Los griegos votan sobre seis años de austeridad impuesta por la UE
El favorito Syriza pretende abandonar el rescate y reestructurar la deuda
María Antonia Sánchez-VallejO
Atenas, El País
El sexto Gobierno griego desde que empezó la crisis en 2008, suponiendo que tras las elecciones de hoy se forme uno a corto plazo –y no se repita el escenario de 2012, cuando hicieron falta dos convocatorias seguidas para ello-, tendrá por delante una tarea hercúlea, afrontar una crisis socioeconómica sin precedentes en tiempos de paz (300.000 familias en el umbral de pobreza; una contracción del 25% del PIB en un lustro; más del 50% de paro juvenil; una deuda de 300.000 millones de euros), pero también, si se confirma el triunfo de la izquierdista Syriza, una dificultad añadida, la que implica cambiar las reglas del juego en medio de la partida.
Pese a una tímida recuperación poco palpable aún en la economía real, con las negociaciones con la troika pendientes de un hilo y la prórroga del segundo rescate a un mes de expirar, el Ejecutivo que presumiblemente liderará Syriza –solo o apoyado por otras fuerzas, dependiendo del resultado de las urnas- pretende abandonar de inmediato el rescate, reestructurar la deuda, con una quita superior al 50% del valor nominal de la misma, y, sobre todo, sacudirse el dictado de la troika de acreedores para “recuperar la soberanía”, como subrayó el jueves Alexis Tsipras, su líder, en el cierre de campaña en Atenas. Que lo haga o no dependerá de su margen de maniobra, es decir, de los apoyos que coseche hoy en las urnas. Las encuestas le sitúan al borde la mayoría absoluta.
Ni siquiera la zanahoria de los estímulos del Banco Central Europeo ha hecho moverse un ápice de sus tesis a Syriza, que insiste en respetar el mandato popular a la hora de gobernar. Lo dijo Tsipras en un artículo publicado esta semana en el diario Financial Times: “La austeridad no es parte de los tratados europeos. La democracia y el principio de soberanía popular sí lo son. Si el pueblo griego me respalda con su voto, la aplicación de nuestro programa económico no será una práctica ‘unilateral’, sino una obligación democrática”. Su equipo de asesores confía en alcanzar un acuerdo con la troika antes del verano.
Las propuestas de Syriza, por tanto, erizan a Bruselas y a Berlín, y pueden dar ideas a otros países con escenarios parecidos, como España y los del sur de Europa, víctimas de una crisis algo menos pavorosa que la griega. Porque votando a Syriza –pero también a otros partidos tan dispares como el neonazi Aurora Dorada, el comunista y el nacionalista Anel, en torno al 12-14% de los votos-, los griegos se pronunciarán fundamentalmente contra unas recetas de austeridad que han dejado calcinado el país, con más de 200.000 jóvenes emigrados al extranjero (el 9% de los licenciados universitarios) y un incremento de los suicidios de un 45% desde que empezó la crisis, en 2009.
Tras las 24 horas de silencio impuestas a las encuestas, en vigor desde la medianoche del sábado, la actividad electoral prosiguió ayer a medio gas por la lluvia y el cansancio en las casetas que los partidos tienen repartidas por todo el país, una imagen que tiene mucho de canto de cisne. Porque también el juego político quedará transformado radicalmente: tras el aviso de 2012, cuando Syriza se convirtió en el segundo partido más votado –y en principal fuerza de oposición, con 71 diputados-, entre los tradicionales ND y el Pasok, los comicios de hoy enterrarán definitivamente el bipartidismo imperante desde la restauración de la democracia, en 1974, y contribuirán en teoría a ‘sanar’ la crisis de legitimidad política que la recesión, pero también el lastre de la corrupción y el clientelismo del sistema, han hecho aflorar a la superficie.
Una tercera vía se abre pues en Grecia, así como una decantación de la miríada de partidos que provocó centrífugamente el colapso del sistema tradicional. De las 22 formaciones que concurren, unas 15 –como el que fuera socio de Gobierno hasta 2013, el moderado Izquierda Democrática- ni siquiera lograrán según los sondeos entrar en el Parlamento al no superar el mínimo del 3% de los votos que marca la ley electoral, pero el total de votos que cosechen sí influirá en el balance final para Syriza y ND, segundo partido en apoyos (entre el 26% y el 30%).
