Racing goleó a un Boca violento


Sebastián Varela del Río
Mar del Plata, Clarín
Jerarquía. Etimológicamente es el criterio que permite establecer un orden superior entre personas, instituciones y conceptos. Anoche, uno supo darle buen uso y aplicarla a la perfección; el otro, desconcertado, jamás pudo interpretarla.


Para Boca, jerarquía es cuando ante la mejor dupla de delanteros del fútbol argentino intentó -jamás pudo, en realidad- neutralizarla con un marcador central improvisado (Federico Bravo, más acostumbrado a moverse en la zona media de los volantes) y otro que ni por presencia (Claudio Pérez) puede levantar su magro rendimiento. Jerarquía también es perder los estribos e ingenuamente dejar al equipo en inferioridad numérica y expuesto ante una superioridad conceptual del oponente. Además, jerarquía (su ausencia) es que todo eso lo padezca en la primera presentación de la temporada y con el mejor equipo disponible.

Para Racing, la interpretación y su aplicación fueron más simples: jerarquía es que sus jugadores más representativos pidan jugar el partido para seguir en racha y darle continuidad a ese estado de gracia vivido en diciembre que lo llevó raudamente a obtener el título.

La libreta de apuntes refresca que lo mejor de Boca estuvo en los primeros 15 minutos. Fue en ese tramo que el equipo se ajustó al concepto de la presión alta que estimula su entrenador. Con ese fundamento -presionar y potenciar la segunda jugada- llegó rápidamente a la apertura cuando el reloj apenas marcaba 35 segundos. Lateral de Marín, no puede controlar la pelota Cabral, quiere tocarla Meli de atropellada y define Calleri punteándola abajo al palo derecho.

Es justo mencionar que en ese cuarto de hora interesante también se notaba que el enemigo de Boca estaba adentro. Dos jugadas con Bou y Milito como protagonistas encontraron mal parados a los dos centrales. En la primera, la pelota rozó el travesaño. La otra tuvo como epílogo el anticipo de Orion.

Dos llamadas de atención que no fueron bien atendidas. Pelotazo largo, Milito -magistralmente- se desatendió de la jugada (dejó pasar el balón pero arrastró la marca) y Bou, rápido y bien ubicado, se filtró entre una defensa permeable.

Falencias recurrentes y una estructura de Boca que se caía a pedazos. Perdió el control, también el manejo de la pelota y en contraposición, Centurión creció sobre la banda derecha abriendo un callejón enorme. Impecable Centurión al pisar la pelota en la puerta del área (desparramó a Marín), abrió juego a Bou y Milito, libre de marca, sólo tuvo que empujarla a la red.


Otro lujito de Centurión, como paso previo a la respuesta irresponsable de Erbes. Torpe manotazo en la cara y expulsión para el volante de Boca. Poco después, la descalificadora infracción de Marín, de lo peor que se puede hacer en una cancha de fútbol. A espaldas de Centurión, le aplicó un planchazo en el gemelo. Milagrosamente, no fue fractura sólo porque el jugador de Racing (se retiró con un traumatismo en el sóleo de la pierna izquierda con escoriaciones provocadas por el impacto de los tapones) no estaba bien afirmado.

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