Diga derecho a decidir, no independencia
Los partidarios de la secesión catalana han desplegado una eficaz campaña comunicativa con expertos, cuidando el lenguaje y explotando inteligentemente los recursos de Internet
Daniel Verdú
Barcelona, El País
El 11 de septiembre de 2012, el independentismo decidió cambiar su estrategia comunicativa y pensar a lo grande. Ese día, en su primera Diada multitudinaria, la Asamblea Nacional Catalana dio la vuelta a los tradicionales mensajes a la contra para empezar a formularlos en positivo y lanzarse a por una mayoría. La palabra “independencia” se excluyó de la pancarta de cabecera y se buscaron fórmulas que pudieran incluir a más gente como el lema “Cataluña, nuevo estado de Europa”. Cuentan en la ANC que Carme Forcadell, su presidenta, tuvo mucho que ver en ello. El “no queremos estar ahí”, se convirtió en el “queremos ser”. Y desde ahí el concepto de independencia derivó en el mucho más efectivo “derecho a decidir”, el referéndum en “consulta” y la incertidumbre de una secesión se transformó en la ilusión por empezar de cero. El mensaje, los canales y el destinatario cambiaron. A través de las redes sociales se buscó a un gran número de indecisos utilizando un discurso más moderado y esperanzador.
Pero nada es casualidad. El bando proconsulta y proindependencia (su unión es una de las claves del éxito) se ha tomado muy en serio la batalla de la comunicación. A la espontaneidad inicial de la que surgieron miles de nuevos perfiles en Twitter, se ha sumado toda una estrategia publicitaria que culminó el pasado julio. La ANC y Òmnium Cultural contrataron a la empresa Blue State Digital para su campaña Ara és l'hora (Ahora es la hora), con la que se pretende convencer de las bondades del Sí-Sí [sí a que Cataluña sea un Estado; sí a que este Estado sea independiente] a unos 500.000 indecisos que calculan que hay en Cataluña. Dicha empresa participó en el diseño de la estrategia digital de las dos elecciones presidenciales a las que se presentó Barack Obama en EE UU, en las de Dilma Rousseff en Brasil, François Hollande en Francia o Enrique Peña Nieto en México. No se sabe lo que ha costado. La ANC asegura que la firma tenía interés en trabajar con ellos más allá de lo económico.
Blue State Digital también fue responsable de una de las campañas en el referéndum escocés. Pero, en ese caso, trabajaron en favor del “no” argumentando las bondades de permanecer unidos. Fue una estrategia distinta de la que se sigue en España, donde el “no” se ha defendido sobre todo manteniendo que la consulta sería ilegal. Y al final, en términos comunicativos, la posición ha quedado reducida a un “no a votar”. Algo que, según el experto en comunicación política Toni Aira, es un error: “En el otro lado, ha habido una fusión entre la reivindicación del voto y la reivindicación de la independencia. Y esa es una de las claves que define el éxito y el nivel de cuajo que ha tenido. Hay una parte de mérito suyo y otra de demérito de los antagonistas. El error del unionismo, o de los que votarían ‘no’, ha sido regalar la defensa de la idea del derecho a decidir a los que están por el sí a la independencia”. Algo que técnicamente se conoce como infiltración semántica.
Y a ese movimiento en positivo se han sumado actores, presentadores y deportistas que amplifican con su voz la corriente de opinión. Pero no todos están de acuerdo en cuál debería haber sido la respuesta del otro lado. Una encendida defensa del no podría haber implicado, como explica el brillante publicista Toni Segarra, asumir que existe un debate ante quienes lo que pretenden es precisamente que este se genere. “Si ellos me consultaran diría que no hay que hacer nada”, señala. “De lo contrario, le estás dando valor a algo que no quieres que lo tenga. Hay unos señores que han decidido que quieren ser independientes, así que son ellos quienes tienen que explicar el proyecto. Esto no tiene nada que ver con el caso escocés. Ahí hubo un referéndum y había que posicionarse. Aquí lo que hay es uno que quiere que el otro reaccione, y los del otro lado que prefieren que no pase nada”, sostiene Segarra, para quien la verdadera campaña independentista empezó hace 30 años y ahora se encuentra en una fase “demasiado avasalladora”. “En los últimos meses ha habido un bombardeo excesivo, supongo que por la prisa o porque se aproxima el momento”, opina. “Da la sensación de que hay demasiado interés, demasiados medios”.
