Europa, el oasis del Borussia
Dortmund, As
Este Borussia Dortmund tiene dos caras: la trágica y la cómica. En la Bundesliga, donde es colista en el peor arranque de su historia, deambula sin consuelo, firmando derrotas ante rivales que, por plantel, no son de su liga. Pero en Europa reverdece, sus males se hacen virtudes y ante el Galatasaray, sin cuajar la mejor de sus actuaciones, venció con sobriedad y deja al equipo turco al borde de la cuneta de la competición. Con paciencia en el arranque y cabalgadas tras el descanso, el conjunto teutón se asegura plaza en octavos de final y aprovecha el pinchazo del Arsenal ante el Anderlecht para coger sobrada ventaja en la carrera por el primer puesto del grupo.
Klopp optó por repetir el ataque que cayó ante el Bayern en Bundesliga, en la que fue la quinta derrota consecutiva del en el campeonato germano. Con Reus, Kagawa y Mkhitaryan en la línea de tres cuartos, Aubameyang fue el elegido en punta en detrimento de Immobile y Ramos; Gundogan, finalmente, arrancó en el banquillo, aunque tuvo sus minutos en el segundo tiempo. Prandelli prefirió alinear un único delantero (Umut Bulut) e introducir dos enganches (Dzemaili y Sneijder), probablemente para sostener las bien conocidas contras del Dortmund.
Cediendo el balón al conjunto local, los turcos se aseguraron dominar el peligro en velocidad, estrategia evidente desde el minuto uno. Evidente y eficaz, pues durante un buen tramo del primer tiempo los alemanes se vieron incómodos sobre el césped del Signal Iduna Park, con Chedjou en el papel de comandante de la zaga otomana. Sólo a balón parado (remates sin tino de los centrales Sokratis, al larguero, y Subotic) se acercaron al gol. Antes Sneijder asustó con una chilena desde el punto de penalti que, para suerte de Weidenfeller, salió potente pero centrada.
Con los minutos la tarea visitante se fue tornando más y más ardua, merced al cansancio acumulado. Kagawa, combinando tras un bello taconazo de Mkhitaryan, rozó el primero con el exterior de su diestra. El anuncio de que la máquina amarilla cobraba engrase: un estupendo pase de Piszczek, rebasando varias líneas, fue aprovechado por el desmarque diagonal (y tal vez ilegal) de Reus, inofensivo hasta entonces. El extremo rubio definió bajó las piernas de Muslera y mandó a su equipo al descanso en ventaja.
Las urgencias del Galatasaray (un punto en los tres primeros partidos) afloraron los nervios en el conjunto turco y en su afición, que ya antes del partido exhibió sus bengalas por las calles de Dortmund. Al retorno de los vestuarios detuvieron el juego lanzando varios petardos a un córner por sacarse. El árbitro amagó con recoger el partido, pero los jugadores visitantes, restrictivos con su propia afición, finalizaron el lamentable espectáculo, que además devino perjudicial para sus intereses: dos minutos después, Sokratis anotó el 2-0 tras cazar un rechazo en el corazón del área después de un saque de esquina. El central, en bello gesto de giro, aprovechó el balón que le sirvió un Kehl más potente que su marcador en el salto.
La presunta sentencia rebajó la tensión del duelo y el gol de Hakan Balta amagó con devolvérsela. El lateral cabeceó un saque de esquina tenso de Sneijder y dio un soplo de vida al Galatasaray, amén de producir el progresivo crecimiento en el duelo del mediapunta holandés. Cosas del momento y el juego: Immobile ingresó al césped justo tras el 2-1, en uno de esos cambios ya preparados que, en el momento de realizarse, se vuelven casi inconvenientes a tenor de las circunstancias. Pero el ariete italiano arregló la preocupación de Klopp, rematando, en acción de nueve puro, una de las contras eléctricas que tan bien sostuvo el equipo de Prandelli en la primera parte. Tres minutos después del susto de Balta, el Muro Amarillo resopló tranquilo.
Poco más dejó el encuentro en sus 20 minutos finales: Aubameyang demostró un día más sus notables cualidades para el atletismo (una aptitud común en el Borussia), a la par que escasas en la tarea de finalizador; un autogol de Kaya remató el esperpento del equipo de Estambul en la Liga de Campeones; Sokratis se revindicó, en ausencia de Hummels, como un defensor de peso; y, ante la frustración, bengalas brotaron entre la hinchada turca, reincidente y que acarreará seguro una fuerte multa a su club.
