“La situación de Iker Casillas a mí me habría tocado las pelotas”
Italia, AS
Hace unos días cumplió 500 partidos con la Juve. En total ha jugado 875 oficiales. Es un mito de la portería que compitió durante una década con Casillas por ser el número 1.
—¿Cuántos partidos oficiales ha jugado?
—No, no los he contado…
—Son 875. ¿Dónde encuentra la motivación?
—En el desafío, en querer asombrar y escribir páginas importantes en el fútbol. Es una cuestión de amor propio.
—De niño prodigio del Parma a capitán de la ‘Azurra’ y la Juve. ¿Cómo ha sido el camino?
—Ha sido un recorrido muy bonito. He cambiado mucho. Al principio era un chico con todos las virtudes y los defectos de los chavales. Ahora soy una persona adulta, más madura y reflexiva, que espera no cometer algunos errores.
—¿Qué errores ha cometido?
—Los guardo para mí. Aparte de eso, como portero mis características han cambiado. Habré mejorado en muchas cosas por el trabajo y la experiencia, y quizá sea un portero un poco más defensivo, porque cuando era un chaval tenía esa superpotencia física y esa exuberancia que luego vas perdiendo con el paso del tiempo.
—¿Se siente cómodo en el papel de mito?
—No, no, los mitos parecen tener algo de poco humano y no me gustan. Yo soy un deportista con alma, con corazón, bonito o feo o como sea, eso lo deben juzgar los demás. Me considero un futbolista que ha marcado una parte de la historia del fútbol italiano, europeo y mundial. Pero uno se convierte en mito cuando muere. Espero que sea en un futuro muy lejano (risas).
—Termina contrato con 39 años. ¿En Italia se respeta más al jugador veterano?
—El respeto depende de las prestaciones que uno ofrece. No es que el club (la Juve) tenga una deuda conmigo, porque en el momento en que uno juega recibe dinero, la gente lo idolatra, se le permite trabajar y cuidarse de la mejor manera posible. Es una situación de paridad. No hay que pedirle más al club. Me prolongaron el contrato, creo, porque en el campo he demostrado merecerlo.
—¿Siempre quiso ser portero?
—Al principio, de niño, me gustaba más hacer goles. Idolatraba a gente como Mattheus, Gullit, Van Basten, Baggio y Schillaci en Italia. Pero luego me fui apasionando por el papel del portero. Creo que todo está escrito cuando naces.
—¿Qué le apasionó de ser portero?
—Siempre me gustó sentirme diferente de los demás, y en esto el portero es el único que tiene un uniforme propio, el único que puede jugar con las manos, llevar guantes o gorra. Con el tiempo aprendí a gozar del hecho de que un portero puede transmitir mucho al equipo desde el punto de vista del carácter.
—¿Cómo ha cambiado el puesto en 20 años?
—Ahora hay una tendencia a jugar más con el equipo, a jugar con los pies, a empezar una acción del juego, a ser siempre partícipe. Pero nunca tuve problemas en esto porque incluso al principio en el Parma, en los juveniles, con Malesani, yo jugaba como líbero. Hace tiempo parecía raro ver a un portero como yo jugar fuera del área e intervenir en la acción. Ahora es lo que se busca. Lo prefiero, me ayuda a no perder la concentración.
—¿Quién fue su referente?
—Me gustó mucho Thomas N’Kono, portero del Camerún y del Español (a su primer hijo lo llamó Thomas por él), al que empecé a ver en el Mundial del 90. Era muy folclórico, pero también era muy bueno. Nunca he visto a nadie despejar de puños como él. Y era un tío carismático.
—-¿En quién se fijó después?
—Italia siempre tuvo buenos porteros: Zenga, Peruzzi, Pagliuca, Marchegiani. Fuera me gustaba Schmeichel, por su personalidad y decisión.
—Casillas y Keylor, Neuer y Reina, Bravo y Ter Stegen, Cesch y Courtois. ¿Cómo vive la tendencia de los grandes a tener dos titulares en el puesto?
-—Creo que al final en todos los equipos siempre hay un portero titular y otro secundario, aunque los dos tengan mucho nivel. Pero sueles saber dentro de ti si eres titular. Ahora, que haya poca diferencia es normal, en ese puesto o en cualquier otro.
—¿Está de acuerdo con aquella alternancia entre Casillas y Diego López en el Madrid?
