Un planeta a varias velocidades

La economía mundial en 2015 estará condicionada por la divergencia en el ritmo de crecimiento de los países

David Fernández
Madrid, El País
Divergencia. Este es el término más utilizado en los informes de previsiones para 2015. La economía mundial encara el nuevo año a varias velocidades. El ritmo en el crecimiento será muy distinto en función del país del que se trate. EE UU y Reino Unido han normalizado sus economías tras la crisis y el pronóstico es que mantengan su velocidad de crucero. En la zona euro, en cambio, hay todavía síntomas de anemia —esta vez focalizados en las economías centrales del área y no tanto en las periféricas—, mientras que Japón aún es una incógnita. Por lo que se refiere a los países emergentes, el panorama parece más despejado en Asia —en China se espera un menor crecimiento, aunque más sostenible— que en Latinoamérica. Este es el escenario base de los economistas consultados, si bien esta vez hay que contar más que nunca con un factor potencialmente desestabilizador: los riesgos geopolíticos.


“La idea de un ciclo económico global ya no es válida. Las divergencias mandan. Los países que dependan de un apoyo externo artificial, más que de una verdadera competitividad y una demanda interna suficiente, tendrán problemas”, según los estrategas de UBS.

El motor de la economía mundial volverá a ser EE UU, donde la previsión más extendida augura crecimientos del PIB superiores al 3%. “El problema de las autoridades políticas es que no pueden hacer gran cosa para estimular el crecimiento: la política monetaria convencional está agotada y la mayoría de los gobiernos no pueden adoptar una política fiscal más flexible para impulsar el crecimiento debido a la nefasta situación financiera en la que se hallan. Por consiguiente, cobra cierta importancia que el repunte registrado por EE UU continúe el año que viene y se extienda a otras economías”, explica Mark Burgess, director de inversiones de Threadneedle Investments. “Pero cuidado, porque aunque EE UU pueda ir por libre en 2015, no es probable que lo haga indefinidamente”, advierte Burgess.

En Europa, sin embargo, seguirán pesando los problemas estructurales en las mayores economías de la zona euro. “La inversión en Alemania ha crecido en un promedio del 0,5% en los últimos tres años; en Francia aumentarán el déficit público y la pérdida de competitividad, lo que se refleja en un aumento del déficit por cuenta corriente; e Italia se resiste a practicar reformas y mantienen elevadas tasas de desempleo y deuda pública”, resumen los economistas de Banca March.

La economía europea, sin embargo, se ha encontrado con tres aliados excepcionales en los últimos meses de 2014 que podrían contribuir a generar un crecimiento mayor del esperado el próximo ejercicio: las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo (BCE), la debilidad de la divisa y la caída del precio del petróleo. “La ralentización europea será pasajera, ya que la depreciación del euro permitirá ganar competitividad rápidamente, la financiación abundante y barata terminará reactivando el crédito y el abaratamiento del precio del crudo reducirá los costes empresariales”, destacan desde el departamento de análisis de Bankinter. Los expertos de esta entidad destacan que la recuperación europea está en una fase del tipo BBB: “Bajo crecimiento, Bajo Empleo y Baja inflación”.

España, al igual que otros países periféricos como Irlanda, se presenta ahora como alumno aventajado entre las economías europeas. Mientras que para la zona euro en su conjunto el consenso del mercado no espera crecimientos por encima del 1% en 2015, las estimaciones sobre el PIB español empiezan a superar en algunos casos el 2%. “La recuperación española ya no se basa únicamente en las exportaciones, sino también en el aumento de la demanda interna que se muestra ahora como el principal propulsor del crecimiento”, destaca Julien-Pierre Nouen, estratega de Lazar Frères Gestion.

Aun reconociendo la solidez de la recuperación en España, algunos expertos destacan los riesgos de caer en la autocomplacencia. Roberto Luis Scholtes, economista de UBS, advierte de que el esfuerzo reformista ha perdido intensidad como muestra las dificultades para que la balanza por cuenta corriente consolide su superávit. “La deuda pública sigue aumentando, y el endeudamiento privado y externo permanece en niveles elevados, lo que hace que la recuperación sea vulnerable”, subraya Scholtes.

En el caso de Japón su economía continúa sufriendo la resaca de la subida del IVA del pasado mes de abril, decisión que le costó al país pasar de crecimiento a recesión. El respaldo electoral que ha logrado recientemente el primer ministro japonés, Shizo Abe, le concede el suficiente respaldo para realizar reformas y aplicar medidas de emergencia que, combinadas con las políticas expansivas de su banco central (BoJ), tratarán de poner al país de nuevo en la senda del crecimiento, aunque este no parece que vaya a ser superior al 1%. “El volumen del programa de expansión cuantitativa en Japón (relación con el PIB) es impresionante y pone de manifiesto el compromiso de las autoridades para calmar las presiones deflacionistas”, destaca Burgess, de Threadneedle.