María Antonia Sánchez-VallejO
Atenas, El País
El sexto Gobierno griego desde que empezó la crisis en 2008, suponiendo que tras las elecciones de hoy se forme uno a corto plazo –y no se repita el escenario de 2012, cuando hicieron falta dos convocatorias seguidas para ello-, tendrá por delante una tarea hercúlea, afrontar una crisis socioeconómica sin precedentes en tiempos de paz (300.000 familias en el umbral de pobreza; una contracción del 25% del PIB en un lustro; más del 50% de paro juvenil; una deuda de 300.000 millones de euros), pero también, si se confirma el triunfo de la izquierdista Syriza, una dificultad añadida, la que implica cambiar las reglas del juego en medio de la partida.
Pese a una tímida recuperación poco palpable aún en la economía real, con las negociaciones con la troika pendientes de un hilo y la prórroga del segundo rescate a un mes de expirar, el Ejecutivo que presumiblemente liderará Syriza –solo o apoyado por otras fuerzas, dependiendo del resultado de las urnas- pretende abandonar de inmediato el rescate, reestructurar la deuda, con una quita superior al 50% del valor nominal de la misma, y, sobre todo, sacudirse el dictado de la troika de acreedores para “recuperar la soberanía”, como subrayó el jueves Alexis Tsipras, su líder, en el cierre de campaña en Atenas. Que lo haga o no dependerá de su margen de maniobra, es decir, de los apoyos que coseche hoy en las urnas. Las encuestas le sitúan al borde la mayoría absoluta.
Ni siquiera la zanahoria de los estímulos del Banco Central Europeo ha hecho moverse un ápice de sus tesis a Syriza, que insiste en respetar el mandato popular a la hora de gobernar. Lo dijo Tsipras en un artículo publicado esta semana en el diario Financial Times: “La austeridad no es parte de los tratados europeos. La democracia y el principio de soberanía popular sí lo son. Si el pueblo griego me respalda con su voto, la aplicación de nuestro programa económico no será una práctica ‘unilateral’, sino una obligación democrática”. Su equipo de asesores confía en alcanzar un acuerdo con la troika antes del verano.
Las propuestas de Syriza, por tanto, erizan a Bruselas y a Berlín, y pueden dar ideas a otros países con escenarios parecidos, como España y los del sur de Europa, víctimas de una crisis algo menos pavorosa que la griega. Porque votando a Syriza –pero también a otros partidos tan dispares como el neonazi Aurora Dorada, el comunista y el nacionalista Anel, en torno al 12-14% de los votos-, los griegos se pronunciarán fundamentalmente contra unas recetas de austeridad que han dejado calcinado el país, con más de 200.000 jóvenes emigrados al extranjero (el 9% de los licenciados universitarios) y un incremento de los suicidios de un 45% desde que empezó la crisis, en 2009.
Tras las 24 horas de silencio impuestas a las encuestas, en vigor desde la medianoche del sábado, la actividad electoral prosiguió ayer a medio gas por la lluvia y el cansancio en las casetas que los partidos tienen repartidas por todo el país, una imagen que tiene mucho de canto de cisne. Porque también el juego político quedará transformado radicalmente: tras el aviso de 2012, cuando Syriza se convirtió en el segundo partido más votado –y en principal fuerza de oposición, con 71 diputados-, entre los tradicionales ND y el Pasok, los comicios de hoy enterrarán definitivamente el bipartidismo imperante desde la restauración de la democracia, en 1974, y contribuirán en teoría a ‘sanar’ la crisis de legitimidad política que la recesión, pero también el lastre de la corrupción y el clientelismo del sistema, han hecho aflorar a la superficie.
Una tercera vía se abre pues en Grecia, así como una decantación de la miríada de partidos que provocó centrífugamente el colapso del sistema tradicional. De las 22 formaciones que concurren, unas 15 –como el que fuera socio de Gobierno hasta 2013, el moderado Izquierda Democrática- ni siquiera lograrán según los sondeos entrar en el Parlamento al no superar el mínimo del 3% de los votos que marca la ley electoral, pero el total de votos que cosechen sí influirá en el balance final para Syriza y ND, segundo partido en apoyos (entre el 26% y el 30%).