—No sé si estoy de acuerdo con esto. Yo me sentiría penalizado. Cuando estoy bien prefiero jugar todos los partidos, porque me sigo sintiendo fuerte. Claro que si los resultados le dan razón al entrenador que hace eso es probable que eso se pueda convertir en una moda y hay riesgo de que muchos la copien. No obstante, como un equipo de este calibre puede jugar unos 60 partidos al año, en caso de que el portero titular no juegue 15 no va a ser un problema: si descansas esporádicamente puedes preparar mejor el siguiente partido.
—En su carrera ha tenido momentos malos, lesiones, críticas… ¿Qué le pasa a un portero cuando le quitan la confianza?
—Mire, no creo que Buffon haya sido cuestionado nunca por la Prensa. El único momento en que alguien pensó en mi decadencia hipotética fue cuando me lesioné la espalda. Era normal tener dudas y pensar que podía dejar de jugar o de acabar mi carrera de una manera mediocre. Pero se ve que quien escribió mi historia la escribió de otra manera (risas).
—¿Le sorprendió la situación que vivió Casillas?
—Me quedé muy sorprendido, la verdad. A un portero de su nivel, en un club como el Madrid, es difícil pensar que se le pueda discutir o dejarle a parte.
—¿Le sorprendió el Mundial que hizo Casillas? ¿Es achacable a la falta de confianza?
—Son cosas que pueden pasar. El problema de un portero es que a su espalda no haya una red sino un precipicio. Cuando un portero comete errores ya sabe que recibirá críticas increíbles. Un portero no es siempre infalible, puede cometer errores y causar derrotas. Y cuando se trata de equipos importantes como el Madrid en España o la Juve en Italia, la crítica se hace más feroz y eso te desestabiliza y te hace perder la seguridad.
—¿Por qué le tiene tanto cariño a Casillas si ha sido su rival por ser el mejor del mundo?
—Porque es un buen chico con el que me gusta hablar cuando nos vemos en el campo. Ha sido y sigue siendo un gran portero.
—¿Hay química?
—Puede ser. Hay aprecio porque no son muchos los que pueden preciarse de haber hecho lo que hemos hecho nosotros. También tengo buena relación con Cech. Pienso que estuvo a un nivel similar al nuestro, pero con la mala suerte de jugar en una selección que no estaba en el escaparate.
—¿Qué es lo que más le gusta de Casillas?
—La continuidad que tuvo en su carrera, el hecho de ser determinante en tantas ocasiones. Y técnicamente es un portero sin defectos. Cuando juegas tanto tiempo en el Madrid y la selección, es que no los tienes.
—Casillas dice que la gente se cansa de ver siempre la misma cara.
—A la gente le gusta cambiar. Idolatrar a jugadores nuevos. Pero también hay jugadores que nacen para escribir la historia, como le decía. No se puede ir contra un destino ya escrito, pero estas personas son pocas, son excepciones. No todos los jugadores pueden escribir la historia en el Madrid o con España.
—Tras su suplencia, ¿qué ve ahora en la cara de Iker?
—Esa situación anómala con el tiempo te puede ayudar a reencontrar esa rabia, esa decisión para poder demostrar que no estás acabado. Porque después de muchos años de carrera casi eres un adicto a las sensaciones que viviste tantos años. También existe el riesgo de que uno se relaje y no aprecie de la misma manera lo que hace. Cuando te pasa algo así tienes que reaccionar con vehemencia.
—¿Le ha pasado eso a Iker Casillas?
—No sé, cada uno es diferente. Sé que a mí esa situación me habría tocado las pelotas.
—¿Le debe el fútbol a Buffon un Balón de Oro?
—Nunca me gustaron los que dicen ‘yo hubiera podido hacer’ o ‘no hubiera podido hacer’. No lo gané y basta, no hay que decirlo mucho más. Lo que he hecho y lo que soy lo puede ver cualquiera, eso es suficiente para juzgar.
—¿Qué opinión tiene del Balón de Oro?
—No se entienden bien las bases sobre las que se entrega. No entiendo si se sigue asignando al jugador más fuerte, al que ganó más... Si lo quieres asignar al jugador más fuerte sabes que en estos últimos años y en los próximos 10, se lo tienes que dar a Cristiano o a Messi.
—¿Para un portero es imposible?
—Podría pasar en un caso excepcional, por ejemplo si ganas un Mundial o una Champions y eres protagonista en los cuartos, en la semifinal y en la final porque has parado dos o tres penaltis en cada tanda. De todas formas eso no me atormenta.
—¿Tras 20 años su relación con los entrenadores es de igual a igual?