Si la divergencia se hará patente en las tasas de crecimiento de las principales economías en 2015, también tomarán diferente rumbo las políticas monetarias. Los bancos centrales volverán a ser un año más los mayores protagonistas de la economía mundial. Mientras que se espera que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra suban por primera vez en más de ocho años los tipos de interés en EE UU y Reino Unido, respectivamente, en Europa y Japón el BCE y el BoJ congelarán el precio del dinero en mínimos y mantendrán el pie en el acelerador de las inyecciones de liquidez.

“Mientras que la política monetaria seguirá siendo extraordinariamente relajada a escala mundial, el camino hacia la normalización en 2015 comenzará con una subida de tipos de interés en EE UU, probablemente a mediados del próximo año, si la tasa de desempleo sigue cayendo más rápido de lo esperado y el crecimiento salarial se acelera”, pronostica David Kelly, jefe de estrategia global de JP Morgan Asset Management. “La política monetaria es otra área en la que las grandes economías han empezado a divergir, ya que el mantenimiento de unas condiciones monetarias expansivas seguirá siendo prioritario más tiempo para el BCE y el BoJ”, apunta Janwillem Acket, economista jefe de Julius Baer.

Si con la evolución del precio del dinero los pronósticos están claros, más dudas hay en relación con la posibilidad de que el BCE de un paso adicional en sus medidas monetarias no convencionales y active un programa de compra de deuda soberana al estilo del Quantitative Easing (QE) de la Reserva Federal en EE UU, herramienta a la que hasta ahora se ha opuesto con vehemencia Alemania. “El BCE continuará limitado en sus actuaciones. Pensamos que los estímulos de Mario Draghi pueden no ver la luz tal y como se han planteado. Existen límites legales a la implementación de un QE soberano. Además, Alemania pesa un 26% en el voto del consejo del BCE y no le costaría alcanzar el 33% necesario para bloquear una determinada política. En nuestra opinión, la relación coste-beneficio de un QE no ofrecería un resultado favorable”, dice Álex Fusté, economista jefe de Andbank.

Incluso en los países que van mejor hay un gran cuidado en no retirar demasiada liquidez del sistema debido a una de las grandes amenazas de la economía mundial: la deflación. La caída de los precios energéticos tiene un efecto positivo para la actividad, pero también contiene una carga deflacionista. La caída generalizada de precios y prolongada en el tiempo es un grave riesgo para la recuperación, principalmente en aquellas economías muy endeudadas como la española. Los expertos creen que las presiones deflacionistas continuarán en 2015, pero la opinión más extendida es que el peor de los escenarios no se cumplirá. “No identificamos un problema de deflación persistente en la zona euro, ni siquiera en España, pero sí una ausencia de inflación relevante, lo que favorecerá la permanencia de tipos de interés muy bajos y proporcionará cierta ganancia de competitividad vía precios”, según los analistas de Bankinter.

La divergencia de crecimiento y de políticas monetarias se dejará notar en el mercado de divisas. En la segunda mitad de 2014 el dólar se ha fortalecido frente al euro y el yen, una tendencia que la mayoría de los expertos cree que continuará el próximo año. Deutsche Asset & Wealth Managemet señala que la moneda estadounidense podría crecer “con fuerza” en 2015, sobre todo en comparación con el euro. La gestora de fondos alemana cree que, a corto plazo, el cambio podría irse al entorno del 1,15 y advierte de que la paridad no se puede descartar. “El dólar está regresando. Se va a beneficiar del liderazgo de EE UU en términos de crecimiento y de los retornos previstos”, dice Asoka Wöhrmann, director de inversiones de la entidad.

El fortalecimiento del dólar y la previsible subida de tipos en EE UU son dos factores que, junto con la caída del precio de las materias primas mete más presión a las economías emergentes, mucha de las cuales deben lidiar además con problemas de crecimiento endógenos. “Los países emergentes volverán a crecer a ritmos cercanos al 5% gracias al empuje de la región asiática, la más favorecida por la bajada del precio del crudo. El menor dinamismo de Brasil y la caída de los precios de las exportaciones de materias primas lastrarán al resto de economías latinoamericanas, que registrarán crecimientos, pero más modestos que en años anteriores”, vaticinan en Banca March.

Por último, una serie de factores geopolíticos constituyen una amenaza latente para la economía mundial. Entre ellos figuran la tensión entre Rusia y Ucrania, el avance del Estado Islámico en Oriente próximo o el nutrido calendario electoral de 2015. “La Historia no se repite, pero a veces rima. En nuestra opinión, los riesgos geopolíticos suponen que la erosión del sistema posterior a la II Guerra Mundial y de las instituciones que surgieron entonces continua, lo que conlleva una mayor inestabilidad, con la posibilidad de un impacto negativo en el crecimiento, y un retroceso en la globalización”, avisan los analistas de Citi.

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