El Atlético se toma un respiro en la Liga sin dejar de ganar
Madrid, As
Una ‘godinada’, entendida como esos fabulosos ataques de inconsciencia que le entran al uruguayo cuando se aburre de dominar en defensa y le posee el espíritu del delantero que fue, evitó el sufrimiento del Atleti en una tarde gris plomizo. Entre el Madrid y el Barça, jugando a medio gas, nunca acabó de controlar la situación ante un Granada mucho mejor de lo que sus quince partidos sin ganar indican, pero al final le bastaron los clásicos. Una arrancada de Godín, que acabó en penalti marcado por Mandzukic; un tanto casi sin querer de Raúl García, al que le das la vuelta y le caen goles, y a dormir que vienen curvas. Sin brillo, el Atleti sigue en carrera. De eso se trataba.
La primera media hora fue del Granada, la típica resurrección del equipo que ha visto caer a un entrenador en el que no creía. Iturra se comía al mediocampo del Atleti, donde cada ausencia de Tiago es un pequeño drama, y Piti, al fin, recordaba al del Rayo. Pero el mejor fue el recién llegado Robert Ibáñez. El joven extremo, cedido por el Valencia hace unos días, exhibió velocidad, desborde y valentía. A la media hora lucía como galones varias contras peligrosas y las amarillas de Godín (acarrea sanción) y Mario. Gran tarjeta de presentación.
Pero hay problemas que ningún cambio de entrenador soluciona. Con Aguado como con Caparrós, el Granada cree que los goles son gamusinos y no existen. El Arabi es la personificación de su problema: es a los delanteros lo que Perdidos a las series, es brillante hasta que el final lo destroza todo. El mejor ejemplo a los 10 minutos, cuando vio a Moyá adelantado y cabeceó el centro de Nyom con gesto académico e intención asesina. El balón se fue fuera, claro. Fue la mejor ocasión nazarí, pero no la última. Entre Moyá y el larguero evitaron el gol olímpico de Piti e Iturra probó al portero desde la frontal.
El Atleti, mientras, era incapaz de enlazar dos pases, por lo que el ensayo con Torres y Mandzukic juntos quedaba en nada. Ellos peleaban, pero el balón jamás acababa en su zona. A los 33 minutos, lo solucionó Godín. El uruguayo robó el balón en la frontal del área local y sacó el contraataque pasando a Arda. En vez de dejarlo ahí, esprintó hacia delante como si llegase tarde a una cita con una modelo. Mandzukic condujo el ataque y el Niño metió un gran centro al área pequeña, donde Sissoko derribó a Godín, el hombre que no debía estar allí. Mandzukic marcó el penalti con precisión cirujana.
Hasta el descanso, el Atleti vivió sus mejores momentos, abusando de esa banda derecha que la magia de Arda y la insistencia de Juanfran convierten en una pista de despegue hacia el gol. Torres, que volvió a dejar estupendas sensaciones, apunto estuvo de sentenciar, pero le faltó una talla de botas. El Granada tomó aire en el vestuario y el misterio protagonizó la segunda parte.
Eso sí, un misterio soso, de escasa emoción. Más una partida de Cluedo con tu abuela que una peli de Hitchcock. El Atleti dominaba con la cabeza en otra parte, probablemente en el Camp Nou. El Granada no tenía muy claro si buscar el empate o aguantar ese hilo de vida del 1-0, así que esperaba en tierra de nadie. El lento gotear de minutos sólo dejó un susto al Manzanares: una gran jugada de Lass que, cómo no, El Arabi estuvo a punto de remachar. Esa es la clave: a punto. Él es Hyde y Raúl García es Jekyll. El navarro marca los lógicos y los marcianos. En el 89’, Arda hizo una fantástica jugada, propia de un partido mejor, y el navarro remató a la red su centro... con la espalda. Misión cumplida entre bostezos.
Una ‘godinada’, entendida como esos fabulosos ataques de inconsciencia que le entran al uruguayo cuando se aburre de dominar en defensa y le posee el espíritu del delantero que fue, evitó el sufrimiento del Atleti en una tarde gris plomizo. Entre el Madrid y el Barça, jugando a medio gas, nunca acabó de controlar la situación ante un Granada mucho mejor de lo que sus quince partidos sin ganar indican, pero al final le bastaron los clásicos. Una arrancada de Godín, que acabó en penalti marcado por Mandzukic; un tanto casi sin querer de Raúl García, al que le das la vuelta y le caen goles, y a dormir que vienen curvas. Sin brillo, el Atleti sigue en carrera. De eso se trataba.
La primera media hora fue del Granada, la típica resurrección del equipo que ha visto caer a un entrenador en el que no creía. Iturra se comía al mediocampo del Atleti, donde cada ausencia de Tiago es un pequeño drama, y Piti, al fin, recordaba al del Rayo. Pero el mejor fue el recién llegado Robert Ibáñez. El joven extremo, cedido por el Valencia hace unos días, exhibió velocidad, desborde y valentía. A la media hora lucía como galones varias contras peligrosas y las amarillas de Godín (acarrea sanción) y Mario. Gran tarjeta de presentación.
Pero hay problemas que ningún cambio de entrenador soluciona. Con Aguado como con Caparrós, el Granada cree que los goles son gamusinos y no existen. El Arabi es la personificación de su problema: es a los delanteros lo que Perdidos a las series, es brillante hasta que el final lo destroza todo. El mejor ejemplo a los 10 minutos, cuando vio a Moyá adelantado y cabeceó el centro de Nyom con gesto académico e intención asesina. El balón se fue fuera, claro. Fue la mejor ocasión nazarí, pero no la última. Entre Moyá y el larguero evitaron el gol olímpico de Piti e Iturra probó al portero desde la frontal.
El Atleti, mientras, era incapaz de enlazar dos pases, por lo que el ensayo con Torres y Mandzukic juntos quedaba en nada. Ellos peleaban, pero el balón jamás acababa en su zona. A los 33 minutos, lo solucionó Godín. El uruguayo robó el balón en la frontal del área local y sacó el contraataque pasando a Arda. En vez de dejarlo ahí, esprintó hacia delante como si llegase tarde a una cita con una modelo. Mandzukic condujo el ataque y el Niño metió un gran centro al área pequeña, donde Sissoko derribó a Godín, el hombre que no debía estar allí. Mandzukic marcó el penalti con precisión cirujana.
Hasta el descanso, el Atleti vivió sus mejores momentos, abusando de esa banda derecha que la magia de Arda y la insistencia de Juanfran convierten en una pista de despegue hacia el gol. Torres, que volvió a dejar estupendas sensaciones, apunto estuvo de sentenciar, pero le faltó una talla de botas. El Granada tomó aire en el vestuario y el misterio protagonizó la segunda parte.
Eso sí, un misterio soso, de escasa emoción. Más una partida de Cluedo con tu abuela que una peli de Hitchcock. El Atleti dominaba con la cabeza en otra parte, probablemente en el Camp Nou. El Granada no tenía muy claro si buscar el empate o aguantar ese hilo de vida del 1-0, así que esperaba en tierra de nadie. El lento gotear de minutos sólo dejó un susto al Manzanares: una gran jugada de Lass que, cómo no, El Arabi estuvo a punto de remachar. Esa es la clave: a punto. Él es Hyde y Raúl García es Jekyll. El navarro marca los lógicos y los marcianos. En el 89’, Arda hizo una fantástica jugada, propia de un partido mejor, y el navarro remató a la red su centro... con la espalda. Misión cumplida entre bostezos.