Genial Vela, irreconocible Atleti
El mexicano sacó de un lío a la Real, a la espera del nuevo técnico. Partido muy bronco y arbitraje desastroso de Álvarez Izquierdo. Los rojiblancos marcaron y desaparecieron.
San Sebastián, As
Entre el ruido y la furia, y hubo demasiado de ambas cosas, ganó el único que se acordó de jugar algún ratito (pocos) al fútbol: la Real Sociedad. Le bastó con dar libertad a Vela, jugador sublime si le gusta el ambiente, y acompañarle con un delantero centro para aprovechar la extraña dimisión del Atleti, que se deshizo como un azucarillo cuando lo tenía todo a favor. Disparo en el pie tras disparo en el pie, pese a adelantarse a los diez minutos, los de Simeone salieron de Anoeta con la sensación de que nadie había estado a la altura. Bueno, menos Godín, que se ha instalado en órbita y de ahí no baja.
Los primeros minutos fueron un espejismo, con Arda en modo jefazo. El 0-1 llegó en una de esas jugadas que resulta bonita de puro sencilla, como una chica con vaqueros y camiseta negra. Moyá buscó en largó a Raúl García, que prolongó para la llegada de Juanfran; el lateral se la devolvió al navarro que, de primeras y con precisión digna de Koke, centró al segundo palo para dejar con el molde a Mikel González y Carlos Martínez y que Mandzukic la empujase. Un gol tan fácil que es complicadísimo.
El Atleti del curso pasado casi nunca soltaba a la presa una vez que le había hincado el diente, pero parece haber perdido ese instinto asesino. Nada más marcar, reculó como si en su área le esperase una fiesta y, además, empezó a fallar pases y despejes fáciles. La Real agradeció el respiro y Vela sólo tardó cinco minutos en castigarle. Recibió el balón fuera del área y, ante la pasividad de una defensa que prefirió mirarle que apretarle, se inventó un zurdazo con rosquita, colocado e imparable para Moyá. Si Moyes es sensato, tendrá clara la receta: Vela, Vela y un poco más de Vela.
El empate puso a la Real como una moto y el Atleti perdió el control para siempre. Aunque menos que Álvarez Izquierdo, claro. Llevas a un quinceañero a un desfile de Victoria’s Secret y muestra más aplomo. Su primer error fue el más grave: un penalti de Godín a Vela que por arte de magia se convirtió en amarilla para el mexicano. Era el minuto 22 y el árbitro dedicaría los 70 siguientes a desquiciar a todo el mundo. Una cruzada que completó con éxito.
El Atleti llegó 1-1 al descanso de milagro. Sin exagerar. En el 35’, Miranda que, pese a sus goles, es este curso una versión rebajada del imponente central de años pasados, se puso nervioso ante la presión y dio un pase atrás a... Agirretxe, que regateó a Moyá y se dispuso a marcar a portería vacía. O, mejor dicho, lo que parecía una portería vacía. Porque de la nada apareció Godín, que se teletransporta como un superhéroe de Marvel, para impedir el tanto. Increíble.
En vez de calmarse en el vestuario, el Atleti salió más nervioso. Sobre todo Siqueira, que se ganó dos amarillas en tres minutos para dejar a su equipo con uno menos. Habrá quien diga que el árbitro fue riguroso (acababa de perdonar la segunda amarilla por mano a Vela), pero lo indiscutible es que el lateral fue poco inteligente. La Real pidió otro penalti en un choque de Mandzukic y Vela más aparatoso que voluntario, pero para entonces Álvarez Izquierdo ya sólo quería irse a casa.
El Atleti amagó con reaccionar como un campeón cuando Mandzukic, con todo a favor, remató fuera un gran pase de Ansaldi, pero lo cierto es que Simeone no disimuló que firmaba el empate. Y la Real, sin mucho más que intensidad y Vela, fue acorralando a Moyá hasta que Miranda decidió defender con la vista y Agirretxe cabeceó a la red un centro de Zaldua. Sólo entonces el Cholo sacó a Griezmann. Era tarde. Le faltó ambición y le sobró Vela.
