Sacchi: “Este Real Madrid tiene algo de nuestro gran Milán”
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Ve la posibilidad de que el Madrid del que fuera su discípulo recoja el guante de los grandes movimientos del fútbol que protagonizaron el Ajax, su Milán y el Barça.
¿Sigue viendo al Madrid?
—Lo llevo en el corazón. Soy un amante del fútbol bonito en el que un equipo es el dueño del juego, del balón. Y el Madrid está ahora en plan maestro. Me encanta. Carlo ha hecho un trabajo fantástico. No es sencillo. Cuando tienes un montón de jugadores de talento, cada uno de ellos tiende a pensar que los otros deben correr por él. Salen las envidias, los celos… Hay que controlar eso. Y cuando miro al Madrid veo un espíritu de equipo y una idea de juego muy buena. En algunas cosas me recuerda a nuestro gran Milán.
—¿En qué?
—Este equipo tiene más técnica, y no tiene aún la capacidad de presionar tras perder el balón, pero sabe tener la pelota y jugar en profundidad. Juega a una velocidad fantástica. El fútbol debe ser armonía y velocidad. Ahí está la emoción para la afición y la dificultad para el rival.
—¿El logro de Ancelotti fue convencer a los jugadores?
—No sólo has de convencer al jugador con tu psicología, o porque eres simpático, sino porque entrenándose entiendan que el colectivo mejora a las individualidades. En el Milán, cuando todos estaban extenuados con mi trabajo, llegó un momento en el que Tassotti y Baresi dijeron: “Cuanto más trabajamos, más éxito tenemos”. Es sencillo.
—Sus jugadores hablan con cariño de usted, pero dicen: “Era un loco del trabajo”.
—Hay un poeta italiano que decía: “Sin obsesión no hay arte”. Con poco, tienes poco. En su libro, Carlo decía: “Estaba Arrigo tan determinado y convencido que nosotros dijimos: hay que seguir”. Era casi una cuestión de fanatismo. Esa cualidad la vi en todos los grandes entrenadores: Lobanovsky, Michels, Guardiola, Kovacs… Dieron todo lo que podían dar. Yo me retiré después de 20 años de trabajo. No podía aguantar ese ritmo. No tenía fuerzas. Sólo me movía una certeza: que se podía hacer mejor. Mi Milán ganó en pocos meses la Copa de Europa, la Supercopa de Europa y la Intercontinental. Y Baresi me dijo: “Ahora somos los mejores del mundo”. Yo le contesté: “Sí, hasta las 12 de la noche”.
—Ancelotti parece un hombre más relajado que usted.
—Se puede llegar a Roma por muchos caminos. Él ha llegado.
—¿Cómo era su relación con Ancelotti en aquel gran Milán?
—Más que un gran jugador y entrenador es una gran persona. Muy inteligente. Tiene una idea y cuidado, no la cambia nunca. Fue un jugador fenomenal. Piense que cuando Berlusconi me fichó, yo le dije: “Quiero un director de orquesta, y ese es Ancelotti”. Él contestó: “¡Pero si no juega en esa posición! Y encima está lesionado de la rodilla”. Yo dije: “Si fichamos a Carlo vamos a luchar por ser campeones”. Y el último día del mercado me llamó Galliani para decirme: “Yo con la Roma estoy arreglado. Ahora convence tú a Berlusconi”. Y volví a llamarle. “¡Está lesionado, Arrigo, imposibilitado en un 20%!”. Y fui contundente: “No me preocupa su lesión de rodilla. Me habría preocupado que tuviera lesionada la cabeza, y su cabeza está al 200%”. Y lo fichó.
—¿En qué le ayudó a triunfar?
—Al poco Berlusconi vino a verme: “Ancelotti es un director de orquesta que no conoce la música que tocamos”. Llamé a Carlo y se lo conté, y le dije que creía que tenía razón. Carlo me contestó: “¿Y qué hacemos?”.
—¿Qué hicieron?
—Le dije que llegara a las sesiones una hora antes. ¡Ojo, ya tenía 28 años y estaba jugando con la selección! Y nos pusimos a simular todo lo que pasa en un partido con los chicos de la cantera. Y después de dos meses así, era el cerebro de mi Milán. Jugaba en la posición que ahora ocupa Kroos en el Madrid o en la que jugaba Xabi. Una vez, Maradona me dijo: “Ahora, contigo, Ancelotti también corre rápido”. Le contesté: “No corre rápido, piensa rápido”.
