Griezmann acerca el derbi en la Copa del Rey
Barcelona, As
Con un ratito de Griezmann, que entró al partido tras el descanso y 20 minutos después ya había aplacado el atisbo de revuelta de un dignísimo L’Hospitalet, le bastó al Atleti para encarrilar la eliminatoria que debe, salvo milagro descomunal en el Manzanares, servir de aperitivo a un derbi contra el Madrid en octavos. Tras unos días complicados, con un once plagado de meritorios y en un césped artificial y mojado que daba pánico, el único objetivo de los del Cholo era evitar sustos y pasar página. Lo logró sin brillo ni apuros.
El Atleti saltó al campo con una camiseta con mensaje (‘Fútbol sin violencia’) y el partido, declarado de alto riesgo por reacción, no tuvo incidentes ni recuerdos desagradables desde la grada. Fue un apacible regreso a la normalidad. Así el balón rodó en paz y el encuentro sirvió para observar fuera de la jaula a varios futbolistas bajo sospecha. Salió reforzado Cerci, el único que rompió el tedio en la primera parte. No sucumbió el italiano, estrella agobiada, a la tentación de dejarse llevar en un escenario por debajo de su caché. Ha entendido el mensaje: con Simeone, lo innegociable es la actitud. Le faltó ante el Depor y la pitada del Manzanares le sirvió de despertador. Aún está a tiempo de llegar.
A los 11 minutos, Cerci enganchó una buena volea abajo que provocó una estupenda parada de Óliver, que en realidad es Benji, como demostró poco después ante un gran disparo de Gabi. Sin mucho interés y con un novedoso 4-3-3, el Atleti goteaba oportunidades casi sin querer. Un cabezazo de Raúl Jiménez al larguero tras un centro de Cerci, un cabezazo de Giménez, un disparo rozando el poste del italiano, un aviso de Cebollazo lejano...
El L’Hospitalet nunca se encerró y buscaba la heroicidad a través de Bueno, que sacó los colores a Mario Suárez en una falta fuera del área (por poco) que Borbalán ni pitó. Mario fue la antítesis de Cerci: desinteresado y con pinta de haber asumido que su tiempo en el Ateti se agota. Tampoco mejoraron su situación Siqueira y Raúl Jiménez, a los que no les faltaron ganas sino fútbol. Oblak, por su parte, dejó el examen en blanco: ni le tiraron. Eso sí, exhibió un saque con la mano digno de un lanzador de martillo. Sí gustó la imberbe pareja de centrales, Giménez-Lucas, tranquila y efectiva.
Simeone reactivó el partido dando entrada a Griezmann y fue como la inyección de adrenalina a Uma Thurman en Pulp Fiction: el Atleti se levantó como una moto y pudo marcar tres goles en los primeros cinco minutos: un centro-chut al larguero de Griezmann, un cabezazo de Cerci que sacó bajo palos Via y un tanto mal anulado a Giménez por fuera de juego. Otro partido.
Y al L’Hospitalet no le asustó el desafío, buscando su bala de plata en un disparo cruzado de Merchán y una bonita jugada entre Peque y Nano. No dio en el blanco y Griezmann no perdonó al cabecear picado un centro de Gámez en el 66’. El gol ahogó la ilusión local y el Atleti, sin prisa ni pausa, rodeó a Óliver. Cerci, velocísimo, provocó un penalti claro e ingenuo de Agustín que transformó Gabi en el 81’. Y de inmediato, Raúl Jiménez no encontró un respiro cuando Borbalán le anuló un gol por discutible fuera de juego posicional de Cerci.
Aún quedaba que el Atleti cerrase la eliminatoria con un zurdazo magnífico del Cebolla desde fuera del área. El genuino Cebollazo que hace tanto tiempo que no se veía. Bonito final a un partido amable, justo lo que el Atleti necesitaba en este momento. Griezmann y Cerci se encargaron de dárselo.
Con un ratito de Griezmann, que entró al partido tras el descanso y 20 minutos después ya había aplacado el atisbo de revuelta de un dignísimo L’Hospitalet, le bastó al Atleti para encarrilar la eliminatoria que debe, salvo milagro descomunal en el Manzanares, servir de aperitivo a un derbi contra el Madrid en octavos. Tras unos días complicados, con un once plagado de meritorios y en un césped artificial y mojado que daba pánico, el único objetivo de los del Cholo era evitar sustos y pasar página. Lo logró sin brillo ni apuros.
El Atleti saltó al campo con una camiseta con mensaje (‘Fútbol sin violencia’) y el partido, declarado de alto riesgo por reacción, no tuvo incidentes ni recuerdos desagradables desde la grada. Fue un apacible regreso a la normalidad. Así el balón rodó en paz y el encuentro sirvió para observar fuera de la jaula a varios futbolistas bajo sospecha. Salió reforzado Cerci, el único que rompió el tedio en la primera parte. No sucumbió el italiano, estrella agobiada, a la tentación de dejarse llevar en un escenario por debajo de su caché. Ha entendido el mensaje: con Simeone, lo innegociable es la actitud. Le faltó ante el Depor y la pitada del Manzanares le sirvió de despertador. Aún está a tiempo de llegar.
A los 11 minutos, Cerci enganchó una buena volea abajo que provocó una estupenda parada de Óliver, que en realidad es Benji, como demostró poco después ante un gran disparo de Gabi. Sin mucho interés y con un novedoso 4-3-3, el Atleti goteaba oportunidades casi sin querer. Un cabezazo de Raúl Jiménez al larguero tras un centro de Cerci, un cabezazo de Giménez, un disparo rozando el poste del italiano, un aviso de Cebollazo lejano...
El L’Hospitalet nunca se encerró y buscaba la heroicidad a través de Bueno, que sacó los colores a Mario Suárez en una falta fuera del área (por poco) que Borbalán ni pitó. Mario fue la antítesis de Cerci: desinteresado y con pinta de haber asumido que su tiempo en el Ateti se agota. Tampoco mejoraron su situación Siqueira y Raúl Jiménez, a los que no les faltaron ganas sino fútbol. Oblak, por su parte, dejó el examen en blanco: ni le tiraron. Eso sí, exhibió un saque con la mano digno de un lanzador de martillo. Sí gustó la imberbe pareja de centrales, Giménez-Lucas, tranquila y efectiva.
Simeone reactivó el partido dando entrada a Griezmann y fue como la inyección de adrenalina a Uma Thurman en Pulp Fiction: el Atleti se levantó como una moto y pudo marcar tres goles en los primeros cinco minutos: un centro-chut al larguero de Griezmann, un cabezazo de Cerci que sacó bajo palos Via y un tanto mal anulado a Giménez por fuera de juego. Otro partido.
Y al L’Hospitalet no le asustó el desafío, buscando su bala de plata en un disparo cruzado de Merchán y una bonita jugada entre Peque y Nano. No dio en el blanco y Griezmann no perdonó al cabecear picado un centro de Gámez en el 66’. El gol ahogó la ilusión local y el Atleti, sin prisa ni pausa, rodeó a Óliver. Cerci, velocísimo, provocó un penalti claro e ingenuo de Agustín que transformó Gabi en el 81’. Y de inmediato, Raúl Jiménez no encontró un respiro cuando Borbalán le anuló un gol por discutible fuera de juego posicional de Cerci.
Aún quedaba que el Atleti cerrase la eliminatoria con un zurdazo magnífico del Cebolla desde fuera del área. El genuino Cebollazo que hace tanto tiempo que no se veía. Bonito final a un partido amable, justo lo que el Atleti necesitaba en este momento. Griezmann y Cerci se encargaron de dárselo.