Naufragio a la asturiana

Tiró medio tiempo dejando a Messi y Neymar en el banquillo y devuelve el favor al Madrid. El Barça perdió ante una gran Real con un autogol de Jordi Alba al inicio del partido.



San Sebastián, As
El Barcelona no sólo dejó escapar de una manera lamentable la posibilidad de aprovechar el tropiezo del Madrid en Valencia perdiendo en Anoeta, es que lo hizo jugando tan rematadamente mal como sólo un equipo absolutamente desnortado, sin ningún plan ni idea alguna puede hacer. El resultado en Anoeta fue nefasto, pero muchísimo peor fue la imagen que ofrecieron los de Luis Enrique, que ayer jugó con fuego y se quemó hasta el cielo del paladar.


Tradicionalmente, Anoeta siempre ha sido una plaza complicada para el equipo blaugrana, cuya última victoria en feudo donostiarra se remontaba al año 2007. Para tratar de romper esa mala racha y de paso demostrar una autoridad que cada día está más cuestionada, el técnico asturiano presentó una alineación revolucionaria en la que se quedaban en el banquillo Neymar, Messi, Alves, Piqué y Rakitic. No consiguió ni una cosa ni otra, fue un desastre en toda regla.

De entrada, la Real Sociedad vio como al minuto y medio, después de botar su segundo saque de esquina consecutivo se adelantaba por un autogol de Alba que culminó una jugada en la que los jugadores del Barcelona demostraron que seguían en la verbena de Fin de Año.

El tanto sorprendió a los dos equipos por igual. El Barcelona no supo como reaccionar, mientras que la Real se echó para atrás y se mostraba incapaz de dar tres pases seguidos. La pelota era del Barcelona, que la jugaba en el campo realista, pero de nuevo no tenía ni idea de que hacer con ella. Jugaba el Barça con una lentitud tan exasperante que el equipo local supo capear la primera mitad a base de acumular hombres. Incluso Canales en una contra dejó retratado a Montoya, que ayer en un giro más de esquizofrenia del técnico empezó como titular y acabó como defensa central. Increíble, pero cierto.

Lo mejor del Barça en la primera parte fue cuando Messi salió a calentar en el minuto 40. Fue el rayo de esperanza al que debían de agarrarse los culés y la sombra de amenaza que temían los txuri-urdin. Empezó la segunda parte el Barcelona con Messi en el campo y su presencia pareció intimidar a los locales, que se echaron un paso atrás. Fue un espejismo. La Real, que en la primera parte apenas jugó a nada tras el gol de Alba en su portería, fue mejor equipo que el Barcelona en la segunda. Tras unos momentos de incertidumbre, se aferró a Prieto y a Canales y dio un paso al frente.

En el Barcelona, el páramo. El desgobierno más absoluto por parte de un banquillo al que ya no le quedan más pócimas que mezclar. El panorama se ensombrecía cada vez más y Luis Enrique se veía obligado a echar mano de la artillería que tenía en el banquillo. Once minutos más tarde de la salida de Messi, ingresó Neymar en el terreno de juego y luego lo hizo Alves. Nada cambió. Suárez tuvo un par de ocasiones que falló lamentablemente, pero más allá de eso, el juego del Barcelona seguía siendo decepcionante. Poner como excusa las ocasiones falladas por el uruguayo o el penalti que pudo perfectamente señalar el colegiado en la primera parte por una mano de Iñigo Martínez sería engañarse. Por lo menos, tanto, como lo que lleva el pueblo culé engañado con un proyecto que cinco meses y medio después sigue siendo un cúmulo de buenas intenciones.

Y en esta ocasión, Luis Enrique, con su planteamiento ante la Real, ha añadido su nombre la lista de los nombres que están en el disparadero. Él fue el capitán del enésimo naufragio del Barça en Anoeta.

Entradas populares