El sueño (latino) americano
Cuenta Sofía Vergara que se marchó de su Colombia natal porque no tenía nada que perder
Consciente de que la suerte, y su cuerpo, la han ayudado, abre el camino a las actrices latinas
Rocío Ayuso
Los Angeles, El País
Sofía Vergara será para siempre la actriz colombiana que conquistó Hollywood. Pero a sus 42 años la estrella de la serie Modern Family está de estreno: acaba de conseguir la nacionalidad estadounidense. Y dado su caracter extrovertido, ella no es de las que se lo calla, la intérprete está haciendo estos días su ronda en los programas más populares de la televisión estadounidense presumiendo de su nuevo pasaporte. Una nueva condición que en el set de la comedia que le dio la fama solo es motivo de bromas.
“He oído que Rosetta Stone [un programa para estudiar idiomas] es un buen método para aprender castellano”, dice la actriz entre risas cuando le preguntan eso de cuál es la mejor forma de aprender el español. “¡Otro patrocinio que se ha buscado la tía!”, replica con tonillo y mucho humor su compañero de rodaje Ty Burrell (Phil Dunphy en la ficción). “¿Otro más? ¡No!”, añade en un ataque de pánico fingido otro de sus compañeros de reparto, Jesse Tyler Ferguson (su hijastro Mitchell en la serie), bromeando sobre los múltiples negocios de esta actriz, ya de habitual el rostro de Pepsi Light, de la marca de maquillaje Cover Girl, de la aseguradora State Farm o la medicina Synthroid, entre otros. “Soy Sofía Vergara y apoyo Rosetta Stone”, remata Burrell en un mal pronunciado acento español. Ella no se tiene en pie de las carcajadas.
Es un día más en el set de Modern Family, que se rueda desde 2009 en los estudios Fox, en el barrio de Culver City (California, EE UU). Ese es el segundo hogar de Vergara y se podría decir que el lugar de su nacimiento en EE UU. Porque la despampanante actriz nació en Barranquilla (Colombia) en 1972 y para cuando el gran público la descubrió ya tenía una carrera como modelo y actriz en su país natal y en los medios hispanos estadounidenses. Pero fue su papel como Gloria Delgado-Pritchett en esta comedia con tono de falso documental el que la convirtió en estrella, esa que Forbes describe como la mujer mejor pagada de la televisión estadounidense (15,2 millones de euros anuales), la que está entre las 50 más guapas según People, y una de las hispanas más influyentes en Hollywood, descripción en la que coinciden tanto The Hollywood Reporter como Billboard. “Muchas chicas me dan las gracias porque ahora reciben más ofertas de trabajo para interpretar a hispanas con acento. En la televisión se les ha quitado el miedo a la hora de contar con alguien con acento”, admite.
Es de los pocos logros de los que se vanagloria. Los demás se los adjudica a su suerte. O a Dios. Porque esta católica de cuna no se corta un pelo al atribuirle a su creador las buenas razones de su éxito. “He hecho carrera de esto”, asegura levantando pecho con el mismo humor con el que habla siempre. “Y de esto”, añade mostrando el trasero. “Claro que tengo más que ofrecer pero ambos son parte de quien soy y sería terrible no hacer uso de lo que Dios me dio. Me lo dio por una razón”, resume en esa mezcla en la que se hace difícil distinguir a la Gloria de ficción de la Sofía real.
También le da gracias a su suerte por la carrera que disfruta. “Mucha suerte”, subraya de las oportunidades que le han ido saliendo. Como sopesa ahora, el futuro de cualquier colombiana de su generación era casarse y ser ama de casa. Vergara hizo las dos cosas, se casó, fue ama de casa y tuvo un hijo, Manolo, que ahora tiene 22 años. Además, se divorció, cursó estudios para ser dentista y se marchó a hacer las Américas con los dones que le dio Dios. “No tuve miedo porque tampoco tenía nada que perder. ¿Qué es lo peor que me podía pasar?”, dice quitándose importancia. Total, como dice, Colombia está a nada de avión y “están muy americanizados”. Realmente lo peor que le podía pasar no tiene nada que ver con su carrera estadounidense. Vergara perdió un hermano, asesinado en Bogotá, y otro lleva años luchando contra las drogas aunque parece un problema superado. También tuvo cáncer en la tiroide. Así que las cosas que le preocupan es que le pase algo a su hijo. Pero mientras haya salud y dinero, el resto es secundario. Por ejemplo la lucha contra los paparazis. Pocas actrices hablan tanto de su vida personal, aunque quizá no todo lo que uno querría. Porque Vergara no menciona con nombre y apellido a ese Tom Cruise de quien, al parecer, salió huyendo en cuanto se olió todo el tema de la Cienciología. Pero sí habla en general de sus conquistas. “He tenido muchos novios. Muy majos. Ha sido mi elección porque durante muchos años fui una divorciada criando a mi hijo y no me apetecía traerme a nadie a vivir conmigo, así que hice lo que las chicas norteamericanas hacen cuando tienen 20, 30 o 40 años. Tienen novios”, resume de su animada pero poco escandalosa vida sentimental, esa que en los últimos meses la ha unido a Joe Manganiello, también actor —conocido como el hombre lobo de la serie True Blood—.