Se refiere, en parte, a todo el despliegue de Ara és l'hora con anuncios en prensa, pósters en los pasillos del metro, marquesinas y autobuses o hasta una lona gigante que cubre La Pedrera de arriba abajo con el lema “Volem un país nou” (Queremos país nuevo). Para esta cuidada puesta en escena —que además cuenta con una campaña mucho más vintage en la que centenares de voluntarios llaman a todas las puertas de los hogares catalanes para preguntarles que clase de país les gustaría construir—, la organización formada por la ANC y Òmnium Cultural necesita alrededor de 200.000 euros semanales, según aseguró su coordinador Oriol Soler. Para los anuncios en la prensa y en las radios privadas de la consulta, sin embargo, Artur Mas quiso hacer valer el artículo 82.1 de la Ley del Audiovisual para la gratuidad de su difusión.
Todo ello incomoda enormemente a la plataforma Societat Civil Catalana, una entidad que surgió para dar una respuesta comunicativa al éxito de la ANC, aunque hasta la fecha no hayan tenido un apoyo popular comparable a dicha asociación. Ellos lo atribuyen al respaldo institucional que han recibido los partidarios del sí para su campaña comunicativa. Pero además, se lamentan de que en la prensa del resto de España —donde han tenido más presencia— se haya asumido el vocabulario soberanista. “Nos duele ver como en medios nacionales se habla de la relación entre Cataluña y España, y no del resto España. O del ‘encaje’, como si fueran dos piezas distintas… es una visión adoptada desde el lenguaje nacionalista. El término consulta, urnas, derecho a decidir… El nacionalismo ha tenido mucho éxito creando y difundiendo conceptos. Son buenos marcando la agenda de debate”, señala Juan Arza, portavoz de Societat Civil Catalana.
Pero el éxito final de la campaña comunicativa reside en la explotación de los canales menos oficialistas como redes sociales, cadenas de mails o whatsapp. Internet, donde se tejieron los primeros lazos de la ANC mediante conversaciones cifradas, ha sido un terreno de agitación y convocatoria olvidado por los partidarios de que Catalunya permanezca unida a España, que incluso carecen de un nombre que aglutine su postura, como recuerda Luis Arroyo, experto en comunicación pública y exasesor de Carme Chacón o José Luis Rodríguez Zapatero: “Hay un déficit de comunicación, de unidad de mensaje, de marco… La batalla de la comunicación la gana siempre el sí frente al no. Otra cosa es lo que pasa en las urnas. Pero es más fácil estar a favor que en contra. Desde luego, van ganando”.
Daniel Verdú
Barcelona, El País
El 11 de septiembre de 2012, el independentismo decidió cambiar su estrategia comunicativa y pensar a lo grande. Ese día, en su primera Diada multitudinaria, la Asamblea Nacional Catalana dio la vuelta a los tradicionales mensajes a la contra para empezar a formularlos en positivo y lanzarse a por una mayoría. La palabra “independencia” se excluyó de la pancarta de cabecera y se buscaron fórmulas que pudieran incluir a más gente como el lema “Cataluña, nuevo estado de Europa”. Cuentan en la ANC que Carme Forcadell, su presidenta, tuvo mucho que ver en ello. El “no queremos estar ahí”, se convirtió en el “queremos ser”. Y desde ahí el concepto de independencia derivó en el mucho más efectivo “derecho a decidir”, el referéndum en “consulta” y la incertidumbre de una secesión se transformó en la ilusión por empezar de cero. El mensaje, los canales y el destinatario cambiaron. A través de las redes sociales se buscó a un gran número de indecisos utilizando un discurso más moderado y esperanzador.
Pero nada es casualidad. El bando proconsulta y proindependencia (su unión es una de las claves del éxito) se ha tomado muy en serio la batalla de la comunicación. A la espontaneidad inicial de la que surgieron miles de nuevos perfiles en Twitter, se ha sumado toda una estrategia publicitaria que culminó el pasado julio. La ANC y Òmnium Cultural contrataron a la empresa Blue State Digital para su campaña Ara és l'hora (Ahora es la hora), con la que se pretende convencer de las bondades del Sí-Sí [sí a que Cataluña sea un Estado; sí a que este Estado sea independiente] a unos 500.000 indecisos que calculan que hay en Cataluña. Dicha empresa participó en el diseño de la estrategia digital de las dos elecciones presidenciales a las que se presentó Barack Obama en EE UU, en las de Dilma Rousseff en Brasil, François Hollande en Francia o Enrique Peña Nieto en México. No se sabe lo que ha costado. La ANC asegura que la firma tenía interés en trabajar con ellos más allá de lo económico.