—¿Cuál ha sido la última gran revolución en el fútbol?
—Hubo un proceso que empezó el Ajax con Michels y Kovacs y que afectaba a la dinámica del juego. Todo era rápido. Yo tenía la sensación de que la tele era demasiado pequeña para mostrar todo (risas). Era un fútbol de movimiento, de sincronía, armonioso, veloz. Los defensas estaban al ataque y los delanteros casi de defensas. Un fútbol total. Se pasó de lo individual a lo colectivo. El juego era como la trama de una película, y esa trama sólo te la puede dar el entrenador. Después fue nuestro Milán, del que World Soccer dijo que fue el que mejor jugó de la historia. Y Guardiola siguió esta evolución. Ahora veremos qué pasa con el Madrid.
—¿Cree que el Madrid de Ancelotti puede ser la última revolución en el fútbol?
—Sí. Mire, yo digo que los entrenadores más famosos del mundo fueron siempre muy importantes al construir la plantilla. Carlo es el único que acepta lo que le dan. Fue así en el Milán, en el Chelsea, en el PSG... Él siempre está satisfecho con lo que le dan. En el Milán una vez pidió un defensa y le trajeron a Rivaldo. Me llamó: “Arrigo, ¿qué debo hacer?”. Yo le dije: “Pon a Rivaldo en la defensa” (risas).
—Se adapta a la entidad.
—Y es el mejor en salir fuera y dar como buena una situación que no quería. Es fantástico en eso. Los grandes, Guardiola o Mourinho, tienen un perfil distinto. Él es el mejor en sacar el máximo de cualquier situación. Y ahora está contento con todos, con James… ¡Con todos!
—¿Tiene este Madrid ingredientes para marcar una época?
—Creo que sí, pero cuidado con el Bayern. Está creciendo muchísimo. Tiene una gran capacidad de agresión como colectivo, de garra, de ponerse los once al servicio del equipo en la fase de no posesión. Y te mata aunque no tenga la calidad del Madrid. Vi el partido del Bayern con la Roma y me parecía estar viendo el Alemania-Brasil.
—Tras el Ajax, ¿cuál fue la aportación de Sacchi?
—Pensé que había que aprovechar a los once jugadores. ¡A los once! Que se movieran juntos. Creamos la sinergia. Esa es la diferencia entre un deporte individual y uno de equipo. Los éxitos parten de estar juntos, de achicar los espacios. Y de ser veloz. ¡En mi Milán sólo había dos o tres jugadores capaces de regatear! Pero nos movíamos juntos, había menos cansancio… Estábamos cerca y la técnica era más sencilla. Es más fácil pasar a diez metros que a cincuenta. Siempre había once jugadores cerca, en posición activa. Pensábamos que había un hilo que nos juntaba a todos. Era el fútbol del futuro.
—¿Y qué aportó Guardiola?
—España siempre tuvo bien la pelota. La vida cambió para vosotros cuando empezasteis a jugar como un equipo, no individualmente. Cuando empezasteis a presionar. Nunca se había hecho y Guardiola lo hizo. Cuando mi Milán jugó ante el Madrid y le ganó 5-0 éramos un bloque contra algunos jugadores sueltos. ¡Les dejamos 16 veces en fuera de juego! Y si el Madrid ahora hace eso, si se junta, será la siguiente revolución en el fútbol tras los más grandes.
—¿Cuál será la aportación de Ancelotti, entonces?
—Va a mejorar la evolución. Antes se hacía todo en cinco segundos; ahora hay que hacerlo en dos. Piense en la Fórmula 1. Piense en meter un coche de hace cincuenta años en una carrera de hoy. El fútbol es igual. Del Madrid de Ancelotti me gusta todo. Ataca de varios modos distintos. Sólo veo un problema, que a veces no están muy juntos. Es básico. Le pongo un ejemplo: hace 2.000 años con pocos soldados los romanos derrotaron a los galos en la Galia, que eran muchos, con la táctica del sistema de testudo o tortuga (se apiñaban avanzando protegidos por los escudos), y fue porque estaban muy juntos. Eso es todo también en el fútbol, es básico...
