Vigilia en México por estudiantes desaparecidos

Tixtla, AP
Dos semanas después de la desaparición de 43 estudiantes durante un enfrentamiento con la policía en una zona rural del sur de México, decenas de padres impacientes se reunieron en la escuela para maestros que se suponía sería la puerta de escape de sus hijos de una vida de subsistencia como campesinos.


Vistiendo ropa donada, esperan cualquier información sobre el destino de sus hijos, comiendo platillos sencillos elaborados con arroz, frijol y tortillas, y realizando jornadas de oración en un albergue improvisado en el patio cubierto de la escuela.

"Lo quiero vivo, vivo se lo llevaron", dijo Macedonia Torres Romero, cuyo hijo José Luis está entre los desaparecidos.

Pero su deseo parece cada vez más improbable con el paso del tiempo.

Fiscales atribuyen las desapariciones ocurridas el 26 de septiembre a la policía, la cual mató a seis personas y lesionó al menos a 25 más en ataques separados. El caso indignó a los mexicanos, en un país donde el abuso de autoridad es común en áreas remotas. Algunos de los detenidos condujeron a las autoridades el fin de semana pasado a fosas comunes donde fueron encontrados 28 cadáveres, que algunos temen pertenezcan a los estudiantes. Sus identidades aún son desconocidas.

La desaparición de los 43 jóvenes tras estar en manos del Estado ha originado exigencias de justicia desde diversos puntos del planeta, incluido el Departamento de Estado estadounidense y la Organización de Estados Americanos, donde el secretario general José Miguel Insulza dijo que toda Latinoamérica está afligida.

En relación con los hechos fueron arrestados otros cuatro policías, aumentando la cifra a 26, dijo el jueves el procurador de Justicia del estado Iñaky Blanco, quien agregó que está solicitando al Congreso del estado retirar la inmunidad política al alcalde de la ciudad de Iguala, José Luis Abarca, a la cual tienen derecho todos los funcionarios electos bajo la ley mexicana. Abarca, quien según las autoridades se encuentra prófugo, podría enfrentar cargos por no intervenir para detener los ataques.

Los estudiantes de la escuela para formar maestros y sus familias provienen en su mayoría de regiones montañosas remotas del estado de Guerrero, donde viven en la pobreza bajo el yugo de gobiernos corruptos, traficantes de drogas o grupos de civiles armados, grupos anárquicos que han brotado repentinamente para luchar contra la ausencia del régimen de la ley en la zona.

Torres, una viuda que está criando seis hijos, vende cacahuates en un puesto en el poblado de Amilcingo, en el vecino estado de Morelos. Durante un tiempo, José Luis trabajó en todo tipo de labores en los campos para conseguir dinero adicional para la familia. Pero no era suficiente para subsistir.

"Entones él me dice, 'mami voy a estudiar para sacarme adelante. No ves, mi papá ya no vive; tengo que hacer algo''', recordó.

Los estudiantes graduados de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, ubicada en el barrio Ayotzinapa de Tixtla, y otros en el sistema de escuelas normalistas, tienen garantizado empleo de maestros con salario de apenas 500 dólares mensuales en escuelas a las que con frecuencia sólo se puede llegar caminando.

Rogelio Guerrero López, estudiante graduado de Ayotzinapa, enseña ahora en una empobrecida escuela de tres salones en las montañas, a cuatro horas de camino sobre superficie de tierra. Hace dos semanas los maestros no pudieron salir de la escuela debido a que una banda de narcotraficantes había bloqueado el camino. Tuvo miedo de decir cuál banda lo hizo. Familias campesinas del área cultivan marihuana y amapola de opio para obtener un poco de dinero.

A pesar de la pobreza y violencia general, Guerrero López ha convencido a algunos muchachos locales de que asistan a Ayotzinapa. La escuela es gratuita, y los estudiantes están ansiosos por trabajar.

Pero ellos también se convierten en parte de la refriega. Son adoctrinados en políticas de izquierda y justifican sus atracos, robos y disturbios civiles en el nombre del empoderamiento de los ciudadanos más empobrecidos y explotados de México.

El rostro del revolucionario argentino Ernesto "Che" Guevara observa desde el costado de un edificio adornado con el lema "Regresaré, y seré millones". Otros murales presentan la imagen de Marx, Lenin y Engels.

Las escuelas normalistas comenzaron a radicalizarse en la década de 1960, dijo Jorge Javier Romero, un experto en educación de la Universidad Autónoma Metropolitana en la ciudad de México. Señaló que el maestro rural y líder guerrillero Lucio Cabañas, quien murió en una balacera con soldados mexicanos en 1974, surgió de Ayotzinapa.

Se espera que los estudiantes salgan a realizar "actividades" arriesgadas de recaudación de fondos, que van desde pasar el sombrero en el poblado hasta tomar casetas de cobro de autopistas para dejar pasar a los automovilistas sin pagar peaje a cambio de una "donación". En ocasiones conlleva secuestrar autobuses o camiones de reparto de alimentos o bloquear carreteras, lo que puede ocasionar enfrentamientos con la policía.

El 26 de septiembre, José Luis se unió a una de las "actividades", la cual al parecer involucraba recaudar dinero en un bote de lata en la ciudad de Iguala. Él dijo a su madre de antemano que tenía miedo. Ella también lo estaba: "Yo le dije que están sucediendo cosas".

Esa fue su última conversación.

Funcionarios dicen que la policía municipal disparó a autobuses que los estudiantes secuestraron para regresar a la escuela. Seis personas murieron y decenas de estudiantes fueron retirados del lugar por la policía. Un sospechoso dijo a las autoridades que fueron entregados a una banda de narcotráfico que mató al menos a 17 de ellos en una fosa común clandestina, donde fueron desenterrados el fin de semana pasado 28 cadáveres quemados y desmembrados.

En Ayotzinapa, los estudiantes siguieron con sus rutinas diarias esta semana después del hallazgo macabro. Todos se pusieron a trabajar con energía barriendo el patio, lavando sus baldosas con agua, exponiendo al aire ropa de cama y lavando ropa en palanganas de concreto comunales.

El bullicio contrastaba con la muda tristeza en el patio, donde padres trataban de aferrarse a la esperanza.

"Yo estoy aquí hasta saber algo de mi hijo ", dijo Torres, fluyendo lágrimas de sus ojos, "de aquí no me voy ".

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