Show de Mandzukic y a octavos
Madrid, As
Percepción y realidad a menudo no coinciden. Ejemplo: Mandzukic. Como es lento y tosco sale muy perjudicado de la comparación visual con el flamante Diego Costa, no es lo mismo ver en acción a un elefante que a una pantera. Así que existe cierta sensación, dentro y fuera del Manzanares, de que el croata no está dando la talla. Tal vez esta idea se difumine tras su primer gran partido en el Atleti, con tres goles que pusieron la guinda a una exhibición coral que sirvió para arrollar al Olympiacos del enemigo íntimo Míchel y clasificarse para octavos. En su maravillosa temporada pasada, Costa marcó 36 goles en 51 partidos. Mandzukic lleva once en 17, lo que, de mantener el ritmo, le daría unas cifras muy similares a final de curso. ¿Menos estético? Seguro. ¿Mucho peor? Ya veremos.
Eso sí, el croata no gana batallas él solo contra el mundo. Necesita que le alimenten, que el equipo funcione y esta vez lo hizo. A lo grande. En su mejor partido de la temporada, el Atleti avasalló a un rival que pareció mucho peor de lo que es, impresionado de inicio por un enemigo que salió al campo como si el destino de la humanidad estuviera en juego. El 1-0 llegó a los 9 minutos, pero antes el Manzanares se quedó tres veces con el grito en la garganta. A los 2’, Botía despejó en plan acróbata, desde el suelo y con el pecho, cuando Mandzukic y Raúl García, depredadores, se abalanzaban a remachar en el área pequeña. A los 3’, Roberto se estiró para despejar a córner un cabezazo en plancha del navarro. A los 5’, al croata le faltó una talla de pie para empujar un centro de Juanfran.
Y como el regreso a tu antigua casa tras mucho tiempo fuera tiende a confundir, Roberto cometió un error funesto al pasar a Juanfran dentro del área, no sé si despistado por el rojiblanco habitual del Olympiacos o por su pasado. El lateral agradeció un regalo con otro: en su caso, un centro para que Raúl García marcase a placer en leve fuera de juego. Lo que hicieron Juanfran (descomunal) y Arda con el pobre Masuaku hasta el descanso fue de cárcel y no debería emitirse en horario infantil. El joven lateral francés tiene una línea blanca en la raíz del pelo. Cuando llegó al vestuario, tras ser bailado sin piedad, juraría que era la cabellera entera: blanca de canas.
Excepto una volea alta de Abidal, el Olympiacos nunca interrumpió el monólogo. Rozaron el gol Ansaldi (varios cuerpos por delante de Siqueira ahora mismo), Tiago (llegaba tocado y se fue con una sobrecarga muscular) y Raúl García, pero la noche era para Mandzukic, que se estrenó poco antes del descanso, aprovechando un error de Botía, que fue a despejar y sólo golpeó aire.
La segunda parte sería propiedad privada del croata. O mejor dicho de su cabeza, quizás la mejor de Europa cuando hablamos de golpear a una pelota. A los 62’, cruzó con la frente un gran centro de Arda, que estaba inspirado. Perdón, que vive inspirado. Y a los 65’ se comió a Botía en el salto para cabecear una falta lanzada por Gabi.
Con el 4-0, Simeone decidió convertir el partido en un homenaje. Se fue Arda, aclamado y sonriendo, pues es un genio feliz. Se marchó Mandzukic, disfrutando de su primera gran ovación en el Calderón. Y entraron Raúl Jiménez y Griezmann, que buscaron y merecieron el gol que redondease la manita. No tuvieron suerte, sobre todo el francés al que le anularon un gol más que dudoso. El que vio otra vez la fiesta desde fuera de la casa fue Cerci, que habrá cogido ya el mensaje. Tal vez su día llegué en Turín, donde el Atleti se jugará el liderato. Lo obtendrá si puntúa o pierde por sólo un gol. Si juega así, el problema lo tiene la Juve.