Ve la posibilidad de que el Madrid del que fuera su discípulo recoja el guante de los grandes movimientos del fútbol que protagonizaron el Ajax, su Milán y el Barça.
¿Sigue viendo al Madrid?
—Lo llevo en el corazón. Soy un amante del fútbol bonito en el que un equipo es el dueño del juego, del balón. Y el Madrid está ahora en plan maestro. Me encanta. Carlo ha hecho un trabajo fantástico. No es sencillo. Cuando tienes un montón de jugadores de talento, cada uno de ellos tiende a pensar que los otros deben correr por él. Salen las envidias, los celos… Hay que controlar eso. Y cuando miro al Madrid veo un espíritu de equipo y una idea de juego muy buena. En algunas cosas me recuerda a nuestro gran Milán.
—¿En qué?
—Este equipo tiene más técnica, y no tiene aún la capacidad de presionar tras perder el balón, pero sabe tener la pelota y jugar en profundidad. Juega a una velocidad fantástica. El fútbol debe ser armonía y velocidad. Ahí está la emoción para la afición y la dificultad para el rival.
—¿El logro de Ancelotti fue convencer a los jugadores?
—No sólo has de convencer al jugador con tu psicología, o porque eres simpático, sino porque entrenándose entiendan que el colectivo mejora a las individualidades. En el Milán, cuando todos estaban extenuados con mi trabajo, llegó un momento en el que Tassotti y Baresi dijeron: “Cuanto más trabajamos, más éxito tenemos”. Es sencillo.
—Sus jugadores hablan con cariño de usted, pero dicen: “Era un loco del trabajo”.
—Hay un poeta italiano que decía: “Sin obsesión no hay arte”. Con poco, tienes poco. En su libro, Carlo decía: “Estaba Arrigo tan determinado y convencido que nosotros dijimos: hay que seguir”. Era casi una cuestión de fanatismo. Esa cualidad la vi en todos los grandes entrenadores: Lobanovsky, Michels, Guardiola, Kovacs… Dieron todo lo que podían dar. Yo me retiré después de 20 años de trabajo. No podía aguantar ese ritmo. No tenía fuerzas. Sólo me movía una certeza: que se podía hacer mejor. Mi Milán ganó en pocos meses la Copa de Europa, la Supercopa de Europa y la Intercontinental. Y Baresi me dijo: “Ahora somos los mejores del mundo”. Yo le contesté: “Sí, hasta las 12 de la noche”.
—Ancelotti parece un hombre más relajado que usted.
—Se puede llegar a Roma por muchos caminos. Él ha llegado.
—¿Cómo era su relación con Ancelotti en aquel gran Milán?
—Más que un gran jugador y entrenador es una gran persona. Muy inteligente. Tiene una idea y cuidado, no la cambia nunca. Fue un jugador fenomenal. Piense que cuando Berlusconi me fichó, yo le dije: “Quiero un director de orquesta, y ese es Ancelotti”. Él contestó: “¡Pero si no juega en esa posición! Y encima está lesionado de la rodilla”. Yo dije: “Si fichamos a Carlo vamos a luchar por ser campeones”. Y el último día del mercado me llamó Galliani para decirme: “Yo con la Roma estoy arreglado. Ahora convence tú a Berlusconi”. Y volví a llamarle. “¡Está lesionado, Arrigo, imposibilitado en un 20%!”. Y fui contundente: “No me preocupa su lesión de rodilla. Me habría preocupado que tuviera lesionada la cabeza, y su cabeza está al 200%”. Y lo fichó.
—¿En qué le ayudó a triunfar?
—Al poco Berlusconi vino a verme: “Ancelotti es un director de orquesta que no conoce la música que tocamos”. Llamé a Carlo y se lo conté, y le dije que creía que tenía razón. Carlo me contestó: “¿Y qué hacemos?”.
—¿Qué hicieron?
—Le dije que llegara a las sesiones una hora antes. ¡Ojo, ya tenía 28 años y estaba jugando con la selección! Y nos pusimos a simular todo lo que pasa en un partido con los chicos de la cantera. Y después de dos meses así, era el cerebro de mi Milán. Jugaba en la posición que ahora ocupa Kroos en el Madrid o en la que jugaba Xabi. Una vez, Maradona me dijo: “Ahora, contigo, Ancelotti también corre rápido”. Le contesté: “No corre rápido, piensa rápido”.
