“Je suis Ahmed”
El policía asesinado durante la huida de los terroristas, de origen árabe, se convierte en un icono de la tragedia
Javier Lafuente
Madrid, El País
El mensaje solidario de Je suis Charlie —Yo soy Charlie— se propagó a las pocas horas de conocerse el atentado contra la revista satírica francesa. La primera imagen que circuló del crimen, sin embargo, no tenía relación alguna con los trabajadores de la publicación. Un vídeo amateur mostraba el asesinato a sangre fría de un policía que hacía su ronda en el momento en el que la revista fue atacada. Las imágenes mostraban a los dos supuestos autores del crimen, los hermanos Kouachi, bajarse de un coche. Al pasar al lado del agente, mientras este pedía a gritos clemencia después de haber recibido disparos en el pie, uno de los asesinos le propinaba un tiro letal en la cabeza. Sin mirarlo. Sin compasión. El agente muerto se llamaba Ahmed Merabat y varios medios franceses aseguran que era musulmán. Si a los dibujantes de Charlie Hebdo se les ha reconocido su lucha por la libertad de expresión, Merabat se ha convertido en un icono por haber muerto en defensa de una revista atacada por insultar la fe que él profesaba.
El mensaje de Je suis Charlie ha ido creciendo, especialmente en las redes sociales, al tiempo que cobraba fuera el de Je suis Ahmed —Yo soy Ahmed—, en solidaridad con el agente asesinado. “Yo no soy Charlie, soy Ahmed, el policía muerto. Charlie ridiculizó mi fe y cultura y morí defendiendo su derecho a hacerlo”, tuiteó el activista árabe y escritor Dyab Abu Jahya, haciendo referencia a la expresión del filósofo francés Voltaire.
“Lo mataron de una forma muy cobarde personas que han malinterpretado su texto sagrado”, lamentaba Christope Crépin, portavoz de uno de los sindicatos policiales franceses, según recogen varios medios locales.
Merabet era una oficial de 42 años, soltero y sin hijos, que pertenecía a la comisaría del distrito 11 de París, donde se encontraba la sede de Charlie Hebdo. Sus padres eran originarios del norte de África y, según el testimonio de otro agente que recogen varios medios locales, residía en un barrio del norte de París con una larga tradición inmigrante.
Javier Lafuente
Madrid, El País
El mensaje solidario de Je suis Charlie —Yo soy Charlie— se propagó a las pocas horas de conocerse el atentado contra la revista satírica francesa. La primera imagen que circuló del crimen, sin embargo, no tenía relación alguna con los trabajadores de la publicación. Un vídeo amateur mostraba el asesinato a sangre fría de un policía que hacía su ronda en el momento en el que la revista fue atacada. Las imágenes mostraban a los dos supuestos autores del crimen, los hermanos Kouachi, bajarse de un coche. Al pasar al lado del agente, mientras este pedía a gritos clemencia después de haber recibido disparos en el pie, uno de los asesinos le propinaba un tiro letal en la cabeza. Sin mirarlo. Sin compasión. El agente muerto se llamaba Ahmed Merabat y varios medios franceses aseguran que era musulmán. Si a los dibujantes de Charlie Hebdo se les ha reconocido su lucha por la libertad de expresión, Merabat se ha convertido en un icono por haber muerto en defensa de una revista atacada por insultar la fe que él profesaba.
El mensaje de Je suis Charlie ha ido creciendo, especialmente en las redes sociales, al tiempo que cobraba fuera el de Je suis Ahmed —Yo soy Ahmed—, en solidaridad con el agente asesinado. “Yo no soy Charlie, soy Ahmed, el policía muerto. Charlie ridiculizó mi fe y cultura y morí defendiendo su derecho a hacerlo”, tuiteó el activista árabe y escritor Dyab Abu Jahya, haciendo referencia a la expresión del filósofo francés Voltaire.
“Lo mataron de una forma muy cobarde personas que han malinterpretado su texto sagrado”, lamentaba Christope Crépin, portavoz de uno de los sindicatos policiales franceses, según recogen varios medios locales.
Merabet era una oficial de 42 años, soltero y sin hijos, que pertenecía a la comisaría del distrito 11 de París, donde se encontraba la sede de Charlie Hebdo. Sus padres eran originarios del norte de África y, según el testimonio de otro agente que recogen varios medios locales, residía en un barrio del norte de París con una larga tradición inmigrante.