Este Borussia Dortmund tiene dos caras: la trágica y la cómica. En la Bundesliga, donde es colista en el peor arranque de su historia, deambula sin consuelo, firmando derrotas ante rivales que, por plantel, no son de su liga. Pero en Europa reverdece, sus males se hacen virtudes y ante el Galatasaray, sin cuajar la mejor de sus actuaciones, venció con sobriedad y deja al equipo turco al borde de la cuneta de la competición. Con paciencia en el arranque y cabalgadas tras el descanso, el conjunto teutón se asegura plaza en octavos de final y aprovecha el pinchazo del Arsenal ante el Anderlecht para coger sobrada ventaja en la carrera por el primer puesto del grupo.
Klopp optó por repetir el ataque que cayó ante el Bayern en Bundesliga, en la que fue la quinta derrota consecutiva del en el campeonato germano. Con Reus, Kagawa y Mkhitaryan en la línea de tres cuartos, Aubameyang fue el elegido en punta en detrimento de Immobile y Ramos; Gundogan, finalmente, arrancó en el banquillo, aunque tuvo sus minutos en el segundo tiempo. Prandelli prefirió alinear un único delantero (Umut Bulut) e introducir dos enganches (Dzemaili y Sneijder), probablemente para sostener las bien conocidas contras del Dortmund.
Cediendo el balón al conjunto local, los turcos se aseguraron dominar el peligro en velocidad, estrategia evidente desde el minuto uno. Evidente y eficaz, pues durante un buen tramo del primer tiempo los alemanes se vieron incómodos sobre el césped del Signal Iduna Park, con Chedjou en el papel de comandante de la zaga otomana. Sólo a balón parado (remates sin tino de los centrales Sokratis, al larguero, y Subotic) se acercaron al gol. Antes Sneijder asustó con una chilena desde el punto de penalti que, para suerte de Weidenfeller, salió potente pero centrada.
Con los minutos la tarea visitante se fue tornando más y más ardua, merced al cansancio acumulado. Kagawa, combinando tras un bello taconazo de Mkhitaryan, rozó el primero con el exterior de su diestra. El anuncio de que la máquina amarilla cobraba engrase: un estupendo pase de Piszczek, rebasando varias líneas, fue aprovechado por el desmarque diagonal (y tal vez ilegal) de Reus, inofensivo hasta entonces. El extremo rubio definió bajó las piernas de Muslera y mandó a su equipo al descanso en ventaja.
Las urgencias del Galatasaray (un punto en los tres primeros partidos) afloraron los nervios en el conjunto turco y en su afición, que ya antes del partido exhibió sus bengalas por las calles de Dortmund. Al retorno de los vestuarios detuvieron el juego lanzando varios petardos a un córner por sacarse. El árbitro amagó con recoger el partido, pero los jugadores visitantes, restrictivos con su propia afición, finalizaron el lamentable espectáculo, que además devino perjudicial para sus intereses: dos minutos después, Sokratis anotó el 2-0 tras cazar un rechazo en el corazón del área después de un saque de esquina. El central, en bello gesto de giro, aprovechó el balón que le sirvió un Kehl más potente que su marcador en el salto.
La presunta sentencia rebajó la tensión del duelo y el gol de Hakan Balta amagó con devolvérsela. El lateral cabeceó un saque de esquina tenso de Sneijder y dio un soplo de vida al Galatasaray, amén de producir el progresivo crecimiento en el duelo del mediapunta holandés. Cosas del momento y el juego: Immobile ingresó al césped justo tras el 2-1, en uno de esos cambios ya preparados que, en el momento de realizarse, se vuelven casi inconvenientes a tenor de las circunstancias. Pero el ariete italiano arregló la preocupación de Klopp, rematando, en acción de nueve puro, una de las contras eléctricas que tan bien sostuvo el equipo de Prandelli en la primera parte. Tres minutos después del susto de Balta, el Muro Amarillo resopló tranquilo.
Poco más dejó el encuentro en sus 20 minutos finales: Aubameyang demostró un día más sus notables cualidades para el atletismo (una aptitud común en el Borussia), a la par que escasas en la tarea de finalizador; un autogol de Kaya remató el esperpento del equipo de Estambul en la Liga de Campeones; Sokratis se revindicó, en ausencia de Hummels, como un defensor de peso; y, ante la frustración, bengalas brotaron entre la hinchada turca, reincidente y que acarreará seguro una fuerte multa a su club.