Mila Kunis: “Desaparecer no es fácil pero hay formas de hacerlo”
La actriz tiene la oportunidad de brillar en 'El destino de Júpiter', la última película de los hermanos Wachowski, aunque su relación con Ashton Kutcher genera más impacto que su carrera
Rocío Ayuso
Los Ángeles, El País
Cuando quiere, Mila Kunis suena de lo más adorable. Como cuando recientemente le decía a la revista W eso de “Ashton ha visto lo peor de mí. Pasamos la edad del pavo juntos en TV grabando nuestros errores para la posteridad”. Hablaba con humor y cariño de Ashton Kutcher, su prometido y padre de su hija Wyatt Isabelle. Sus declaraciones acompañaban un reportaje posado y pactado de los que venden las estrellas. De los que necesita esta actriz nacida en 1983 en Kiev (Ucrania), que llegó a Estados Unidos a los siete años sin saber una palabra de inglés. Porque, aunque la carrera de esta intérprete de 31 años es bastante prolífica, éxitos, lo que se dice éxitos, tiene pocos. O mejor dicho solo uno, Cisne Negro, donde era el patito guapo que se comía en pantalla a la virginal Natalie Portman. Pero de eso hace cinco años y fue Portman y no Kunis quien se llevó el Oscar por mucho que se hablara entonces de ella. Con la película Ted también hizo dinero pero todo el mérito se lo llevó el oso grosero y malhablado.
Ahora tiene la oportunidad de brillar con luz propia en El destino de Júpiter, el nuevo universo cinematográfico de los hermanos Wachowski. Pero de todo lo que habla la prensa (y hasta su futuro esposo en las redes sociales) es de su reciente maternidad o de su futuro enlace. ¿Es Júpiter el nuevo Matrix? ¿O Mila Kunis el nuevo Keanu Reeves? “No, no soy el nuevo Neo”, contestó la actriz a este periódico hablando de su nuevo trabajo. “Mi personaje es muy diferente, una historia mucho menos compleja y más alegre en la que Júpiter es la elegida para salvar el mundo por su perfecto ADN y Channing Tatum me hace ver las estrellas. Pero una película de los Wachowski es difícil de resumir en dos palabras", añade mientras lo intenta.
En lo del parecido a Reeves, ambos comparten al menos la misma alergia por la prensa. Algo que, en el caso de Kunis, puede llegar a rayar en la grosería.
El destino de Júpiter es la nueva oportunidad que tiene Kunis de demostrar su valía. El nuevo reto como actriz para la joven que se dio a conocer en la serie Aquellos maravillosos setenta, en la que dice haber grabado los momentos más vergonzosos de su vida, por ejemplo, su primer beso, el que le dio en la serie a Kutcher a los 14 años. Fuera de la pantalla ambos tuvieron otros amores, él con Demi Moore, ella con Macaulay Culkin, pero siempre fueron amigos. Una amistad que se convirtió en amor en 2012, sólo un año antes de que Kunis comenzara a trabajar en uno de los rodajes más duros de su carrera y dos, de su maternidad.
“No hay nada gratificante en un rodaje como este, donde te pasas 12 horas colgada de un arnés. Levantarte a las 4 para ir al gimnasio hasta las 7, luego a maquillaje y después el rodaje y así hasta la noche. No sé qué le pueda gustar a nadie algo así”, afirma inquieta.
Cuando se le pregunta por el resultado es fácil notar que Kunis está perdiendo la paciencia. No lo arregla recordarle la otra vez que hizo el mismo esfuerzo en su preparación física para interpretar a la bailarina del filme Cisne Negro. “Fue igualmente agotador. No bailaba ni antes ni después. Ninguno de los rodajes tuvo nada de divertido”, se cierra en banda antes de dulcificar el gesto con esa sonrisa que se conoce bien. “Bueno, si algo he aprendido es a ver lo que mi cuerpo es capaz de hacer, hasta dónde puedo llegar y cómo divertirme con ello", añade.
