Benzema descongela al Madrid

La jugada del francés en el primer gol saca a los de Ancelotti del letargo y destruye a un pobre Getafe


Madrid, El País
Benzema, el hombre con más fama de pecho frío de la plantilla, salvó al Madrid de la congelación en una mañana que anunciaba tormenta de nieve. El fútbol es el juego más engañoso por cosas como estas. Por acciones inesperadas de gente a la que no se le presumen virtudes que sí demuestra, pero que parecen asombrosas de todos modos. Como la maniobra que precedió al primer gol del Madrid en Getafe. Obra de Benzema, por supuesto. Dos amagues, una finta de funámbulo y un pase que destrozó a toda una defensa con la colaboración imprescindible de Cristiano, el definidor, que irrumpió en el partido de forma tardía. Cristiano, como casi todos sus compañeros, apareció después de una hora de hibernación para cambiar de ritmo y barrer a un triste Getafe de la forma más económica imaginable. Sin apenas esfuerzo. Con algunas jugadas majestuosas pero con muy poco fútbol.


La baja de Gareth Bale, entre octubre y noviembre pasado, constituyó un interludio en el estilo que ha caracterizado al Madrid en los últimos años. Durante un mes, el equipo compensó la ausencia del galés añadiendo un centrocampista más. Ese cuarto volante bastó para darle una nueva dimensión al juego. Los aficionados vieron mayores dosis de posesión, más fluidez, más inventiva en los últimos metros y una estabilidad defensiva superior. El regreso de Bale y la lesión de Modric devolvió al Madrid a los viejos esquemas. A falta de instrumentos colectivos, el equipo avanzó gracias a la firmeza de sus centrales y el poderío de sus atacantes. Cuando esas virtudes individuales decayeron por el cansancio, o por las distracciones, al Madrid le faltó el asidero de un funcionamiento sólido. Así bajó su rendimiento en enero, y así se presentó en Getafe.

Los niveles del Madrid descendieron a mínimos en la primera media hora. El equipo se emboscó en su campo, cedió la posesión al Getafe, y buscó la portería rival con transiciones rápidas, centros laterales, córners, faltas y un torrente de disparos desde fuera del área. En un marco de imprecisión general, resultó llamativo el desconcierto de Kroos. El alemán no encontraba colaboradores y perdía balones que no suele perder. Pegado a la raya izquierda, Cristiano dedicó un rato a orientar las jugadas de viva voz, empeñado en que James desborde por afuera, y ofreciéndose él mismo como pasador. James le respondía que no podía descubrir el mediocampo y Cristiano, con ánimo de dosificarse, prefería tocar a correr.

Juan Rodríguez, Diego Castro, Sarabia y Pedro León le escondieron la pelota al Madrid un buen rato. No explotaron su ventaja porque les faltó darle una salida profunda a las jugadas. Los atacantes, Álvaro y Sammir, no ofrecían salidas claras, ni rápidas, ni precisas. La única ocasión del Getafe en 80 minutos resultó de una jugada de Pedro León por la derecha, cuando declinaba la primera parte. Engañó a Marcelo y pasó al punto de penalti, por donde llegó Sarabia. El tiro se fue a la gradería.

El Madrid necesitaba sorprender al Getafe y sorprenderse a sí mismo para salir del letargo. El despertador fue Benzema, que tiene fama de indolente pero que ofrece más soluciones que la mayoría y lo hace en los momentos más complicados. Una maniobra por la izquierda, una finta a Alexis y un pase a James desde la raya de fondo sirvió un tiro peligroso. El disparo del colombiano pegó en Velázquez. Fue la señal de carga. El último tramo de la primera parte escenificó lo que ocurre cuando este equipo cambia de ritmo. Juegue bien o mal. Contra rivales pobres le sobra con su talento. Benzema, Bale e Isco desde fuera del área debieron adelantar al Madrid. Se les interpuso Codina, que tuvo una mañana notable.

Codina se fue al descanso con los guantes calientes y lo primero que hizo al regresar fue desviar un disparo durísimo de Benzema. El pase al espacio de Isco, dirigiendo una transición fulgurante, quebró a la defensa por la mitad y anticipó la clase de ruina que se avecinaba para el Getafe. Se llama contragolpe y el Madrid los ejecuta con maestría. Kroos le robó un balón a Pedro León al borde del área de Casillas y lanzó a Cristiano. El portugués galopó por la banda derecha antes de centrar raso a Isco, que controló con suavidad y tocó para James que habilitó a Benzema. El instante señaló el partido. Hubo un amague, una pausa, una arrancada y otro amague. Alexis se quedó en la estacada, Benzema pisó la pelota, burló a Naldo y al propio Codina que le cerraba el primer palo, y pasó con la zurda exactamente a donde fue Cristiano aprovechándose del descuido de la defensa al completo. Naldo, Velázquez, Lago y Rodríguez se quedaron todos mirando la pelota. Víctimas del embrujo de Benzema no vieron lo que ocurría por detrás, por donde se desmarcaba Cristiano. Por donde llegaba solo y metía el 0-1.

Tres minutos más tarde hubo otro contraataque y otro gol. Lo sirvió James con tensión y lo remató Bale en el segundo palo, para culminar una carrera bestial. No hubo forma de pararlo en 50 metros de pradera. Bale metió el exterior del pie izquierdo y batió a Codina entre las piernas. El dique se había roto y el río se desbordaba cuando Cristiano cabeceó otro centro de James desde la izquierda. Los centrales, rendidos, apenas le presentaron oposición.

El Getafe se entregó a un acto de rebeldía estéril en los últimos instantes del partido. El equipo local se agrandó cuando el público y los jugadores del Madrid parecían tener ganas de emprender el camino a casa, a refugiarse del frío. El primero, Casillas, que de tanta inactividad arriesgó una hipotermia.

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