Los republicanos, a un escaño de lograr la mayoría en el Senado

Arkansas, Colorado, Virginia Occidental y Dakota del Sur cambian de signo y el republicano Mitch McConnell renueva para un sexto mandato en Kentucky

Yolanda Monge / Silvia Ayuso
Washington, El País
Las alegrías se acumulan para los republicanos a escasas horas del cierre de las primeras urnas en las elecciones legislativas de Estados Unidos. Pasadas las diez de la noche, habían logrado conquistar ya cinco de los seis escaños que necesitan para recuperar el Senado y hacerse así -si no pierden ninguno de los Estados ya bajo su control- con la mayoría de las dos cámaras del Congreso del país.


Colorado, Arkansas, Montana, Virginia Occidental y Dakota del Sur son ya republicanos. A ellos se une otra victoria también dulce: la del senador por Kentucky, Mitch McConnell, cuya rápida victoria sobre su rival demócrata, Alison Lundergan Grimes, abría la serie de victorias que esperan les dé como premio el control total del Congreso.

"Los votantes están hambrientos de un nuevo liderazgo y quieren garantías de que los que los dirigen están de su lado", afirmaba McConnell, quien si se confirman las predicciones sobre el Senado se podría convertir en el próximo líder de la mayoría republicana en esta cámara, durante su discurso como vencedor.

Y aprovechaba para sentar la máxima que ha guiado a la oposición al gobierno del demócrata Barack Obama en estas elecciones que esperan celebrar a lo grande: "Esta campaña no era sobre mí o mi rival, era sobre un gobierno en el que la gente ya no confía que pueda hacer sus tareas básicas para mantenerlos seguros, proteger la frontera, proporcionar un cuidado digno a los veteranos", enumeró.

Tras meses de agotadoras campañas, los votantes deciden hoy en las urnas si transfieren el poder a los republicanos en el Congreso y dejan al presidente Barack Obama con ambas cámaras del Capitolio en manos de la oposición que puede complicar la vida legislativa –aún más- a los demócratas.

Los primeros colegios electorales abrían sus puertas a las seis de la mañana en Estados de la costa Este como Virginia y 19 horas después cerrarán los situados en las Islas Aleutianas, en el Pacífico. En un país con seis husos horarios distintos, el resultado final puede aún alargarse hasta la madrugada (el de Alaska no se sabrá hasta mañana debido a la complicada geografía del Estado). Además, de los dos Estados en liza que podían ir a una segunda vuelta, Georgia y Luisiana, este segundo ya ha confirmado que tendrá que celebrar una nueva ronda, el 6 de diciembre, entre la senadora demócrata, Mary Landrieu, y el republicano Bill Cassidy. Si Georgia sigue el mismo camino, la incertidumbre podría alargarse incluso hasta enero, aunque por cómo van los recuentos, esto parece y amenos probable.

La llave para que los republicanos recuperen el Senado que perdieron en 2006 estaba en principio en 10 Estados (solo 36 escaños están en juego, ya que sólo se renueva un tercio de la Cámara Alta): Colorado, Carolina del Norte, Georgia, Luisiana, Arkansas, Alaska, Kansas, Iowa, Kentucky y New Hampshire, el único que por el momento ha dado una alegría a los demócratas con la victoria de la senadora Jeanne Shaheen.

Pero hay más factores para la incertidumbre. Kansas está en juego entre un veterano republicano, el senador Pat Roberts, 83 años, y el independiente Greg Orman, de 45. Orman ha basado su campaña en la indefinición -votó en 2008 por Obama y en 2012 por Mitt Romney- y su victoria dejaría en suspenso el signo del Senado, ya que no ha confirmado con quien sumaría fuerzas.

Otro motivo de nervios para los demócratas está en Virginia. Allí se contaba ampliamente con que el senador demócrata Mark Warner repitiera escaño, pero el recuento está siendo de forma inesperada muy ajustado y no se descarta que su rival republicano, Ed Gillespie, le dé un disgusto.

Un factor más para la incertidumbre es Kansas, donde si gana el candidanto independiente no ha dicho con quien sumaría fuerzas

Los republicanos ya olían el triunfo esta mañana. “La victoria está en el aire”, decía en un mitin McConnell, quien acaricia ya su viejo sueño de dirigir el Senado.

El presidente del Comité Nacional Republicano se expresaba con más moderación y prudencia que su compañero de partido. “Sin duda se trata de ganar la mayoría, pero no deja de ser cierto también que tenemos que poner a prueba si nos convertimos en un partido nacional más competitivo”, ha declarado Reince Priebus, que reconoció que el descontento y el enfado de la gente con Washington les favorece.

Debido a que el presidente en el cargo no renueva mandato en 2016, estas elecciones se quieren ver también en clave de la Casa Blanca. De momento, a quienes con palabras dicen no postularse les traicionan sus actos, al haber acudido en ayuda de compañeros de filas en apuros en carreras muy competitivas. Es el caso de Hillary Clinton, Rand Paul, Ted Cruz... Por lo pronto, los republicanos vigilan de cerca lo que suceda en Colorado, donde el senador Mark Udall y el Gobernador John Hickenlooper –los dos demócratas- podrían perder.

Obama ganó en Colorado en 2008 y 2012, estableciendo lo que parecía ser un patrón de políticas progresistas, algo que ha impulsado Udall focalizando su campaña en el derecho al aborto. Si ahora es derrotado por el representante republicano Cory Gardner, el partido de Lincoln vería posibilidades en un Estado básico para recuperar la presidencia en 2016.

Respecto a la Cámara, que se renueva por completo al salir a votación los 435 escaños, sólo hay 50 contiendas que puedan estar realmente en juego. Si las urnas se inclinaran en esos estados a favor de los republicanos lo único que supondría es que estos tendrían una mayoría más amplia de la que tienen ahora, pero en cualquier caso no habría ganancia para los demócratas. En resumen: la Cámara de Representantes no está en juego.

El cansancio y la desafección con la Casa Blanca han hecho de estos comicios las elecciones del rechazo. Rechazo republicano a las políticas de Obama y rechazo de los contendientes demócratas a ser vinculados con el presidente, tanto así que una candidata se negó a decir en público -refugiándose en su derecho a la privacidad del voto- si había votado en el pasado por el presidente demócrata.

A falta de una figura popular, con tirón, quienes han entrado en escena –no de manera casual, todo está medido- para intentar volcar el voto del lado demócrata ha sido el matrimonio Bill y Hillary Clinton, que entre los dos han visitado 25 Estados para ayudar a más de 30 candidatos del Partido Demócrata.

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