Ahora que Manolo ya no está en casa, hay más posibilidades de boda, pero Vergara no tiene prisa. Se la escucha a gusto sola en casa, siempre con un pastel en la nevera no solo porque es una golosa con pocas dotes para la cocina sino para tener algo que ofrecer si llegan visitas. Y como familia ya tiene la del plató. “Siempre les llamo mi familia americana”, confiesa alguien que si no se vuelve a casar es, entre otras razones por no montar el gran bodorrio con familiares salidos de las piedras. Como dice: “Una boda no es como un cumpleaños que te puedes dejar a alguien fuera”. En Modern Family ya llevan cinco años juntos y se nota. “No hay una mala pelea. Al menos que yo sepa. Me han ayudado mucho. Especialmente con el inglés”, agrega con ese tonillo tan de Gloria al hablar. “Hay muchas veces que no sé donde acaba Gloria y donde empieza Sofía. Y que me veo en situaciones que echo mano a cómo reaccionaría Gloria en algo así”, confiesa riendo.
¿Y cuando se acabe esta gran familia? ¿Entonces qué? El rostro de Sofía se ilumina con una sonrisa de lado a lado. No puede sonar más honesta y realista. “Me encantaría que Modern Family durara toda la vida pero sé que eso no va a ocurrir”, dice. “He intentando ser inteligente y diversificar en otros negocios para poder descansar cuando llegue el momento. Ya he pasado los 40 y espero tener la energía de continuar en esto pero no quiero la presión. Prefiero diversificar. Para poderme relajar como actriz”, cuenta sobre sus planes futuros. Cuando termine la serie confiesa abiertamente que lo que más echará de menos es el dinero. Como se decía al principio, ella es de las que no se calla.
Consciente de que la suerte, y su cuerpo, la han ayudado, abre el camino a las actrices latinas
Rocío Ayuso
Los Angeles, El País
Sofía Vergara será para siempre la actriz colombiana que conquistó Hollywood. Pero a sus 42 años la estrella de la serie Modern Family está de estreno: acaba de conseguir la nacionalidad estadounidense. Y dado su caracter extrovertido, ella no es de las que se lo calla, la intérprete está haciendo estos días su ronda en los programas más populares de la televisión estadounidense presumiendo de su nuevo pasaporte. Una nueva condición que en el set de la comedia que le dio la fama solo es motivo de bromas.
“He oído que Rosetta Stone [un programa para estudiar idiomas] es un buen método para aprender castellano”, dice la actriz entre risas cuando le preguntan eso de cuál es la mejor forma de aprender el español. “¡Otro patrocinio que se ha buscado la tía!”, replica con tonillo y mucho humor su compañero de rodaje Ty Burrell (Phil Dunphy en la ficción). “¿Otro más? ¡No!”, añade en un ataque de pánico fingido otro de sus compañeros de reparto, Jesse Tyler Ferguson (su hijastro Mitchell en la serie), bromeando sobre los múltiples negocios de esta actriz, ya de habitual el rostro de Pepsi Light, de la marca de maquillaje Cover Girl, de la aseguradora State Farm o la medicina Synthroid, entre otros. “Soy Sofía Vergara y apoyo Rosetta Stone”, remata Burrell en un mal pronunciado acento español. Ella no se tiene en pie de las carcajadas.
Es un día más en el set de Modern Family, que se rueda desde 2009 en los estudios Fox, en el barrio de Culver City (California, EE UU). Ese es el segundo hogar de Vergara y se podría decir que el lugar de su nacimiento en EE UU. Porque la despampanante actriz nació en Barranquilla (Colombia) en 1972 y para cuando el gran público la descubrió ya tenía una carrera como modelo y actriz en su país natal y en los medios hispanos estadounidenses. Pero fue su papel como Gloria Delgado-Pritchett en esta comedia con tono de falso documental el que la convirtió en estrella, esa que Forbes describe como la mujer mejor pagada de la televisión estadounidense (15,2 millones de euros anuales), la que está entre las 50 más guapas según People, y una de las hispanas más influyentes en Hollywood, descripción en la que coinciden tanto The Hollywood Reporter como Billboard. “Muchas chicas me dan las gracias porque ahora reciben más ofertas de trabajo para interpretar a hispanas con acento. En la televisión se les ha quitado el miedo a la hora de contar con alguien con acento”, admite.
