastado unos cientos de dólares en zapatillas para su hijo. De modo que Reed se quedaba con un par de zapatillas hasta que recuperase su dinero.
“Mi hijo dijo ‘Papá, es como que me estás haciendo empeñar mis tenis”’, comentó Reed en una entrevista reciente en la tienda. “Cuando dijo eso, se me encendió la bombilla”.
Entonces le dijo a su hijo: “No tienes dinero, pero tienes todas esas zapatillas. Imagina cuántos chicos tienen todas estas zapatillas y probablemente necesitan dinero”.
Los dos decidieron renovar el espacio en Harlem, donde habían vivido antes de mudarse a otro lugar, y convertirlo en una tienda. Y para pagarlo todo, Chase vendió su propia colección, con lo que reunió unos 30.000 dólares.
“MI padre me dijo que tienes que sacrificar algunas cosas”, dijo Chase.
Las zapatillas de baloncesto pueden venderse y revenderse por cientos de dólares, dependiendo del modelo, lo grande que fuera el lote fabricado y la dificultad que tenga hallar un par en buen estado. Sneaker Pawn tiene modelos que valen más de 1.000 dólares.
La tienda, que abrió hace unos seis meses, ofrece varias opciones. La gente que sólo quiere deshacerse de las zapatillas —en especial los modelos de baloncesto— puede vendérselos directamente a los Reed, o llegar a un acuerdo para dejar en depósito las zapatillas por un 20 por ciento del precio final de venta. Los que quieren empeñarlas tienen dos meses para cambiarlas por la cantidad que les prestaron, además de una cuota por almacenaje. Las zapatillas empeñadas se almacenan y no se exponen, hasta que el propietario las recupera o renuncia a ellas.
Como aficionado a este producto, Chase tiene la última palabra sobre si comprar un par concreto, y a qué precios se venden las zapatillas. También personaliza calzado con sus ilustraciones. Como sigue en el instituto, su padre gestiona la tienda entre semana.
Chaise Mack, de 14 años y que vive en Harlem, pagó un par de cientos de dólares por un par de zapatillas Air Jordan que salieron a la venta en 2012 y en internet cuestan al menos el doble de lo que pagó él.
La tienda, dijo, “es increíble. En realidad no puedes encontrar zapatillas como estas en el centro. La mayoría de las zapatillas que hay aquí no están en las tiendas”.
Ha sido una experiencia instructiva para Chase, que ha tenido que dejar a un lado rehacer su propia colección.
“Por desgracia hay muchas tallas 14 que pasan por la tienda”, comentó. “Las zapatillas más bonitas de la Tierra pasan por la tienda, y lo primero que hago es venderlas”.
El joven se lo toma con filosofía. “No puedo dejar que mi subidón de zapatillas me impida hacer dinero, siendo un hombre de negocios”, dijo.
Un chico de 16 años al que le encantan las zapatillas está aprovechando ese calzado para algo un poco diferente: una casa de empeños que toma zapatillas de deporte de gama alta como depósito.
Chase Reed y su padre, Troy Reed, abrieron Sneaker Pawn, en la avenida Lenox de Harlem, para aprovechar el multimillonario negocio de calzado deportivo y los altos precios a los que pueden revenderse estos productos.
La idea empezó en casa, cuando Chase pedía dinero prestado a su padre después de que Reed se hubiera gastado unos cientos de dólares en zapatillas para su hijo. De modo que Reed se quedaba con un par de zapatillas hasta que recuperase su dinero.
“Mi hijo dijo ‘Papá, es como que me estás haciendo empeñar mis tenis”’, comentó Reed en una entrevista reciente en la tienda. “Cuando dijo eso, se me encendió la bombilla”.
Entonces le dijo a su hijo: “No tienes dinero, pero tienes todas esas zapatillas. Imagina cuántos chicos tienen todas estas zapatillas y probablemente necesitan dinero”.
Los dos decidieron renovar el espacio en Harlem, donde habían vivido antes de mudarse a otro lugar, y convertirlo en una tienda. Y para pagarlo todo, Chase vendió su propia colección, con lo que reunió unos 30.000 dólares.
“MI padre me dijo que tienes que sacrificar algunas cosas”, dijo Chase.
Las zapatillas de baloncesto pueden venderse y revenderse por cientos de dólares, dependiendo del modelo, lo grande que fuera el lote fabricado y la dificultad que tenga hallar un par en buen estado. Sneaker Pawn tiene modelos que valen más de 1.000 dólares.
La tienda, que abrió hace unos seis meses, ofrece varias opciones. La gente que sólo quiere deshacerse de las zapatillas —en especial los modelos de baloncesto— puede vendérselos directamente a los Reed, o llegar a un acuerdo para dejar en depósito las zapatillas por un 20 por ciento del precio final de venta. Los que quieren empeñarlas tienen dos meses para cambiarlas por la cantidad que les prestaron, además de una cuota por almacenaje. Las zapatillas empeñadas se almacenan y no se exponen, hasta que el propietario las recupera o renuncia a ellas.
Como aficionado a este producto, Chase tiene la última palabra sobre si comprar un par concreto, y a qué precios se venden las zapatillas. También personaliza calzado con sus ilustraciones. Como sigue en el instituto, su padre gestiona la tienda entre semana.
Chaise Mack, de 14 años y que vive en Harlem, pagó un par de cientos de dólares por un par de zapatillas Air Jordan que salieron a la venta en 2012 y en internet cuestan al menos el doble de lo que pagó él.
La tienda, dijo, “es increíble. En realidad no puedes encontrar zapatillas como estas en el centro. La mayoría de las zapatillas que hay aquí no están en las tiendas”.
Ha sido una experiencia instructiva para Chase, que ha tenido que dejar a un lado rehacer su propia colección.
“Por desgracia hay muchas tallas 14 que pasan por la tienda”, comentó. “Las zapatillas más bonitas de la Tierra pasan por la tienda, y lo primero que hago es venderlas”.
El joven se lo toma con filosofía. “No puedo dejar que mi subidón de zapatillas me impida hacer dinero, siendo un hombre de negocios”, dijo.