Convertirse en viuda, una maldición para las mujeres en el sur de Asia
Nueva Delhi, EFE
En países del sur de Asia como la India, Sri Lanka o Nepal la mujer que enviuda se convierte en una “paria”, un signo de mal agüero muchas veces condenado a la indigencia y sin derecho a la herencia, una situación que no mejora debido a la inacción de los gobiernos.
ONU Mujeres presentó hoy en Nueva Delhi el informe “Empoderando a las viudas: un resumen sobre las políticas y programas de la India, Nepal y Sri Lanka”, en el que se critica la falta de ayudas para estas “parias”, una situación de la que solo se salvan algunas mujeres con paupérrimas pensiones, y se piden soluciones.
La subdirectora de ONU Mujeres en la región, Patricia Barandun, remarcó durante el acto “el estigma, discriminación y abuso psicológico” que padecen las viudas en esos países e instó a los Ejecutivos de esas naciones a poner fin a su “ausencia de derechos”.
La directora de la Comisión Nacional india para las Mujeres, Lalitha Kumaramangalam, calificó de “patético y vergonzoso” la falta de políticas en la India para las viudas y prometió mejorar la situación en los próximos “dos años”.
Kumaramangalam, que lleva solo unos meses en el puesto tras la asunción del nuevo Gobierno de Narendra Modi, rememoró su propia experiencia al narrar la “discriminación” que vivió su madre cuando enviudó, a pesar de pertenecer “a un nivel socioeconómico alto”.
“Hemos enviado diferentes propuestas desde 1995 a los Gobiernos para mejorar la situación de las viudas, pero ninguno ha hecho nada. No quiero más palabras, lo que quiero es acción”, manifestó a Efe una de las participantes en el estudio, Mohini Giri.
El director de la ONG Kalangarai, dedicada al apoyo a las viudas en el estado meridional indio de Tamil Nadu, Paul Mike, indicó a Efe que “a nadie le importa” lo que les sucede a estas mujeres.
“Durante el tiempo que vive el marido, la gente respeta a la mujer, pero cuando muere pasan a ser nadie, siendo recluidas en casa al creer que traen mala suerte”, añadió Mike.
Otra superstición muy presente en zonas de Nepal y la India es la costumbre de acusar de brujería a una viuda cuando alguien enferma gravemente o hay una plaga, por lo que muchos optan por asesinar a esas mujeres para acabar con el mal de ojo.
“A una miembro de nuestra organización la quemaron viva por brujería”, contó a Efe Rajin Rayamajhi, jefa de programas de la ONG nepalí de ayuda a las viudas Mujeres por los Derechos Humanos (WHR, en sus siglas en inglés).
Anju Dubey Pandey, de ONU Mujeres, recordó también la situación en la que viven las viudas en la localidad de Vrindavan, en el norte de la India, donde son acogidas por motivos religiosos y malviven cantando en los templos por unos pocos céntimos y un puñado de arroz.
“Algunas, incluso no recuerdan cuándo llegaron a Vrindavan. Hablé con una de ellas que llevaba el bindi de casada (un lunar bermellón en la frente, algo que les prohíbe la tradición) y me dijo que era para evitar ser asaltada por los hombres en la calle”, explicó Pandey al insistir en la frágil situación que viven esas mujeres.
La práctica más dura contra las viudas, sin embargo, parece casi extinta: el “sati” o la inmolación en la pira funeraria de sus esposos.
Uno de los últimos casos conocidos aconteció en 2006 en una aldea de la región de Madhya Pradesh (centro), cuando Kuria, una anciana de 95 años, se arrojó a las llamas en las que ardía el cadáver de su marido.
En países del sur de Asia como la India, Sri Lanka o Nepal la mujer que enviuda se convierte en una “paria”, un signo de mal agüero muchas veces condenado a la indigencia y sin derecho a la herencia, una situación que no mejora debido a la inacción de los gobiernos.
ONU Mujeres presentó hoy en Nueva Delhi el informe “Empoderando a las viudas: un resumen sobre las políticas y programas de la India, Nepal y Sri Lanka”, en el que se critica la falta de ayudas para estas “parias”, una situación de la que solo se salvan algunas mujeres con paupérrimas pensiones, y se piden soluciones.
La subdirectora de ONU Mujeres en la región, Patricia Barandun, remarcó durante el acto “el estigma, discriminación y abuso psicológico” que padecen las viudas en esos países e instó a los Ejecutivos de esas naciones a poner fin a su “ausencia de derechos”.
La directora de la Comisión Nacional india para las Mujeres, Lalitha Kumaramangalam, calificó de “patético y vergonzoso” la falta de políticas en la India para las viudas y prometió mejorar la situación en los próximos “dos años”.
Kumaramangalam, que lleva solo unos meses en el puesto tras la asunción del nuevo Gobierno de Narendra Modi, rememoró su propia experiencia al narrar la “discriminación” que vivió su madre cuando enviudó, a pesar de pertenecer “a un nivel socioeconómico alto”.
“Hemos enviado diferentes propuestas desde 1995 a los Gobiernos para mejorar la situación de las viudas, pero ninguno ha hecho nada. No quiero más palabras, lo que quiero es acción”, manifestó a Efe una de las participantes en el estudio, Mohini Giri.
El director de la ONG Kalangarai, dedicada al apoyo a las viudas en el estado meridional indio de Tamil Nadu, Paul Mike, indicó a Efe que “a nadie le importa” lo que les sucede a estas mujeres.
“Durante el tiempo que vive el marido, la gente respeta a la mujer, pero cuando muere pasan a ser nadie, siendo recluidas en casa al creer que traen mala suerte”, añadió Mike.
Otra superstición muy presente en zonas de Nepal y la India es la costumbre de acusar de brujería a una viuda cuando alguien enferma gravemente o hay una plaga, por lo que muchos optan por asesinar a esas mujeres para acabar con el mal de ojo.
“A una miembro de nuestra organización la quemaron viva por brujería”, contó a Efe Rajin Rayamajhi, jefa de programas de la ONG nepalí de ayuda a las viudas Mujeres por los Derechos Humanos (WHR, en sus siglas en inglés).
Anju Dubey Pandey, de ONU Mujeres, recordó también la situación en la que viven las viudas en la localidad de Vrindavan, en el norte de la India, donde son acogidas por motivos religiosos y malviven cantando en los templos por unos pocos céntimos y un puñado de arroz.
“Algunas, incluso no recuerdan cuándo llegaron a Vrindavan. Hablé con una de ellas que llevaba el bindi de casada (un lunar bermellón en la frente, algo que les prohíbe la tradición) y me dijo que era para evitar ser asaltada por los hombres en la calle”, explicó Pandey al insistir en la frágil situación que viven esas mujeres.
La práctica más dura contra las viudas, sin embargo, parece casi extinta: el “sati” o la inmolación en la pira funeraria de sus esposos.
Uno de los últimos casos conocidos aconteció en 2006 en una aldea de la región de Madhya Pradesh (centro), cuando Kuria, una anciana de 95 años, se arrojó a las llamas en las que ardía el cadáver de su marido.