No importa cuantas películas haga Mila Kunis —además de El destino de Júpiter, la actriz tiene pendiente el estreno de En tercera persona y El hombre más enfadado de Brooklyn— la atención sigue puesta en lo que la actriz hace fuera del set. Aunque no haga nada. “Si quieres que te diga la verdad, mis mejores momentos son cuando desaparezco, nunca en la alfombra roja”, comparte en un segundo de sinceridad. Londres, donde vivió durante los siete meses del rodaje de El destino de Júpiter, le dio numerosas oportunidades para “desaparecer”: levantarse “a las 4, coger el tren de las 5 con la gorra calada hasta las cejas” y marcharse a pasar el día a París o Bruselas.
“Desaparecer no es fácil pero hay formas de hacerlo”, comenta. Cocinar es otra de sus formas de desaparecer del todo. Aprovecha los programas culinarios para mantenerse en forma ya que acostumbra a verlos mientras hace ejercicio. Una envidiada condición física tras su reciente embarazo. ¿El secreto? “Jawbone, el brazalete que cuenta los pasos que doy. Lo llevo todo el tiempo y estoy encantada. Y también me encanta hacer Pilates. Pero nada fuera de lo normal. Lo de siempre, comer sano, proteína, nada de azúcar o carbohidratos. Eso sí, nadie me quita mi día de pastel. Eso es una necesidad: el día que me permito comer dulce. Y un buen baño caliente. La mejor arma contra una dura jornada”, resume.
Alergia a los medios
Son innumerables los incidentes en los que el tono de Mila Kunis es más déspota que candoroso, tratando a la prensa con desdén, instando a los periodistas a “hacer sus deberes”, cortando conversaciones de raíz por acercarse remotamente a todo lo que suene a personal y siempre con su relaciones públicas a su lado para que ponga fin a cualquier diálogo que no vaya por los derroteros que ella quiere. “¡Tengo a los paparazzi diariamente en mi puerta!”, afirma la actriz como si esa fuera la disculpa para tratar al resto de los medios como cazadores de instantáneas. Ashton Kutcher es tan celoso como Kunis del acoso mediático, aunque él es hiperactivo en Internet. Tan celoso a la hora de salvaguardar la intimidad de la hija de ambos, Wyatt, nacida el pasado octubre, que ha comprado los dominios de la niña para proteger su identidad digital.
Rocío Ayuso
Los Ángeles, El País
Cuando quiere, Mila Kunis suena de lo más adorable. Como cuando recientemente le decía a la revista W eso de “Ashton ha visto lo peor de mí. Pasamos la edad del pavo juntos en TV grabando nuestros errores para la posteridad”. Hablaba con humor y cariño de Ashton Kutcher, su prometido y padre de su hija Wyatt Isabelle. Sus declaraciones acompañaban un reportaje posado y pactado de los que venden las estrellas. De los que necesita esta actriz nacida en 1983 en Kiev (Ucrania), que llegó a Estados Unidos a los siete años sin saber una palabra de inglés. Porque, aunque la carrera de esta intérprete de 31 años es bastante prolífica, éxitos, lo que se dice éxitos, tiene pocos. O mejor dicho solo uno, Cisne Negro, donde era el patito guapo que se comía en pantalla a la virginal Natalie Portman. Pero de eso hace cinco años y fue Portman y no Kunis quien se llevó el Oscar por mucho que se hablara entonces de ella. Con la película Ted también hizo dinero pero todo el mérito se lo llevó el oso grosero y malhablado.
Ahora tiene la oportunidad de brillar con luz propia en El destino de Júpiter, el nuevo universo cinematográfico de los hermanos Wachowski. Pero de todo lo que habla la prensa (y hasta su futuro esposo en las redes sociales) es de su reciente maternidad o de su futuro enlace. ¿Es Júpiter el nuevo Matrix? ¿O Mila Kunis el nuevo Keanu Reeves? “No, no soy el nuevo Neo”, contestó la actriz a este periódico hablando de su nuevo trabajo. “Mi personaje es muy diferente, una historia mucho menos compleja y más alegre en la que Júpiter es la elegida para salvar el mundo por su perfecto ADN y Channing Tatum me hace ver las estrellas. Pero una película de los Wachowski es difícil de resumir en dos palabras", añade mientras lo intenta.