—Creo que a los entrenadores siempre hay que respetarlos, considerarlos los jefes del grupo. Luego está claro que con la edad varía la forma de relacionarte con ellos. La cosa se hace más paritaria y creo que puede ser justo. Ahí es cuando el jugador tiene que ser inteligente para aceptar las decisiones. Y el entrenador tiene que tomar las decisiones con serenidad.
—¿Le gustan más los entrenadores como Ancelotti o como Mourinho?
—A mí me gustan los entrenadores que consiguen sacar el máximo provecho del equipo.
—¿Cómo fue su relación con Ancelotti en el Parma? A usted no le ponía con 17 años.
—Debuté el año anterior a que él llegase y estaba Bucci, tercer portero de Italia. Tuvimos una relación muy buena. Aún sigo hablando, tanto con Ancelotti como con Wiliam Vecchi, que es un gran entrenador de porteros que recuerdo con cariño. Y creo que Carlo ya en esos tiempos daba señales de poder llegar a ser un gran entrenador.
—¿Le gustaba Vecchi?
—Mucho, era muy bueno. Se trabajaba muy duro con él, pero creo que parte de lo que soy también se lo debo a aquel trabajo duro.
—¿Pensaba que Ancelotti haría jugar al Madrid tan bien?
—Sí, porque tiene los conocimientos tácticos y humanos para poder entrenar a equipos como el Madrid. Es el entrenador ideal para un club como el Real Madrid.
—¿Como vivió aquel interés de Florentino en 2004?
—No creo que nunca haya habido interés real, porque al Madrid no le hacía falta yo. Siempre ha tenido a porteros muy buenos.
—¿Le habría gustado jugar en el Madrid?
—Es cierto que cuando eres niño sueñas con jugar en los grandes equipos, los más conocidos, de más tradición y los que ganan más. Por lo tanto soñaba con jugar en la Juve, en el Milan, en el Inter, en el Madrid, en el Barcelona, en el Liverpool...
—¿Qué le falta a la Juve para volver al ‘top’ de Europa?
—A la Juve le falta lo que le falta a todos los equipos que no ganan la Champions, es decir Cristiano Ronaldo, Messi… Es mucho porque cuando tienes la seguridad de tener a dos jugadores que, por muy mal que vaya la cosa, como mínimo marcan al menos un gol, y ya empiezas en seguida con 1-0. Es una buena ventaja...
—No, no los he contado…
—Son 875. ¿Dónde encuentra la motivación?
—En el desafío, en querer asombrar y escribir páginas importantes en el fútbol. Es una cuestión de amor propio.
—De niño prodigio del Parma a capitán de la ‘Azurra’ y la Juve. ¿Cómo ha sido el camino?
—Ha sido un recorrido muy bonito. He cambiado mucho. Al principio era un chico con todos las virtudes y los defectos de los chavales. Ahora soy una persona adulta, más madura y reflexiva, que espera no cometer algunos errores.
—¿Qué errores ha cometido?
—Los guardo para mí. Aparte de eso, como portero mis características han cambiado. Habré mejorado en muchas cosas por el trabajo y la experiencia, y quizá sea un portero un poco más defensivo, porque cuando era un chaval tenía esa superpotencia física y esa exuberancia que luego vas perdiendo con el paso del tiempo.
—¿Se siente cómodo en el papel de mito?
—No, no, los mitos parecen tener algo de poco humano y no me gustan. Yo soy un deportista con alma, con corazón, bonito o feo o como sea, eso lo deben juzgar los demás. Me considero un futbolista que ha marcado una parte de la historia del fútbol italiano, europeo y mundial. Pero uno se convierte en mito cuando muere. Espero que sea en un futuro muy lejano (risas).
—Termina contrato con 39 años. ¿En Italia se respeta más al jugador veterano?
—El respeto depende de las prestaciones que uno ofrece. No es que el club (la Juve) tenga una deuda conmigo, porque en el momento en que uno juega recibe dinero, la gente lo idolatra, se le permite trabajar y cuidarse de la mejor manera posible. Es una situación de paridad. No hay que pedirle más al club. Me prolongaron el contrato, creo, porque en el campo he demostrado merecerlo.
—¿Siempre quiso ser portero?
—Al principio, de niño, me gustaba más hacer goles. Idolatraba a gente como Mattheus, Gullit, Van Basten, Baggio y Schillaci en Italia. Pero luego me fui apasionando por el papel del portero. Creo que todo está escrito cuando naces.
