Crisis del rublo puede dañar férreo control del poder de Putin

Moscú, Reuters
Rusia no pudo evitar el colapso del rublo el martes, lo que dejó al presidente, Vladimir Putin, con una fuerte crisis cambiaria que podría debilitar su férreo control del poder.


La subida durante la noche de la tasa de interés en 6,5 puntos porcentuales, hasta el 17 por ciento, no logró frenar el hundimiento de la divisa, que alcanzó mínimos récord por la "tormenta perfecta" de bajos precios del petróleo, una recesión inminente y sanciones occidentales por la crisis en Ucrania.

Para la economía, esto significa que lo más probable es que el año que viene haya una recesión más profunda, ya que la alta tasa de interés complicará el crecimiento. Para las empresas implicará mayor incertidumbre y menor acceso a financiación. Para el banco central, una crisis de credibilidad.

Para Putin, aumenta el riesgo de perder dos de los principales pilares en que se basa su apoyo -estabilidad financiera y prosperidad- y presenta un indeseado dolor de cabeza político en un momento en que las relaciones con Occidente están también en crisis por Ucrania.

"Putin se subió a la ola de los precios del petróleo más altos en los años después de que llegó al poder, pero no hay duda de que la economía comenzará a impactar adversamente a la política", dijo Nicholas Spiro, director gerente de Spiro Sovereign Strategy en Londres.

"Están empezando a caer las piezas para afectar la sustentabilidad política de este régimen", dijo a Reuters.

Putin, que alcanzó el poder a finales de 1999, ha disfrutado de índices de popularidad por encima del 80 por ciento desde que Rusia arrebató la península de Crimea a Ucrania en marzo.

No tiene rivales evidentes y sus críticos lo acusan de acallar a los disidentes, al tiempo que la mayoría de los grandes negocios del estado quedaron en manos de sus aliados.

Sus ciudadanos han mostrado pocos o nulos signos de pánico, en un ambiente dominado por los medios estatales, que propagan la visión de Putin de que Rusia está siendo atacada por especuladores y por Occidente.

A diferencia de las escenas de caos de la crisis financiera de 1998, en la mañana del martes no se vieron filas en las casas de cambio ni compras masivas de alimentos.

Apenas hubo protestas, pero los encuestadores de opinión aseguran que el descontento afectará gradualmente a la clase media emergente en las grandes ciudades y se extenderá después a su base de apoyo en las provincias.

"Creo que su reserva de apoyo puede durar desde un año y medio a dos años", dijo Lev Gudkov, director de la firma de sondeos independiente Levada Center. "Veremos las primeras señales de descontento en la primavera (boreal)".

Este marco temporal significa que Putin, el Gobierno del primer ministro, Dmitry Medvedev, y la gobernadora del banco central, Elvira Nabiullina, deben actuar rápido. Pero sus opciones son limitadas.

El banco ya ha efectuado tres subidas significativas de tasas de interés en dos meses: 1,5 puntos porcentuales (pp) en octubre, 1 pp la semana pasada y la última de 6,5 pp.

El impacto ha sido mínimo y el hundimiento del rublo frente al dólar este martes fue el más profundo desde la crisis y el default ruso de 1998. La divisa rusa ha caído más del 55 por ciento frente a su par estadounidense este año.

Funcionarios rusos aseguran que hay una ventaja en esta situación, y es que las exportaciones de productos vitales como el petróleo, metales, granos y gas natural logran más rublos que antes, aumentando los ingresos gubernamentales.

Pero se encarece el pago de la deuda internacional y en 2015 habrá restricciones al crédito, cuando las empresas y bancos rusos deben pagar 120.000 millones de dólares en deuda, algo que será aún más difícil, porque el acceso a los mercados globales de capital está restringido por las sanciones.

El banco central puede seguir recurriendo a sus reservas de oro y moneda extranjera para apuntalar el rublo, aunque ya han bajado a cerca de 416.000 millones de dólares comparado con los más de 509.000 millones de dólares al comienzo del año.

Le queda confiar en una abrupta subida del precio del crudo. Actualmente está por debajo de 60 dólares el barril y sería necesario llegar a 100 para equilibrar el presupuesto estatal.

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