Francia aborda discriminación y desigualdad tras los ataques

París, AP
El primer ministro de Francia puso en marcha el jueves una nueva iniciativa para remediar lo que calificó de nación fracturada entre los poseedores y los desposeídos, después de que los recientes ataques terroristas pusiesen de manifiesto una discriminación y tensiones sociales y religiosas latentes desde hace años.


Manuel Valls causó estupor esta semana al referirse a un "apartheid territorial, social y étnico" en los suburbios o "banlieues", que rodean las principales ciudades de Francia, donde cunde el malestar y los valores que unen a la nación suelen brillar por su ausencia. Allí viven los franceses más pobres, principalmente minorías con raíces migratorias, entre ellos musulmanes de las ex colonias.

Valls celebra el jueves una reunión especial del gobierno para elaborar políticas educativas, de planificación urbana e integración.

Sus propuestas no serán las primeras.

El problema de los suburbios franceses ha perseguido a los líderes del país durante al menos 25 años. Paraíso desde hace años para el tráfico de drogas y otros delitos, reciben ahora una atención renovada tras los ataques de principios de mes perpetrados por radicales islamistas franceses que habían vivido en estos barrios. Veinte personas, incluyendo los tres atacantes, fallecieron.

La alarma sonó cuando en algunas escuelas los niños se negaron a observar un minuto de silencio por la tragedia nacional. Los suburbios, sostuvo Valls, son una zona de peligro.

El malestar dio lugar a manifestaciones en 1990. El entonces presidente Francois Mitterrand dijo que los suburbios "provocan rechazo y desesperación" y anticipó con acierto que "el problema (...) pesará por años sobre nuestra sociedad".

En 2005, se produjeron violentas movilizaciones en todo el país. Fue entonces, aparentemente, que Francia acabó por descubrir que enormes sectores de la población vivían en un mundo paralelo. Las altas tasas de desempleo y criminalidad, como la falta de acceso incluso al transporte público, alimentaban una profunda sensación de desigualdad.

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