Jawla, la menor violada y desfigurada por su marido, decide perdonarle

Reuters
Pese a llevar sobre sus hombros dos delitos tan graves como los que ha cometido parece que al final se va a terminar yendo de rositas. Y es que la violación y el desfigurar la cara a una mujer, cortándola con una cuchilla, es un asunto muy grave en casi todos los lugares del mundo. Marruecos es desgraciadamente una de las pocas excepciones en una lista en la que estar no es motivo de orgullo precisamente.


Todo se complica además si encima la víctima decide formar parte del equipo de los agresores en lugar del de los defensores de sus derechos y perdona a esa persona que ha destrozado su vida para siempre, y además de manera reincidente.

Pero antes de nada, es necesario ir poniendo nombres a esta historia que ha tenido lugar en Marrakech. La joven es Jawla, de 17 años, una menor que fue violada cuando tenía 16 y fue obligada a casarse con su atacante para poder “salvar su honor”. Ambas familias estuvieron de acuerdo en esta medida salomónica que se basa en la ley 475.

Esta norma, que afortunadamente ha sido derogada hace escasos meses debido a los abusos que sufrían las mujeres, ha estado en vigor durante medio siglo y ha permitido a los agresores contraer matrimonio con sus víctimas y de esta manera poder escapar de la cárcel.

Evidentemente la violación fue uno de los delitos graves que cometió el hombre, pero el segundo estaba por llegar y fue hace escasos días. Jawla no era feliz y estaba dispuesta a divorciarse, pero su marido no lo iba a consentir. En un nuevo ejemplo de brutalidad y crueldad decidió desfigurar a la muchacha, cortándola con una cuchilla en cara, brazos y otras partes del cuerpo.

El caso se convirtió en un auténtico escándalo en el país alauí. A pesar del tradicionalismo imperante y los pocos derechos de la mujer, muchos ciudadanos se mostraron indignados ante la barbarie cometida y clamaron justicia.

Manifestantes sujetan carteles de las víctimas (AP)Manifestantes sujetan carteles de las víctimas (AP)

Organizaciones internacionales se implicaron y ofrecieron a Jawla toda la ayuda que estaba en su mano; desde pagarle la reconstrucción quirúrgica hasta poder empezar la vida en un nuevo país gracias a la oferta francesa de darle un visado exprés.

Pero la joven tenía otros planes muy diferentes. Sus palabras en una radio local en las que decía que perdonaba a su marido y atacante y que renunciaba a denunciarle porque aún le amaba supusieron un jarro de agua fría para todos. Jawla se justificaba diciendo que la había atacado porque estaba bajo los efectos de los estupefacientes y que si su esposo no salía de prisión ella se terminaría suicidando.

Ahora la situación ha cambiado radicalmente. Su renuncia a denunciar provoca que aunque las autoridades sigan adelante con el caso, lo máximo que obtendrán será una pena menor y el hombre estará rápidamente en la calle.

Por su parte las organizaciones han parado todas sus campañas, ya que la joven les ha dejado claro que no está interesada en ninguna de las iniciativas. Incluso la madre de la agredida la ha retirado la palabra a su hija después de su sorprendente decisión.

Solo Jawla tiene las respuestas a las preguntas que le rondan a todo el mundo la cabeza. De lo que no cabe duda es que Marruecos necesita endurecer su política penal en este tipo de casos y así evitar que criminales que ya han demostrado su capacidad de hacer daño sigan repitiéndolo una y otra vez con total impunidad.

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