El Sevilla se estrella en un muro
Sevilla, As
El Sevilla hizo todo por ganar al Eibar, pero se estrelló contra Irureta y compañía y terminó el año con un empate que le supo a poquísimo para lo que trabajó. Llegó por tierra, mar y aire y disparó más de 15 veces, pero todo le resultó insuficiente. Incluso se le anuló un gol correctamente a Mbia (Bacca estaba en fuera de juego posicional) y Reyes pidió un penalti a última hora. Lo hizo todo, y todo sin resultado. Garitano, el mismo entrenador que salió en los telediarios por decir que los del Atleti eran “unos hijos de puta, te dan mil hostias y te expulsan a ti” planeó un partido al límite. Las seis tarjetas que vio parecieron pocas advirtiendo dónde puso el listón de la agresidad. El Sevilla tardó en entender de qué iba el asunto, pero al final también subió ese nivel.
Emery debía sospechar lo que le esperaba, porque arriesgó con Alexis Vidal de lateral derecho para tener un plan más de ataque. Los galones los llevó Reyes, más en forma que un Banega algo ramplón. A cambio, el Eibar puso todo el orden del mundo pero menos fútbol del que demostró en escenarios como el Camp Nou. Su propuesta, con sus recursos, es admirable, aunque esta vez abusó de patadas y algún codazo como el de Abraham a Mbia.
Como empujaba pero no remataba, Emery tuvo que explorar en las profundidades del armario. Tenía dónde elegir. Bacca, sorprendente suplente, le dio una referencia al ataque. Gameiro había estado más móvil que decisivo en el área, donde no es un jugador demasiado clarividente. Denis también dio cosas. Conducciones, llegadas al área y remates, uno de ellos altísimo. Para cuando salió Deulofeu, al partido le faltaban apenas diez minutos. También hizo sus cosas. Todas, insuficientes. Por un momento pareció que el Eibar no resistiría el asedio. Estuvo convincente el Sevilla, con recursos para lo mecánico que suele ser su fútbol. Pero el Eibar cree en su causa y se mantuvo en pie. Los dos puntos ya no volverán a Nervión pero hay victorias que dejan peor sabor de boca. El Sevilla no debería preocuparse demasiado por el tropiezo. El Eibar, mientras, continúa su maravillosa historia por Primera paseando orden y una capacidad para competir que, de manenerse en esta línea, le dará la permanencia mucho antes de tiempo. Al límite o no del umbral de la agresividad, es ejemplar.
El Sevilla hizo todo por ganar al Eibar, pero se estrelló contra Irureta y compañía y terminó el año con un empate que le supo a poquísimo para lo que trabajó. Llegó por tierra, mar y aire y disparó más de 15 veces, pero todo le resultó insuficiente. Incluso se le anuló un gol correctamente a Mbia (Bacca estaba en fuera de juego posicional) y Reyes pidió un penalti a última hora. Lo hizo todo, y todo sin resultado. Garitano, el mismo entrenador que salió en los telediarios por decir que los del Atleti eran “unos hijos de puta, te dan mil hostias y te expulsan a ti” planeó un partido al límite. Las seis tarjetas que vio parecieron pocas advirtiendo dónde puso el listón de la agresidad. El Sevilla tardó en entender de qué iba el asunto, pero al final también subió ese nivel.
Emery debía sospechar lo que le esperaba, porque arriesgó con Alexis Vidal de lateral derecho para tener un plan más de ataque. Los galones los llevó Reyes, más en forma que un Banega algo ramplón. A cambio, el Eibar puso todo el orden del mundo pero menos fútbol del que demostró en escenarios como el Camp Nou. Su propuesta, con sus recursos, es admirable, aunque esta vez abusó de patadas y algún codazo como el de Abraham a Mbia.
Como empujaba pero no remataba, Emery tuvo que explorar en las profundidades del armario. Tenía dónde elegir. Bacca, sorprendente suplente, le dio una referencia al ataque. Gameiro había estado más móvil que decisivo en el área, donde no es un jugador demasiado clarividente. Denis también dio cosas. Conducciones, llegadas al área y remates, uno de ellos altísimo. Para cuando salió Deulofeu, al partido le faltaban apenas diez minutos. También hizo sus cosas. Todas, insuficientes. Por un momento pareció que el Eibar no resistiría el asedio. Estuvo convincente el Sevilla, con recursos para lo mecánico que suele ser su fútbol. Pero el Eibar cree en su causa y se mantuvo en pie. Los dos puntos ya no volverán a Nervión pero hay victorias que dejan peor sabor de boca. El Sevilla no debería preocuparse demasiado por el tropiezo. El Eibar, mientras, continúa su maravillosa historia por Primera paseando orden y una capacidad para competir que, de manenerse en esta línea, le dará la permanencia mucho antes de tiempo. Al límite o no del umbral de la agresividad, es ejemplar.