Entre el ruido y la furia, y hubo demasiado de ambas cosas, ganó el único que se acordó de jugar algún ratito (pocos) al fútbol: la Real Sociedad. Le bastó con dar libertad a Vela, jugador sublime si le gusta el ambiente, y acompañarle con un delantero centro para aprovechar la extraña dimisión del Atleti, que se deshizo como un azucarillo cuando lo tenía todo a favor. Disparo en el pie tras disparo en el pie, pese a adelantarse a los diez minutos, los de Simeone salieron de Anoeta con la sensación de que nadie había estado a la altura. Bueno, menos Godín, que se ha instalado en órbita y de ahí no baja.
Los primeros minutos fueron un espejismo, con Arda en modo jefazo. El 0-1 llegó en una de esas jugadas que resulta bonita de puro sencilla, como una chica con vaqueros y camiseta negra. Moyá buscó en largó a Raúl García, que prolongó para la llegada de Juanfran; el lateral se la devolvió al navarro que, de primeras y con precisión digna de Koke, centró al segundo palo para dejar con el molde a Mikel González y Carlos Martínez y que Mandzukic la empujase. Un gol tan fácil que es complicadísimo.
El Atleti del curso pasado casi nunca soltaba a la presa una vez que le había hincado el diente, pero parece haber perdido ese instinto asesino. Nada más marcar, reculó como si en su área le esperase una fiesta y, además, empezó a fallar pases y despejes fáciles. La Real agradeció el respiro y Vela sólo tardó cinco minutos en castigarle. Recibió el balón fuera del área y, ante la pasividad de una defensa que prefirió mirarle que apretarle, se inventó un zurdazo con rosquita, colocado e imparable para Moyá. Si Moyes es sensato, tendrá clara la receta: Vela, Vela y un poco más de Vela.
El empate puso a la Real como una moto y el Atleti perdió el control para siempre. Aunque menos que Álvarez Izquierdo, claro. Llevas a un quinceañero a un desfile de Victoria’s Secret y muestra más aplomo. Su primer error fue el más grave: un penalti de Godín a Vela que por arte de magia se convirtió en amarilla para el mexicano. Era el minuto 22 y el árbitro dedicaría los 70 siguientes a desquiciar a todo el mundo. Una cruzada que completó con éxito.
El Atleti llegó 1-1 al descanso de milagro. Sin exagerar. En el 35’, Miranda que, pese a sus goles, es este curso una versión rebajada del imponente central de años pasados, se puso nervioso ante la presión y dio un pase atrás a... Agirretxe, que regateó a Moyá y se dispuso a marcar a portería vacía. O, mejor dicho, lo que parecía una portería vacía. Porque de la nada apareció Godín, que se teletransporta como un superhéroe de Marvel, para impedir el tanto. Increíble.
En vez de calmarse en el vestuario, el Atleti salió más nervioso. Sobre todo Siqueira, que se ganó dos amarillas en tres minutos para dejar a su equipo con uno menos. Habrá quien diga que el árbitro fue riguroso (acababa de perdonar la segunda amarilla por mano a Vela), pero lo indiscutible es que el lateral fue poco inteligente. La Real pidió otro penalti en un choque de Mandzukic y Vela más aparatoso que voluntario, pero para entonces Álvarez Izquierdo ya sólo quería irse a casa.
El Atleti amagó con reaccionar como un campeón cuando Mandzukic, con todo a favor, remató fuera un gran pase de Ansaldi, pero lo cierto es que Simeone no disimuló que firmaba el empate. Y la Real, sin mucho más que intensidad y Vela, fue acorralando a Moyá hasta que Miranda decidió defender con la vista y Agirretxe cabeceó a la red un centro de Zaldua. Sólo entonces el Cholo sacó a Griezmann. Era tarde. Le faltó ambición y le sobró Vela.