En lo del parecido a Reeves, ambos comparten al menos la misma alergia por la prensa. Algo que, en el caso de Kunis, puede llegar a rayar en la grosería.
El destino de Júpiter es la nueva oportunidad que tiene Kunis de demostrar su valía. El nuevo reto como actriz para la joven que se dio a conocer en la serie Aquellos maravillosos setenta, en la que dice haber grabado los momentos más vergonzosos de su vida, por ejemplo, su primer beso, el que le dio en la serie a Kutcher a los 14 años. Fuera de la pantalla ambos tuvieron otros amores, él con Demi Moore, ella con Macaulay Culkin, pero siempre fueron amigos. Una amistad que se convirtió en amor en 2012, sólo un año antes de que Kunis comenzara a trabajar en uno de los rodajes más duros de su carrera y dos, de su maternidad.
“No hay nada gratificante en un rodaje como este, donde te pasas 12 horas colgada de un arnés. Levantarte a las 4 para ir al gimnasio hasta las 7, luego a maquillaje y después el rodaje y así hasta la noche. No sé qué le pueda gustar a nadie algo así”, afirma inquieta.
Cuando se le pregunta por el resultado es fácil notar que Kunis está perdiendo la paciencia. No lo arregla recordarle la otra vez que hizo el mismo esfuerzo en su preparación física para interpretar a la bailarina del filme Cisne Negro. “Fue igualmente agotador. No bailaba ni antes ni después. Ninguno de los rodajes tuvo nada de divertido”, se cierra en banda antes de dulcificar el gesto con esa sonrisa que se conoce bien. “Bueno, si algo he aprendido es a ver lo que mi cuerpo es capaz de hacer, hasta dónde puedo llegar y cómo divertirme con ello", añade.
No importa cuantas películas haga Mila Kunis —además de El destino de Júpiter, la actriz tiene pendiente el estreno de En tercera persona y El hombre más enfadado de Brooklyn— la atención sigue puesta en lo que la actriz hace fuera del set. Aunque no haga nada. “Si quieres que te diga la verdad, mis mejores momentos son cuando desaparezco, nunca en la alfombra roja”, comparte en un segundo de sinceridad. Londres, donde vivió durante los siete meses del rodaje de El destino de Júpiter, le dio numerosas oportunidades para “desaparecer”: levantarse “a las 4, coger el tren de las 5 con la gorra calada hasta las cejas” y marcharse a pasar el día a París o Bruselas.
“Desaparecer no es fácil pero hay formas de hacerlo”, comenta. Cocinar es otra de sus formas de desaparecer del todo. Aprovecha los programas culinarios para mantenerse en forma ya que acostumbra a verlos mientras hace ejercicio. Una envidiada condición física tras su reciente embarazo. ¿El secreto? “Jawbone, el brazalete que cuenta los pasos que doy. Lo llevo todo el tiempo y estoy encantada. Y también me encanta hacer Pilates. Pero nada fuera de lo normal. Lo de siempre, comer sano, proteína, nada de azúcar o carbohidratos. Eso sí, nadie me quita mi día de pastel. Eso es una necesidad: el día que me permito comer dulce. Y un buen baño caliente. La mejor arma contra una dura jornada”, resume.
Alergia a los medios
Son innumerables los incidentes en los que el tono de Mila Kunis es más déspota que candoroso, tratando a la prensa con desdén, instando a los periodistas a “hacer sus deberes”, cortando conversaciones de raíz por acercarse remotamente a todo lo que suene a personal y siempre con su relaciones públicas a su lado para que ponga fin a cualquier diálogo que no vaya por los derroteros que ella quiere. “¡Tengo a los paparazzi diariamente en mi puerta!”, afirma la actriz como si esa fuera la disculpa para tratar al resto de los medios como cazadores de instantáneas. Ashton Kutcher es tan celoso como Kunis del acoso mediático, aunque él es hiperactivo en Internet. Tan celoso a la hora de salvaguardar la intimidad de la hija de ambos, Wyatt, nacida el pasado octubre, que ha comprado los dominios de la niña para proteger su identidad digital.