NBA: Barkley puede darse un banquete

Los Angeles, As
Acababa el partido en el Staples, pocos antes de que por fin lloviera confeti, y las cámaras enfocaban a Steve Clifford y Patrick Ewing, que charlaban con cara de circunstancias en el banquillo de los Hornets: “pues nos ha tocado a nosotros” parecía decir el técnico del equipo que, efectivamente, saldrá en la foto del primer triunfo en partido oficial de los Lakers desde el 16 de abril. Primero de la temporada… y primero de Kobe Bryant (también pretemporada al margen) desde el 17 de diciembre, cuando cayó lesionado ante Memphis Grizzlies. Por entonces, en la cola de un partido al que sorprendentemente le sobraron un par de minutos, muchos se acordaban ya de Charles Barkley, que había anunciado una sui generis huelga de hambre hasta que los Lakers ganaran. Ed Davis corrió a conectarse a Twitter en cuanto terminó el partido: “Charles your fat a$$ can eat now”. Algo así como ya puedes comer, culo gordo…


Suerte para Barkley, porque de no haber sido esta vez, el riesgo de problemas por inanición era serio. En el calendario laker asoman ahora Grizzlies, Pelicans, Warriors, Hawks, Rockets y Mavericks… Pero al menos ganaron y se quitaron de encima por un rato la apestosa sensación de ruina que les ha acompañado en este inicio de temporada. La victoria fue justa por lo visto en el Staples en este y en algunos de los anteriores partidos. Los Lakers habían jugado buenos minutos (Clippers, Suns…) y sacaron tajada el día en el que, no existen las casualidades, les visitó un rival del Este. Uno que solía ganarles, curiosamente, cuando estaba en horas bajas (la era Bobcats...) y los Lakers eran perennes aspirantes al anillo con Phil Jackson, Kobe Bryant y Pau Gasol. Uno que, además, está firmando un inicio de temporada algo decepcionante: 3-4, con tres derrotas en tres partidos fuera de su pista y demasiadas heroicidades para ganar sus partidos y ocultar que la ejecución no está siendo la ideal. Un estado de inestabilidad que personifica Lance Stephenson, que todavía no se entiende ni con Clifford ni con el estilo de un Kemba Walker que necesita el balón. Como él. Que parece alejado del pico de forma física que le convierte en un excelente defensor y que se embolica en ataque porque quiere que las cosas le salgan. Y no le salen: esta vez 3/12 para 6 puntos, en la temporada 8 puntos y 10 tiros de media, un horripilante 30% en tiros de campo (22/72) y 8% en triples.

Los Hornets parecían en el camino hacia una victoria rutinaria (18-25 en el primer cuarto, 42-51 al descanso…) pero les pasó por encima un tren que ni siquiera vieron venir: los Lakers jugaron en el segundo tiempo a un nivel francamente notable y generaron un ambiente casi de partido de playoffs (hay que adaptarse a los tiempos…) en unas gradas que siguen siendo otra cosa muy distinta a lo que son en los partidos de los Clippers. Lo dice el proverbio chino: se puede dormir en la misma cama sin tener los mismos sueños. En ese segundo tiempo (65-41) los Lakers pasaron por un parcial de 16-2, anotaron 6 triples (por fin) y ni siquiera sobreexplotaron a un Kobe Bryant que jugó 34 minutos con otra hoja estadística de primer nivel (21 puntos, 6 rebotes, 4 asistencias, 7/20 en tiros) pero que no fue esta vez alfa y omega de un ataque mucho más colectivo y del que tiraron, en los minutos de torbellino, Boozer y sobre todo un Jeremy Lin que, en uno de esos trances de híperconfianza que le hacen peligroso, acabó con 21 puntos y 7 asistencias. También echaron una mano Ellington, Hill (12 puntos, 6 rebotes… y 7 asistencias, el tope de su carrera) y Ed Davis, que antes de saludar a Barkley en Twitter anotó sus cinco tiros de campo (10 puntos, 5 rebotes).

Los Hornets se colgaron en el segundo tiempo de Al Jefferson pero no fue suficiente, desdibujados después de un buen inicio de Kemba Walker y un Marvin Williams que dio problemas a Boozer lejos del aro. Después, el partido les pasó por encima. Seguramente para ellos era uno más, todo lo contrario que para unos Lakers que jugaron inflamados por la necesidad y que al menos expresaron cierta reivindicación y quitaron el cero del casillero de victorias (ahí siguen los Sixers...). Son los tiempos que corren: toca alegrarse por esas victorias que antes llegaban en manada y sin casi sudarlas. Un par de sonrisas y un poco de confeti de vez en cuando no esconden la dura (durísima) realidad pero desde luego tampoco vienen mal...

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