—¿Cuál ha sido la última gran revolución en el fútbol?
—Hubo un proceso que empezó el Ajax con Michels y Kovacs y que afectaba a la dinámica del juego. Todo era rápido. Yo tenía la sensación de que la tele era demasiado pequeña para mostrar todo (risas). Era un fútbol de movimiento, de sincronía, armonioso, veloz. Los defensas estaban al ataque y los delanteros casi de defensas. Un fútbol total. Se pasó de lo individual a lo colectivo. El juego era como la trama de una película, y esa trama sólo te la puede dar el entrenador. Después fue nuestro Milán, del que World Soccer dijo que fue el que mejor jugó de la historia. Y Guardiola siguió esta evolución. Ahora veremos qué pasa con el Madrid.
—¿Cree que el Madrid de Ancelotti puede ser la última revolución en el fútbol?
—Sí. Mire, yo digo que los entrenadores más famosos del mundo fueron siempre muy importantes al construir la plantilla. Carlo es el único que acepta lo que le dan. Fue así en el Milán, en el Chelsea, en el PSG... Él siempre está satisfecho con lo que le dan. En el Milán una vez pidió un defensa y le trajeron a Rivaldo. Me llamó: “Arrigo, ¿qué debo hacer?”. Yo le dije: “Pon a Rivaldo en la defensa” (risas).
—Se adapta a la entidad.
—Y es el mejor en salir fuera y dar como buena una situación que no quería. Es fantástico en eso. Los grandes, Guardiola o Mourinho, tienen un perfil distinto. Él es el mejor en sacar el máximo de cualquier situación. Y ahora está contento con todos, con James… ¡Con todos!
—¿Tiene este Madrid ingredientes para marcar una época?
—Creo que sí, pero cuidado con el Bayern. Está creciendo muchísimo. Tiene una gran capacidad de agresión como colectivo, de garra, de ponerse los once al servicio del equipo en la fase de no posesión. Y te mata aunque no tenga la calidad del Madrid. Vi el partido del Bayern con la Roma y me parecía estar viendo el Alemania-Brasil.
—Tras el Ajax, ¿cuál fue la aportación de Sacchi?
—Pensé que había que aprovechar a los once jugadores. ¡A los once! Que se movieran juntos. Creamos la sinergia. Esa es la diferencia entre un deporte individual y uno de equipo. Los éxitos parten de estar juntos, de achicar los espacios. Y de ser veloz. ¡En mi Milán sólo había dos o tres jugadores capaces de regatear! Pero nos movíamos juntos, había menos cansancio… Estábamos cerca y la técnica era más sencilla. Es más fácil pasar a diez metros que a cincuenta. Siempre había once jugadores cerca, en posición activa. Pensábamos que había un hilo que nos juntaba a todos. Era el fútbol del futuro.
—¿Y qué aportó Guardiola?
—España siempre tuvo bien la pelota. La vida cambió para vosotros cuando empezasteis a jugar como un equipo, no individualmente. Cuando empezasteis a presionar. Nunca se había hecho y Guardiola lo hizo. Cuando mi Milán jugó ante el Madrid y le ganó 5-0 éramos un bloque contra algunos jugadores sueltos. ¡Les dejamos 16 veces en fuera de juego! Y si el Madrid ahora hace eso, si se junta, será la siguiente revolución en el fútbol tras los más grandes.
—¿Cuál será la aportación de Ancelotti, entonces?
—Va a mejorar la evolución. Antes se hacía todo en cinco segundos; ahora hay que hacerlo en dos. Piense en la Fórmula 1. Piense en meter un coche de hace cincuenta años en una carrera de hoy. El fútbol es igual. Del Madrid de Ancelotti me gusta todo. Ataca de varios modos distintos. Sólo veo un problema, que a veces no están muy juntos. Es básico. Le pongo un ejemplo: hace 2.000 años con pocos soldados los romanos derrotaron a los galos en la Galia, que eran muchos, con la táctica del sistema de testudo o tortuga (se apiñaban avanzando protegidos por los escudos), y fue porque estaban muy juntos. Eso es todo también en el fútbol, es básico...