Percepción y realidad a menudo no coinciden. Ejemplo: Mandzukic. Como es lento y tosco sale muy perjudicado de la comparación visual con el flamante Diego Costa, no es lo mismo ver en acción a un elefante que a una pantera. Así que existe cierta sensación, dentro y fuera del Manzanares, de que el croata no está dando la talla. Tal vez esta idea se difumine tras su primer gran partido en el Atleti, con tres goles que pusieron la guinda a una exhibición coral que sirvió para arrollar al Olympiacos del enemigo íntimo Míchel y clasificarse para octavos. En su maravillosa temporada pasada, Costa marcó 36 goles en 51 partidos. Mandzukic lleva once en 17, lo que, de mantener el ritmo, le daría unas cifras muy similares a final de curso. ¿Menos estético? Seguro. ¿Mucho peor? Ya veremos.
Eso sí, el croata no gana batallas él solo contra el mundo. Necesita que le alimenten, que el equipo funcione y esta vez lo hizo. A lo grande. En su mejor partido de la temporada, el Atleti avasalló a un rival que pareció mucho peor de lo que es, impresionado de inicio por un enemigo que salió al campo como si el destino de la humanidad estuviera en juego. El 1-0 llegó a los 9 minutos, pero antes el Manzanares se quedó tres veces con el grito en la garganta. A los 2’, Botía despejó en plan acróbata, desde el suelo y con el pecho, cuando Mandzukic y Raúl García, depredadores, se abalanzaban a remachar en el área pequeña. A los 3’, Roberto se estiró para despejar a córner un cabezazo en plancha del navarro. A los 5’, al croata le faltó una talla de pie para empujar un centro de Juanfran.
Y como el regreso a tu antigua casa tras mucho tiempo fuera tiende a confundir, Roberto cometió un error funesto al pasar a Juanfran dentro del área, no sé si despistado por el rojiblanco habitual del Olympiacos o por su pasado. El lateral agradeció un regalo con otro: en su caso, un centro para que Raúl García marcase a placer en leve fuera de juego. Lo que hicieron Juanfran (descomunal) y Arda con el pobre Masuaku hasta el descanso fue de cárcel y no debería emitirse en horario infantil. El joven lateral francés tiene una línea blanca en la raíz del pelo. Cuando llegó al vestuario, tras ser bailado sin piedad, juraría que era la cabellera entera: blanca de canas.
Excepto una volea alta de Abidal, el Olympiacos nunca interrumpió el monólogo. Rozaron el gol Ansaldi (varios cuerpos por delante de Siqueira ahora mismo), Tiago (llegaba tocado y se fue con una sobrecarga muscular) y Raúl García, pero la noche era para Mandzukic, que se estrenó poco antes del descanso, aprovechando un error de Botía, que fue a despejar y sólo golpeó aire.
La segunda parte sería propiedad privada del croata. O mejor dicho de su cabeza, quizás la mejor de Europa cuando hablamos de golpear a una pelota. A los 62’, cruzó con la frente un gran centro de Arda, que estaba inspirado. Perdón, que vive inspirado. Y a los 65’ se comió a Botía en el salto para cabecear una falta lanzada por Gabi.
Con el 4-0, Simeone decidió convertir el partido en un homenaje. Se fue Arda, aclamado y sonriendo, pues es un genio feliz. Se marchó Mandzukic, disfrutando de su primera gran ovación en el Calderón. Y entraron Raúl Jiménez y Griezmann, que buscaron y merecieron el gol que redondease la manita. No tuvieron suerte, sobre todo el francés al que le anularon un gol más que dudoso. El que vio otra vez la fiesta desde fuera de la casa fue Cerci, que habrá cogido ya el mensaje. Tal vez su día llegué en Turín, donde el Atleti se jugará el liderato. Lo obtendrá si puntúa o pierde por sólo un gol. Si juega así, el problema lo tiene la Juve.