El Valencia y Feghouli liquidan a un Rayo flojo en media hora
Valencia, As
El Valencia no estaba muerto. Quizás disperso. Pero ayer volvió por sus fueros, por esos en los que resuelve los partidos mucho antes del descanso, como a principio de curso. Las buenas intenciones futbolísticas de Paco Jémez las hizo añicos Feghouli. Y también Piatti. Casualidad o no, fue reparecer en el once el argentino y el Valencia recuperar su velocidad, llegada y pegada.
Temía Paco Jémez que los suyos estuvieran relajados por aquello de verse a siete puntos del descenso y desde luego sus defensas no estuvieron tan metidos en el juego como sí los atacantes de Nuno. Pronto, a los ocho minutos, quedó en evidencia. Barragán, quien se somete sin merecerlo a un juicio público desde hace tiempo cada vez que se dispone a centrar y que minutos antes había reclamado penalti, colocó un preciso balón a la cabeza de Feghouli, que le ganó la espalda a Amaya y Morcillo sin que le vieran venir.
Con ese gol el Valencia se quitó los miedos que arrastraba por llevar cuatro jornadas sin ganar. Además, la ausencia de Parejo esta vez no fue significativa. Con De Paul comenzaba la línea de presión y a Jozabed y Baena les costaba encontrar su lugar. Al Rayo se aferraba a la movilidad de Kakuta, a los fallidos intentos de Aquino de zafarse de Gayà y a la presencia de Leo. De hecho, pudieron lograr la igualada merced a un exceso de confianza de Alves a la hora de jugar con los pies, pero Leo Batistao se hizo un lío y la cosa quedó ahí. En nada. Y claro, cuando perdonas...
Pues eso. Que llegó Feghouli e hizo el segundo. Gol de mala pata para el Rayo, la verdad, porque el despeje de Cristian tras remate de cabeza de Negredo impactó en la rodilla de Morcillo y el balón cayó a los pies de Feghouli. Y sin tiempo para desperta, el Rayo encajó el tercero. Ese fue un gol de precisión y velocidad. De Paul a Negredo, éste a Piatti y cual galgo tras el conejo el argentino dejó en evidencia a Amaya y se la cruzó a Cristian.
Prácticamente ahí terminó el partido. Por más que Paco Jémez diera entrada a Manucho y se la jugara con línea de tres en defensa; por más que Negredo intentara estrenarse en Mestalla; por más que Leo y Aquino hicieran lucirse a Diego Alves; por más que Teixeira Vitienes expulsara a André Gomes (y se llevara por ello una sonoda pitada); por más que Rodrigo tuviera la ocasión de ganar en confianza... el partido estaba más que resuelto desde antes del descanso.
El Valencia no estaba muerto. Quizás disperso. Pero ayer volvió por sus fueros, por esos en los que resuelve los partidos mucho antes del descanso, como a principio de curso. Las buenas intenciones futbolísticas de Paco Jémez las hizo añicos Feghouli. Y también Piatti. Casualidad o no, fue reparecer en el once el argentino y el Valencia recuperar su velocidad, llegada y pegada.
Temía Paco Jémez que los suyos estuvieran relajados por aquello de verse a siete puntos del descenso y desde luego sus defensas no estuvieron tan metidos en el juego como sí los atacantes de Nuno. Pronto, a los ocho minutos, quedó en evidencia. Barragán, quien se somete sin merecerlo a un juicio público desde hace tiempo cada vez que se dispone a centrar y que minutos antes había reclamado penalti, colocó un preciso balón a la cabeza de Feghouli, que le ganó la espalda a Amaya y Morcillo sin que le vieran venir.
Con ese gol el Valencia se quitó los miedos que arrastraba por llevar cuatro jornadas sin ganar. Además, la ausencia de Parejo esta vez no fue significativa. Con De Paul comenzaba la línea de presión y a Jozabed y Baena les costaba encontrar su lugar. Al Rayo se aferraba a la movilidad de Kakuta, a los fallidos intentos de Aquino de zafarse de Gayà y a la presencia de Leo. De hecho, pudieron lograr la igualada merced a un exceso de confianza de Alves a la hora de jugar con los pies, pero Leo Batistao se hizo un lío y la cosa quedó ahí. En nada. Y claro, cuando perdonas...
Pues eso. Que llegó Feghouli e hizo el segundo. Gol de mala pata para el Rayo, la verdad, porque el despeje de Cristian tras remate de cabeza de Negredo impactó en la rodilla de Morcillo y el balón cayó a los pies de Feghouli. Y sin tiempo para desperta, el Rayo encajó el tercero. Ese fue un gol de precisión y velocidad. De Paul a Negredo, éste a Piatti y cual galgo tras el conejo el argentino dejó en evidencia a Amaya y se la cruzó a Cristian.
Prácticamente ahí terminó el partido. Por más que Paco Jémez diera entrada a Manucho y se la jugara con línea de tres en defensa; por más que Negredo intentara estrenarse en Mestalla; por más que Leo y Aquino hicieran lucirse a Diego Alves; por más que Teixeira Vitienes expulsara a André Gomes (y se llevara por ello una sonoda pitada); por más que Rodrigo tuviera la ocasión de ganar en confianza... el partido estaba más que resuelto desde antes del descanso.