Blue State Digital también fue responsable de una de las campañas en el referéndum escocés. Pero, en ese caso, trabajaron en favor del “no” argumentando las bondades de permanecer unidos. Fue una estrategia distinta de la que se sigue en España, donde el “no” se ha defendido sobre todo manteniendo que la consulta sería ilegal. Y al final, en términos comunicativos, la posición ha quedado reducida a un “no a votar”. Algo que, según el experto en comunicación política Toni Aira, es un error: “En el otro lado, ha habido una fusión entre la reivindicación del voto y la reivindicación de la independencia. Y esa es una de las claves que define el éxito y el nivel de cuajo que ha tenido. Hay una parte de mérito suyo y otra de demérito de los antagonistas. El error del unionismo, o de los que votarían ‘no’, ha sido regalar la defensa de la idea del derecho a decidir a los que están por el sí a la independencia”. Algo que técnicamente se conoce como infiltración semántica.
Y a ese movimiento en positivo se han sumado actores, presentadores y deportistas que amplifican con su voz la corriente de opinión. Pero no todos están de acuerdo en cuál debería haber sido la respuesta del otro lado. Una encendida defensa del no podría haber implicado, como explica el brillante publicista Toni Segarra, asumir que existe un debate ante quienes lo que pretenden es precisamente que este se genere. “Si ellos me consultaran diría que no hay que hacer nada”, señala. “De lo contrario, le estás dando valor a algo que no quieres que lo tenga. Hay unos señores que han decidido que quieren ser independientes, así que son ellos quienes tienen que explicar el proyecto. Esto no tiene nada que ver con el caso escocés. Ahí hubo un referéndum y había que posicionarse. Aquí lo que hay es uno que quiere que el otro reaccione, y los del otro lado que prefieren que no pase nada”, sostiene Segarra, para quien la verdadera campaña independentista empezó hace 30 años y ahora se encuentra en una fase “demasiado avasalladora”. “En los últimos meses ha habido un bombardeo excesivo, supongo que por la prisa o porque se aproxima el momento”, opina. “Da la sensación de que hay demasiado interés, demasiados medios”.
Se refiere, en parte, a todo el despliegue de Ara és l'hora con anuncios en prensa, pósters en los pasillos del metro, marquesinas y autobuses o hasta una lona gigante que cubre La Pedrera de arriba abajo con el lema “Volem un país nou” (Queremos país nuevo). Para esta cuidada puesta en escena —que además cuenta con una campaña mucho más vintage en la que centenares de voluntarios llaman a todas las puertas de los hogares catalanes para preguntarles que clase de país les gustaría construir—, la organización formada por la ANC y Òmnium Cultural necesita alrededor de 200.000 euros semanales, según aseguró su coordinador Oriol Soler. Para los anuncios en la prensa y en las radios privadas de la consulta, sin embargo, Artur Mas quiso hacer valer el artículo 82.1 de la Ley del Audiovisual para la gratuidad de su difusión.
Todo ello incomoda enormemente a la plataforma Societat Civil Catalana, una entidad que surgió para dar una respuesta comunicativa al éxito de la ANC, aunque hasta la fecha no hayan tenido un apoyo popular comparable a dicha asociación. Ellos lo atribuyen al respaldo institucional que han recibido los partidarios del sí para su campaña comunicativa. Pero además, se lamentan de que en la prensa del resto de España —donde han tenido más presencia— se haya asumido el vocabulario soberanista. “Nos duele ver como en medios nacionales se habla de la relación entre Cataluña y España, y no del resto España. O del ‘encaje’, como si fueran dos piezas distintas… es una visión adoptada desde el lenguaje nacionalista. El término consulta, urnas, derecho a decidir… El nacionalismo ha tenido mucho éxito creando y difundiendo conceptos. Son buenos marcando la agenda de debate”, señala Juan Arza, portavoz de Societat Civil Catalana.
Pero el éxito final de la campaña comunicativa reside en la explotación de los canales menos oficialistas como redes sociales, cadenas de mails o whatsapp. Internet, donde se tejieron los primeros lazos de la ANC mediante conversaciones cifradas, ha sido un terreno de agitación y convocatoria olvidado por los partidarios de que Catalunya permanezca unida a España, que incluso carecen de un nombre que aglutine su postura, como recuerda Luis Arroyo, experto en comunicación pública y exasesor de Carme Chacón o José Luis Rodríguez Zapatero: “Hay un déficit de comunicación, de unidad de mensaje, de marco… La batalla de la comunicación la gana siempre el sí frente al no. Otra cosa es lo que pasa en las urnas. Pero es más fácil estar a favor que en contra. Desde luego, van ganando”.