Cameron quiere echar a los europeos que no logren empleo en 6 meses
El primer ministro británico propone negar prestaciones a los trabajadores europeos
Pablo Guimón
Londres, El País
El primer ministro David Cameron presentó el viernes la serie de medidas con las que pretende frenar el aumento de la inmigración europea en Reino Unido, empeño en el que, como demuestran los datos oficiales publicados el miércoles (43% más de inmigración neta que el año pasado), su Gobierno ha fracasado estrepitosamente hasta la fecha. Su propuesta —sobre la que recaía una enorme expectación en un momento en el que la inmigración y la UE ocupan el centro del debate político a seis meses de las elecciones— no incluye un cupo a los inmigrantes de la golpeada eurozona, como demandaban sectores de su partido. Pero impone durísimas restricciones a los ciudadanos europeos que vengan a Reino Unido a trabajar.
Cameron propone expulsar a aquellos inmigrantes comunitarios que no hayan conseguido empleo en un periodo de tiempo determinado. O, dicho de otro modo, tratar de que vengan solo con un contrato de trabajo. “Si un ciudadano de la UE no ha encontrado empleo en seis meses”, dijo Cameron, “se le invitará a abandonar el país”. “Vamos a ser claros”, añadió. “Hoy, el 40% de los que vienen a trabajar a Reino Unido no tiene una oferta de trabajo cuando llega. Muchos de ellos ya no vendrán”.
Los inmigrantes europeos, prosiguió el primer ministro conservador, deberán trabajar durante cuatro años antes de poder recibir determinados subsidios. Se refería a aquellas prestaciones que completan los ingresos de una familia cuando estos están por debajo de un límite determinado, a las ayudas para la vivienda y a las ayudas por hijos. En este último caso, Cameron aseguró que, incluso después de los cuatro años, los trabajadores no recibirán dinero público por hijos que residan en otros países. En la práctica, niega a los europeos comunitarios los subsidios que cobran los trabajadores peor pagados. Cerca de 400.000 ciudadanos de países de la UE reciben actualmente este tipo de ayudas en sus primeros cuatro años en el país.
El propio primer ministro se refirió a las medidas como “radicales”, pero defendió que la presión que ejerce la creciente población en los servicios públicos las convierte en “justas”. Cameron se mostró confiado en que podrá alcanzar un acuerdo con el resto de miembros de la UE sobre unas medidas que, reconoce, requerirán reformas en los tratados. Así, dijo, podrá hacer campaña por la permanencia de Reino Unido en la UE en el referéndum que ha prometido convocar en 2017 si gana las elecciones de mayo. Pero advirtió de que, si sus propuestas encuentran “oídos sordos” en Bruselas, “no descarta nada”. Es lo más cerca que ha estado Cameron de sugerir que podría apoyar la salida de la Unión.
El discurso, pronunciado en una fábrica de las Midlands, fue un alarde de equilibrismo. Empezó con un elogio al papel de los inmigrantes en la historia de Reino Unido y acabó con un recorte a las prestaciones que reciben de un alcance inesperado. “Estoy orgulloso de que juntos hayamos construido una exitosa democracia multirracial”, dijo. “Pero el volumen de la migración ha sometido a los servicios públicos a una tensión sin precedentes”.
Cameron quiere prohibir la entrada de inmigrantes de países recién adheridos a la UE hasta que sus economías se equiparen con las del resto de socios. “Los futuros tratados de adhesión requieren el acuerdo unánime de los miembros”, recordó. “Así nos aseguraremos de que se introduzca este cambio”. Propone, además, acelerar el proceso de deportación de los delincuentes y poner freno a los llamados matrimonios de conveniencia.
En Reino Unido residen 2,7 millones de ciudadanos de otros Estados de la UE, que representan el 4,3% de la población del país. Su tasa de empleo es del 78,8%, ligeramente superior a la de los nacidos en Reino Unido (73,6%). En general, los inmigrantes europeos solicitan menos ayudas públicas que los británicos: un 15% de ellos recibe algún tipo de subsidio. Pero las medidas de Cameron van dirigidas sobre todo a los recién llegados: a esos 421.000 ciudadanos de la UE que se inscribieron en la seguridad social entre junio de 2013 y junio de 2014.
El impacto económico de las medidas de Cameron, según el Financial Times, podría ser un ahorro de “algunos cientos de millones de libras de una factura total de prestaciones sociales superior a los 30.000 millones”. Pero el destinatario del discurso, producto de meses de negociación dentro y fuera de las fronteras británicas, es un electorado conservador tentado por las llamadas populistas y antieuropeas de UKIP. A ellos deberá convencer Cameron de que las medidas frenarán la inmigración, al tiempo que pide el apoyo de los líderes europeos a una causa que puede comprometer el principio de igualdad.
Primero China, después España
Cerca de medio millón de familias con algún miembro extranjero reciben subsidios del Estado británico por un valor total de 4.900 millones de libras (6.150 millones de euros), según el think tank Open Europe. La mitad de esas familias están compuestas por ciudadanos europeos. España es el segundo país que más inmigrantes aportó a Reino Unido en 2013, según las estadísticas oficiales británicas. Un total de 33.000 personas procedentes de España se instalaron en Reino Unido ese año, un 7% del total. Supone una importante subida respecto a 2012, año en que ocupaba el sexto lugar entre los países de origen de la inmigración a Reino Unido. El país que más trabajadores aportó en 2013 es China (46.000). India —casi empatada con España— Australia y Polonia completan las cinco primeras plazas. Estos datos reflejan el último país de residencia de los inmigrantes llegados a Reino Unido, lo que no tiene por qué coincidir con la nacionalidad. El 27% de los llegados de España en 2013, por ejemplo, eran ciudadanos británicos.
