Todos contentos en Turín: el Atleti es líder y la Juventus pasa
Madrid, As
El Atleti llegó a Turín, amarró el liderato sin sufrir y se fue a casa como si tal cosa. Lo hizo permitiéndose dar descanso a uno de sus futbolistas clave (Tiago), exhibiendo a un central de 19 años con un futuro descomunal (Giménez), teniendo las ocasiones más claras del partido y forzando el pacto de no agresión final con una Juve que no quería jugar con fuego: asegurar un puntito, clasificarse y todos contentos. Así, los rojiblancos pasan a octavos como lo que son, lo que han vuelto a ser: un grande de Europa. Un abuelo diría que, antes de Simeone, todo esto era campo. Ahora es un flamante rascacielos que aspira, no se dejen engañar por el discurso de humilde cordero, a la Champions. ¿Ciencia ficción? No, Cholismo.
El arranque quiso fulminar cualquier sospecha de pasteleo (la Juve necesitaba un punto para pasar, el Atleti era líder si ganaba, empataba o perdía por un gol). En el primer minuto, ambos pisaron área y al tercero los rojiblancos estaban padeciendo uno de los terrores más crueles que provoca el fútbol: ver a Pirlo colocar la pelota con mimo para lanzar una falta desde la frontal. Todo quedó en un susto y en la posibilidad, tras el rechace, de disfrutar de Arda y Pirlo, quizás los dos futbolistas más cool del planeta, cara a cara junto al banderín. Como al turco es un genial insensato, le tiró un caño. El ardaturanismo se predica igual en una ermita que en una catedral.
Y no paró la fiesta. A los 6’, Koke tuvo la ocasión más clara del encuentro, pero su disparo, ajustado y raso, se encontró con ese gigante inmortal llamado Buffon, que sacó el disparo con la mano derecha y el rechace con la izquierda. Casi de inmediato, fue Moyá quien estrenó su impecable noche al sacar un centro envenenado de Pogba que atravesó un laberinto de piernas antes de llegar al portero. La cabeza de Moyá es de museo: de Getafe a teórico suplente del Atleti a titular en el Juventus Stadium en seis meses y sin inmutarse. Un fenómeno.
El ritmo no bajó hasta el descanso. La Juventus dominaba con Pirlo muy suelto y la amenaza permanente que es ver a Vidal y Tévez tonteando cerca de tu área. No hubo jamás una pareja de villanos con más cara de malos. Y hacen honor a lo que avisan: terroríficamente buenos. Pero no mejores que la impecable pareja de centrales del Atleti: Godín y Giménez. Perfectos al corte, impecables por alto, siempre atentos. Un escándalo que acabó obligando a los italianos a intentarlo desde fuera del área, excepto cuando Lichsteiner decidía abusar de un frágil Siqueira, el punto débil visitante.
El Atleti, mientras, vivía plácido y disfrutaba de un Arda de dulce y la permanente amenaza del balón parado. Giménez y Mario Suárez pusieron en apuros a Buffon antes del descanso y Gabi estrelló un córner directo contra el poste nada más volver del vestuario. Entre medias (minuto 40) el escocés Collum sacó el manual de arbitraje diplomático europeo al perdonar la segunda amarilla a Vidal por cortar una contra de Gabi. Ni disimuló: “Esto es Turín, esto es la Champions y aquí no se expulsa a nadie. Jueguen”.
Esos sustos acabaron con las ganas de aventura de la Juve, que necesitaba dos goles para ser primero y sólo uno en contra para quedarse fuera en la fase de grupos por segundo año consecutivo. Valoró recompensas y riesgos y empezó a tocar en horizontal y a disparar desde lejos sin especial ambición. El Atleti aceptó el armisticio y la última media hora fue la crónica de un empate anunciado. Al final todos, contentos, pero más los rojiblancos. Primeros de grupo sin sufrir ni que a nadie le sorprenda. Grandeza.
El Atleti llegó a Turín, amarró el liderato sin sufrir y se fue a casa como si tal cosa. Lo hizo permitiéndose dar descanso a uno de sus futbolistas clave (Tiago), exhibiendo a un central de 19 años con un futuro descomunal (Giménez), teniendo las ocasiones más claras del partido y forzando el pacto de no agresión final con una Juve que no quería jugar con fuego: asegurar un puntito, clasificarse y todos contentos. Así, los rojiblancos pasan a octavos como lo que son, lo que han vuelto a ser: un grande de Europa. Un abuelo diría que, antes de Simeone, todo esto era campo. Ahora es un flamante rascacielos que aspira, no se dejen engañar por el discurso de humilde cordero, a la Champions. ¿Ciencia ficción? No, Cholismo.
El arranque quiso fulminar cualquier sospecha de pasteleo (la Juve necesitaba un punto para pasar, el Atleti era líder si ganaba, empataba o perdía por un gol). En el primer minuto, ambos pisaron área y al tercero los rojiblancos estaban padeciendo uno de los terrores más crueles que provoca el fútbol: ver a Pirlo colocar la pelota con mimo para lanzar una falta desde la frontal. Todo quedó en un susto y en la posibilidad, tras el rechace, de disfrutar de Arda y Pirlo, quizás los dos futbolistas más cool del planeta, cara a cara junto al banderín. Como al turco es un genial insensato, le tiró un caño. El ardaturanismo se predica igual en una ermita que en una catedral.
Y no paró la fiesta. A los 6’, Koke tuvo la ocasión más clara del encuentro, pero su disparo, ajustado y raso, se encontró con ese gigante inmortal llamado Buffon, que sacó el disparo con la mano derecha y el rechace con la izquierda. Casi de inmediato, fue Moyá quien estrenó su impecable noche al sacar un centro envenenado de Pogba que atravesó un laberinto de piernas antes de llegar al portero. La cabeza de Moyá es de museo: de Getafe a teórico suplente del Atleti a titular en el Juventus Stadium en seis meses y sin inmutarse. Un fenómeno.
El ritmo no bajó hasta el descanso. La Juventus dominaba con Pirlo muy suelto y la amenaza permanente que es ver a Vidal y Tévez tonteando cerca de tu área. No hubo jamás una pareja de villanos con más cara de malos. Y hacen honor a lo que avisan: terroríficamente buenos. Pero no mejores que la impecable pareja de centrales del Atleti: Godín y Giménez. Perfectos al corte, impecables por alto, siempre atentos. Un escándalo que acabó obligando a los italianos a intentarlo desde fuera del área, excepto cuando Lichsteiner decidía abusar de un frágil Siqueira, el punto débil visitante.
El Atleti, mientras, vivía plácido y disfrutaba de un Arda de dulce y la permanente amenaza del balón parado. Giménez y Mario Suárez pusieron en apuros a Buffon antes del descanso y Gabi estrelló un córner directo contra el poste nada más volver del vestuario. Entre medias (minuto 40) el escocés Collum sacó el manual de arbitraje diplomático europeo al perdonar la segunda amarilla a Vidal por cortar una contra de Gabi. Ni disimuló: “Esto es Turín, esto es la Champions y aquí no se expulsa a nadie. Jueguen”.
Esos sustos acabaron con las ganas de aventura de la Juve, que necesitaba dos goles para ser primero y sólo uno en contra para quedarse fuera en la fase de grupos por segundo año consecutivo. Valoró recompensas y riesgos y empezó a tocar en horizontal y a disparar desde lejos sin especial ambición. El Atleti aceptó el armisticio y la última media hora fue la crónica de un empate anunciado. Al final todos, contentos, pero más los rojiblancos. Primeros de grupo sin sufrir ni que a nadie le sorprenda. Grandeza.