Es de los pocos logros de los que se vanagloria. Los demás se los adjudica a su suerte. O a Dios. Porque esta católica de cuna no se corta un pelo al atribuirle a su creador las buenas razones de su éxito. “He hecho carrera de esto”, asegura levantando pecho con el mismo humor con el que habla siempre. “Y de esto”, añade mostrando el trasero. “Claro que tengo más que ofrecer pero ambos son parte de quien soy y sería terrible no hacer uso de lo que Dios me dio. Me lo dio por una razón”, resume en esa mezcla en la que se hace difícil distinguir a la Gloria de ficción de la Sofía real.
También le da gracias a su suerte por la carrera que disfruta. “Mucha suerte”, subraya de las oportunidades que le han ido saliendo. Como sopesa ahora, el futuro de cualquier colombiana de su generación era casarse y ser ama de casa. Vergara hizo las dos cosas, se casó, fue ama de casa y tuvo un hijo, Manolo, que ahora tiene 22 años. Además, se divorció, cursó estudios para ser dentista y se marchó a hacer las Américas con los dones que le dio Dios. “No tuve miedo porque tampoco tenía nada que perder. ¿Qué es lo peor que me podía pasar?”, dice quitándose importancia. Total, como dice, Colombia está a nada de avión y “están muy americanizados”. Realmente lo peor que le podía pasar no tiene nada que ver con su carrera estadounidense. Vergara perdió un hermano, asesinado en Bogotá, y otro lleva años luchando contra las drogas aunque parece un problema superado. También tuvo cáncer en la tiroide. Así que las cosas que le preocupan es que le pase algo a su hijo. Pero mientras haya salud y dinero, el resto es secundario. Por ejemplo la lucha contra los paparazis. Pocas actrices hablan tanto de su vida personal, aunque quizá no todo lo que uno querría. Porque Vergara no menciona con nombre y apellido a ese Tom Cruise de quien, al parecer, salió huyendo en cuanto se olió todo el tema de la Cienciología. Pero sí habla en general de sus conquistas. “He tenido muchos novios. Muy majos. Ha sido mi elección porque durante muchos años fui una divorciada criando a mi hijo y no me apetecía traerme a nadie a vivir conmigo, así que hice lo que las chicas norteamericanas hacen cuando tienen 20, 30 o 40 años. Tienen novios”, resume de su animada pero poco escandalosa vida sentimental, esa que en los últimos meses la ha unido a Joe Manganiello, también actor —conocido como el hombre lobo de la serie True Blood—.
Ahora que Manolo ya no está en casa, hay más posibilidades de boda, pero Vergara no tiene prisa. Se la escucha a gusto sola en casa, siempre con un pastel en la nevera no solo porque es una golosa con pocas dotes para la cocina sino para tener algo que ofrecer si llegan visitas. Y como familia ya tiene la del plató. “Siempre les llamo mi familia americana”, confiesa alguien que si no se vuelve a casar es, entre otras razones por no montar el gran bodorrio con familiares salidos de las piedras. Como dice: “Una boda no es como un cumpleaños que te puedes dejar a alguien fuera”. En Modern Family ya llevan cinco años juntos y se nota. “No hay una mala pelea. Al menos que yo sepa. Me han ayudado mucho. Especialmente con el inglés”, agrega con ese tonillo tan de Gloria al hablar. “Hay muchas veces que no sé donde acaba Gloria y donde empieza Sofía. Y que me veo en situaciones que echo mano a cómo reaccionaría Gloria en algo así”, confiesa riendo.
¿Y cuando se acabe esta gran familia? ¿Entonces qué? El rostro de Sofía se ilumina con una sonrisa de lado a lado. No puede sonar más honesta y realista. “Me encantaría que Modern Family durara toda la vida pero sé que eso no va a ocurrir”, dice. “He intentando ser inteligente y diversificar en otros negocios para poder descansar cuando llegue el momento. Ya he pasado los 40 y espero tener la energía de continuar en esto pero no quiero la presión. Prefiero diversificar. Para poderme relajar como actriz”, cuenta sobre sus planes futuros. Cuando termine la serie confiesa abiertamente que lo que más echará de menos es el dinero. Como se decía al principio, ella es de las que no se calla.