Pablo Guimón
Londres, El País
El primer ministro David Cameron presentó el viernes la serie de medidas con las que pretende frenar el aumento de la inmigración europea en Reino Unido, empeño en el que, como demuestran los datos oficiales publicados el miércoles (43% más de inmigración neta que el año pasado), su Gobierno ha fracasado estrepitosamente hasta la fecha. Su propuesta —sobre la que recaía una enorme expectación en un momento en el que la inmigración y la UE ocupan el centro del debate político a seis meses de las elecciones— no incluye un cupo a los inmigrantes de la golpeada eurozona, como demandaban sectores de su partido. Pero impone durísimas restricciones a los ciudadanos europeos que vengan a Reino Unido a trabajar.
Cameron propone expulsar a aquellos inmigrantes comunitarios que no hayan conseguido empleo en un periodo de tiempo determinado. O, dicho de otro modo, tratar de que vengan solo con un contrato de trabajo. “Si un ciudadano de la UE no ha encontrado empleo en seis meses”, dijo Cameron, “se le invitará a abandonar el país”. “Vamos a ser claros”, añadió. “Hoy, el 40% de los que vienen a trabajar a Reino Unido no tiene una oferta de trabajo cuando llega. Muchos de ellos ya no vendrán”.
Los inmigrantes europeos, prosiguió el primer ministro conservador, deberán trabajar durante cuatro años antes de poder recibir determinados subsidios. Se refería a aquellas prestaciones que completan los ingresos de una familia cuando estos están por debajo de un límite determinado, a las ayudas para la vivienda y a las ayudas por hijos. En este último caso, Cameron aseguró que, incluso después de los cuatro años, los trabajadores no recibirán dinero público por hijos que residan en otros países. En la práctica, niega a los europeos comunitarios los subsidios que cobran los trabajadores peor pagados. Cerca de 400.000 ciudadanos de países de la UE reciben actualmente este tipo de ayudas en sus primeros cuatro años en el país.
El propio primer ministro se refirió a las medidas como “radicales”, pero defendió que la presión que ejerce la creciente población en los servicios públicos las convierte en “justas”. Cameron se mostró confiado en que podrá alcanzar un acuerdo con el resto de miembros de la UE sobre unas medidas que, reconoce, requerirán reformas en los tratados. Así, dijo, podrá hacer campaña por la permanencia de Reino Unido en la UE en el referéndum que ha prometido convocar en 2017 si gana las elecciones de mayo. Pero advirtió de que, si sus propuestas encuentran “oídos sordos” en Bruselas, “no descarta nada”. Es lo más cerca que ha estado Cameron de sugerir que podría apoyar la salida de la Unión.
El discurso, pronunciado en una fábrica de las Midlands, fue un alarde de equilibrismo. Empezó con un elogio al papel de los inmigrantes en la historia de Reino Unido y acabó con un recorte a las prestaciones que reciben de un alcance inesperado. “Estoy orgulloso de que juntos hayamos construido una exitosa democracia multirracial”, dijo. “Pero el volumen de la migración ha sometido a los servicios públicos a una tensión sin precedentes”.
Cameron quiere prohibir la entrada de inmigrantes de países recién adheridos a la UE hasta que sus economías se equiparen con las del resto de socios. “Los futuros tratados de adhesión requieren el acuerdo unánime de los miembros”, recordó. “Así nos aseguraremos de que se introduzca este cambio”. Propone, además, acelerar el proceso de deportación de los delincuentes y poner freno a los llamados matrimonios de conveniencia.
En Reino Unido residen 2,7 millones de ciudadanos de otros Estados de la UE, que representan el 4,3% de la población del país. Su tasa de empleo es del 78,8%, ligeramente superior a la de los nacidos en Reino Unido (73,6%). En general, los inmigrantes europeos solicitan menos ayudas públicas que los británicos: un 15% de ellos recibe algún tipo de subsidio. Pero las medidas de Cameron van dirigidas sobre todo a los recién llegados: a esos 421.000 ciudadanos de la UE que se inscribieron en la seguridad social entre junio de 2013 y junio de 2014.
El impacto económico de las medidas de Cameron, según el Financial Times, podría ser un ahorro de “algunos cientos de millones de libras de una factura total de prestaciones sociales superior a los 30.000 millones”. Pero el destinatario del discurso, producto de meses de negociación dentro y fuera de las fronteras británicas, es un electorado conservador tentado por las llamadas populistas y antieuropeas de UKIP. A ellos deberá convencer Cameron de que las medidas frenarán la inmigración, al tiempo que pide el apoyo de los líderes europeos a una causa que puede comprometer el principio de igualdad.
Primero China, después España
Cerca de medio millón de familias con algún miembro extranjero reciben subsidios del Estado británico por un valor total de 4.900 millones de libras (6.150 millones de euros), según el think tank Open Europe. La mitad de esas familias están compuestas por ciudadanos europeos. España es el segundo país que más inmigrantes aportó a Reino Unido en 2013, según las estadísticas oficiales británicas. Un total de 33.000 personas procedentes de España se instalaron en Reino Unido ese año, un 7% del total. Supone una importante subida respecto a 2012, año en que ocupaba el sexto lugar entre los países de origen de la inmigración a Reino Unido. El país que más trabajadores aportó en 2013 es China (46.000). India —casi empatada con España— Australia y Polonia completan las cinco primeras plazas. Estos datos reflejan el último país de residencia de los inmigrantes llegados a Reino Unido, lo que no tiene por qué coincidir con la nacionalidad. El 27% de los llegados de España en 2013, por ejemplo, eran ciudadanos británicos.