El Barça mata al campeón con su tridente: Neymar, Suárez y Messi

El equipo azulgrana apacigua el ambiente tras un partido durísimo y mal arbitrado por Undiano. Mano previa de Messi en el 2-0 y penalti light a Jesús Gámez.


Barcelona, As
El Camp Nou preparaba un responso y celebró una catarsis. El orgullo de los jugadores, especialmente el de la tripleta de ataque le valió al Barcelona para aparcar las miserias institucionales y ganar con todas las de la ley a un rival que hacía seis partidos al que era incapaz de derrotar. El Barça ganó porque jugó su mejor primera parte en muchos meses, porque Messi, cuando hay un balón por medio, sólo piensa en ganar y porque Neymar se graduó a base de recibir patadas. El partido del brasileño es de los que definen a un jugador.


El Atlético, por su parte, sólo fue el Atlético en la segunda mitad, cuando recibió de un nefasto árbitro un penalti más que discutible como compensación a una mano de Messi que valió el segundo tanto blaugrana, que le permitió ajustar el marcador y el partido. En ese momento, el Atlético jugó mejor que el Barcelona, pero Neymar fue incontrolable. Fue el del brasileño un partido para acabar en urgencias. Dicen que su padre cobra. Ni la mitad de lo que cobró él ayer, cuando fue la pieza de caza favorita de un equipo colchonero que se pasó en la mal llamada intensidad.

Hasta el gol de penalti de Mandzukic, el Atlético estuvo a merced de un Barça solidario, intenso, rápido, vertical y agresivo, que tenía en Messi y en Neymar dos estiletes que destrozaban a sus rivales directos cada vez que los encaraban. Sólo la falta de puntería de Luis Suárez impidió que el partido quedara sentenciado en una primera parte en la que el Barça fue muy superior.

Estuvo el equipo de Luis Enrique perfecto en esos primeros 45 minutos en los que impidió cualquier aproximación del Atlético a su área. No cedió el Barça un saque de esquina en contra hasta el minuto 11 de la segunda parte y limitó las faltas laterales a la mínima expresión.

En ataque, los blaugrana fueron un ciclón desde el inicio liderados por un Messi estratosférico. Suya fue la jugada del primer gol que debió finalizar Suárez, pero que completó Neymar. Suya también fue la jugada del segundo en la que en un principio se llevó el balón con la mano y luego fue un Ferrari antes de asistir a Suárez. La jugada se inició en falta, pero lo que vino a continuación fue de una belleza extrema, dolorosa. El fútbol tiene esas paradojas. De una acción ilegal se originó una maravilla.

El Atlético de verdad, el que conocemos, el del Cholo, compareció en el Camp Nou cuando se señalaba el inicio de la segunda parte. A partir de ese momento subió la presión, se hizo con el control del partido y mantuvo al Barça a raya. A los blaugrana se les acababan las fuerzas y únicamente Neymar suponía una amenaza, que era segada una y otra vez.

Un penalti de mala consciencia de Undiano le valió al Atlético para meterse en el partido y el Barça sufrió porque no encontraba la pausa. Puestos a jugar al vértigo, el Atlético era más equipo. Pero el conjunto de Luis Enrique supo mantener el equilibrio y la concentración, con un Piqué dueño del área.

Aferrados a Neymar y su velocidad, el Barcelona logró finalmente cerrar el partido gracias a un gol de Messi tras jugada de la tripleta de delanteros del Barcelona. El Barça toma oxígeno, el Atlético pone los pies en el suelo y Luis Enrique debería no tocar nada.

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