—¿Qué le apasionó de ser portero?
—Siempre me gustó sentirme diferente de los demás, y en esto el portero es el único que tiene un uniforme propio, el único que puede jugar con las manos, llevar guantes o gorra. Con el tiempo aprendí a gozar del hecho de que un portero puede transmitir mucho al equipo desde el punto de vista del carácter.
—¿Cómo ha cambiado el puesto en 20 años?
—Ahora hay una tendencia a jugar más con el equipo, a jugar con los pies, a empezar una acción del juego, a ser siempre partícipe. Pero nunca tuve problemas en esto porque incluso al principio en el Parma, en los juveniles, con Malesani, yo jugaba como líbero. Hace tiempo parecía raro ver a un portero como yo jugar fuera del área e intervenir en la acción. Ahora es lo que se busca. Lo prefiero, me ayuda a no perder la concentración.
—¿Quién fue su referente?
—Me gustó mucho Thomas N’Kono, portero del Camerún y del Español (a su primer hijo lo llamó Thomas por él), al que empecé a ver en el Mundial del 90. Era muy folclórico, pero también era muy bueno. Nunca he visto a nadie despejar de puños como él. Y era un tío carismático.
—-¿En quién se fijó después?
—Italia siempre tuvo buenos porteros: Zenga, Peruzzi, Pagliuca, Marchegiani. Fuera me gustaba Schmeichel, por su personalidad y decisión.
—Casillas y Keylor, Neuer y Reina, Bravo y Ter Stegen, Cesch y Courtois. ¿Cómo vive la tendencia de los grandes a tener dos titulares en el puesto?
-—Creo que al final en todos los equipos siempre hay un portero titular y otro secundario, aunque los dos tengan mucho nivel. Pero sueles saber dentro de ti si eres titular. Ahora, que haya poca diferencia es normal, en ese puesto o en cualquier otro.
—¿Está de acuerdo con aquella alternancia entre Casillas y Diego López en el Madrid?
—No sé si estoy de acuerdo con esto. Yo me sentiría penalizado. Cuando estoy bien prefiero jugar todos los partidos, porque me sigo sintiendo fuerte. Claro que si los resultados le dan razón al entrenador que hace eso es probable que eso se pueda convertir en una moda y hay riesgo de que muchos la copien. No obstante, como un equipo de este calibre puede jugar unos 60 partidos al año, en caso de que el portero titular no juegue 15 no va a ser un problema: si descansas esporádicamente puedes preparar mejor el siguiente partido.
—En su carrera ha tenido momentos malos, lesiones, críticas… ¿Qué le pasa a un portero cuando le quitan la confianza?
—Mire, no creo que Buffon haya sido cuestionado nunca por la Prensa. El único momento en que alguien pensó en mi decadencia hipotética fue cuando me lesioné la espalda. Era normal tener dudas y pensar que podía dejar de jugar o de acabar mi carrera de una manera mediocre. Pero se ve que quien escribió mi historia la escribió de otra manera (risas).
—¿Le sorprendió la situación que vivió Casillas?
—Me quedé muy sorprendido, la verdad. A un portero de su nivel, en un club como el Madrid, es difícil pensar que se le pueda discutir o dejarle a parte.
—¿Le sorprendió el Mundial que hizo Casillas? ¿Es achacable a la falta de confianza?
—Son cosas que pueden pasar. El problema de un portero es que a su espalda no haya una red sino un precipicio. Cuando un portero comete errores ya sabe que recibirá críticas increíbles. Un portero no es siempre infalible, puede cometer errores y causar derrotas. Y cuando se trata de equipos importantes como el Madrid en España o la Juve en Italia, la crítica se hace más feroz y eso te desestabiliza y te hace perder la seguridad.
—¿Por qué le tiene tanto cariño a Casillas si ha sido su rival por ser el mejor del mundo?
—Porque es un buen chico con el que me gusta hablar cuando nos vemos en el campo. Ha sido y sigue siendo un gran portero.
—¿Hay química?
—Puede ser. Hay aprecio porque no son muchos los que pueden preciarse de haber hecho lo que hemos hecho nosotros. También tengo buena relación con Cech. Pienso que estuvo a un nivel similar al nuestro, pero con la mala suerte de jugar en una selección que no estaba en el escaparate.
—¿Qué es lo que más le gusta de Casillas?
—La continuidad que tuvo en su carrera, el hecho de ser determinante en tantas ocasiones. Y técnicamente es un portero sin defectos. Cuando juegas tanto tiempo en el Madrid y la selección, es que no los tienes.
—Casillas dice que la gente se cansa de ver siempre la misma cara.
—A la gente le gusta cambiar. Idolatrar a jugadores nuevos. Pero también hay jugadores que nacen para escribir la historia, como le decía. No se puede ir contra un destino ya escrito, pero estas personas son pocas, son excepciones. No todos los jugadores pueden escribir la historia en el Madrid o con España.
—Tras su suplencia, ¿qué ve ahora en la cara de Iker?
—Esa situación anómala con el tiempo te puede ayudar a reencontrar esa rabia, esa decisión para poder demostrar que no estás acabado. Porque después de muchos años de carrera casi eres un adicto a las sensaciones que viviste tantos años. También existe el riesgo de que uno se relaje y no aprecie de la misma manera lo que hace. Cuando te pasa algo así tienes que reaccionar con vehemencia.
—¿Le ha pasado eso a Iker Casillas?
—No sé, cada uno es diferente. Sé que a mí esa situación me habría tocado las pelotas.
—¿Le debe el fútbol a Buffon un Balón de Oro?
—Nunca me gustaron los que dicen ‘yo hubiera podido hacer’ o ‘no hubiera podido hacer’. No lo gané y basta, no hay que decirlo mucho más. Lo que he hecho y lo que soy lo puede ver cualquiera, eso es suficiente para juzgar.
—¿Qué opinión tiene del Balón de Oro?
—No se entienden bien las bases sobre las que se entrega. No entiendo si se sigue asignando al jugador más fuerte, al que ganó más... Si lo quieres asignar al jugador más fuerte sabes que en estos últimos años y en los próximos 10, se lo tienes que dar a Cristiano o a Messi.
—¿Para un portero es imposible?
—Podría pasar en un caso excepcional, por ejemplo si ganas un Mundial o una Champions y eres protagonista en los cuartos, en la semifinal y en la final porque has parado dos o tres penaltis en cada tanda. De todas formas eso no me atormenta.
—¿Tras 20 años su relación con los entrenadores es de igual a igual?
—Creo que a los entrenadores siempre hay que respetarlos, considerarlos los jefes del grupo. Luego está claro que con la edad varía la forma de relacionarte con ellos. La cosa se hace más paritaria y creo que puede ser justo. Ahí es cuando el jugador tiene que ser inteligente para aceptar las decisiones. Y el entrenador tiene que tomar las decisiones con serenidad.
—¿Le gustan más los entrenadores como Ancelotti o como Mourinho?
—A mí me gustan los entrenadores que consiguen sacar el máximo provecho del equipo.
—¿Cómo fue su relación con Ancelotti en el Parma? A usted no le ponía con 17 años.
—Debuté el año anterior a que él llegase y estaba Bucci, tercer portero de Italia. Tuvimos una relación muy buena. Aún sigo hablando, tanto con Ancelotti como con Wiliam Vecchi, que es un gran entrenador de porteros que recuerdo con cariño. Y creo que Carlo ya en esos tiempos daba señales de poder llegar a ser un gran entrenador.
—¿Le gustaba Vecchi?
—Mucho, era muy bueno. Se trabajaba muy duro con él, pero creo que parte de lo que soy también se lo debo a aquel trabajo duro.
—¿Pensaba que Ancelotti haría jugar al Madrid tan bien?
—Sí, porque tiene los conocimientos tácticos y humanos para poder entrenar a equipos como el Madrid. Es el entrenador ideal para un club como el Real Madrid.
—¿Como vivió aquel interés de Florentino en 2004?
—No creo que nunca haya habido interés real, porque al Madrid no le hacía falta yo. Siempre ha tenido a porteros muy buenos.
—¿Le habría gustado jugar en el Madrid?
—Es cierto que cuando eres niño sueñas con jugar en los grandes equipos, los más conocidos, de más tradición y los que ganan más. Por lo tanto soñaba con jugar en la Juve, en el Milan, en el Inter, en el Madrid, en el Barcelona, en el Liverpool...
—¿Qué le falta a la Juve para volver al ‘top’ de Europa?
—A la Juve le falta lo que le falta a todos los equipos que no ganan la Champions, es decir Cristiano Ronaldo, Messi… Es mucho porque cuando tienes la seguridad de tener a dos jugadores que, por muy mal que vaya la cosa, como mínimo marcan al menos un gol, y ya empiezas en seguida con 1-0. Es una buena ventaja...