Uruguay aprecia los logros de Mujica pero sopesa el cambio generacional
La oposición se mantiene pujante en los sondeos pese a los éxitos de la izquierda
Francisco Peregil / Magdalena Martínez
Montevideo, El País
El despacho de Ana Labandera, directora de obstetricia del principal hospital público de Montevideo, el Pereira Rossell, con más de 100 parteras a su cargo, es diminuto. Apenas caben tres personas sentadas. Pero le sucede algo parecido a lo que ocurre con el Gobierno de Uruguay: a ese despachito llegan profesionales de toda Latinoamérica para ver qué pueden aprender de su experiencia sanitaria. “Desde que el presidente José Mujica aprobó la ley de despenalización del aborto en diciembre de 2012”, cuenta Labandera, “este país es, probablemente, el único de América Latina donde está registrada la píldora Mifepristona, que es un medicamento idóneo para tratar el aborto farmacológico, sin intervenciones quirúrgicas”.
Uruguay está encajonado entre dos gigantes como Argentina y Brasil. Pero todo el continente mira con respeto a un país de 3,2 millones de habitantes que a menudo ha marcado el ritmo de los avances sociales en la región y que el próximo domingo elegirá al nuevo presidente para los próximos cinco años, el sucesor de José Mujica.
El candidato con más opciones es el expresidente Tabaré Vázquez (2005-2010), de la coalición de izquierdas Frente Amplio. Pero la mayoría de las encuestadoras aseguran que Vázquez no contará con una mayoría suficiente, del 50% más un voto, que le permita acceder directamente a la presidencia. Con lo cual, tendrá que disputar una segunda vuelta el 30 de noviembre. Y ahí es donde el blanco Luis Lacalle Pou y el colorado Pedro Bordaberry, candidatos de los dos partidos tradicionales, sumarían sus votos y la izquierda podría perder la presidencia que conquistó hace diez años.
El Gobierno de Mujica deja un país con la tasa de desempleo más baja de su historia (6,3%). Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), declaró en 2013 a Uruguay el segundo país de la región con menos pobres y el que tiene menos indigentes. Con esos datos, se supone que el oncólogo de 74 años Tabaré Vázquez cuenta con las condiciones idóneas para suceder a Mujica.
Para colmo, Vázquez se fue del Gobierno con una imagen positiva del 75%. Tiene fama de honesto y buen gestor. Sin embargo, el candidato de los blancos, el abogado Luis Lacalle Pou, de 41 años, ganó de forma sorpresiva las internas de su partido y fue recortando distancia a Vázquez. Y lo hizo asumiendo los logros del Frente Amplio, tan solo afirmando que se podían mejorar. Su lema, “por la positiva”, invita al diálogo, a la eficacia. Y para dar una imagen de cambio y modernidad se ha cuidado mucho de esconder a su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995), en el último lugar, el 30º, de la última lista de suplentes a senadores.
Eduardo Bottinelli, director de la encuestadora Factum, explica que buena parte de las expectativas que ha sabido crear Lacalle Pou se deben a que hay un recambio generacional en el electorado: “El elector medio tiene unos 54 años. Pero los uruguayos con derecho a voto por primera vez representan el 9% del censo. Tabaré Vázquez comenzó su campaña con el lema ‘vamos bien’. Pero la sociedad ha mejorado y no le basta con lo que hay. Quiere ir mucho mejor. Quieren más seguridad y mejor educación. Y Tabaré ha presentado como ministro del Interior al actual ministro del Interior, Eduardo Bonomi, que no ha sabido aplacar la sensación de inseguridad de la gente. Además, Lacalle Pou aparenta ser más joven de lo que es, transmite cercanía y habla casi siempre de tú, mientras Vázquez no usa Twitter ni Facebook”.
Tabaré Vázquez carga con un lastre para muchos electores de izquierdas: fue el presidente que derogó en 2008 la ley de despenalización del aborto. Y después de que el Gobierno de José Mujica la aprobara en 2012, hizo campaña para organizar un referéndum que permitiera derogar por segunda vez la ley. Los antiabortistas como Vázquez necesitaban un 25% del censo electoral, pero solo consiguieron el 8%. “El fracaso fue tan rotundo”, explica la obstetra Ana Labandera en su pequeño despacho, “que nadie se va a atrever a tocar la ley. El uruguayo respeta la ley y desde que se aprobó no ha habido ningún ruido. Lo que sí puede ocurrir es que tanto Vázquez como Lacalle Pou planchen las mejoras necesarias, que se debilite la atención a las mujeres que pretenden interrumpir su embarazo”.
Gane quien gane, el nuevo presidente sabe que la sociedad se ha vuelto mucho más exigente que cuando José Mujica comenzó a gobernar hace cuatro años.
Francisco Peregil / Magdalena Martínez
Montevideo, El País
El despacho de Ana Labandera, directora de obstetricia del principal hospital público de Montevideo, el Pereira Rossell, con más de 100 parteras a su cargo, es diminuto. Apenas caben tres personas sentadas. Pero le sucede algo parecido a lo que ocurre con el Gobierno de Uruguay: a ese despachito llegan profesionales de toda Latinoamérica para ver qué pueden aprender de su experiencia sanitaria. “Desde que el presidente José Mujica aprobó la ley de despenalización del aborto en diciembre de 2012”, cuenta Labandera, “este país es, probablemente, el único de América Latina donde está registrada la píldora Mifepristona, que es un medicamento idóneo para tratar el aborto farmacológico, sin intervenciones quirúrgicas”.
Uruguay está encajonado entre dos gigantes como Argentina y Brasil. Pero todo el continente mira con respeto a un país de 3,2 millones de habitantes que a menudo ha marcado el ritmo de los avances sociales en la región y que el próximo domingo elegirá al nuevo presidente para los próximos cinco años, el sucesor de José Mujica.
El candidato con más opciones es el expresidente Tabaré Vázquez (2005-2010), de la coalición de izquierdas Frente Amplio. Pero la mayoría de las encuestadoras aseguran que Vázquez no contará con una mayoría suficiente, del 50% más un voto, que le permita acceder directamente a la presidencia. Con lo cual, tendrá que disputar una segunda vuelta el 30 de noviembre. Y ahí es donde el blanco Luis Lacalle Pou y el colorado Pedro Bordaberry, candidatos de los dos partidos tradicionales, sumarían sus votos y la izquierda podría perder la presidencia que conquistó hace diez años.
El Gobierno de Mujica deja un país con la tasa de desempleo más baja de su historia (6,3%). Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), declaró en 2013 a Uruguay el segundo país de la región con menos pobres y el que tiene menos indigentes. Con esos datos, se supone que el oncólogo de 74 años Tabaré Vázquez cuenta con las condiciones idóneas para suceder a Mujica.
Para colmo, Vázquez se fue del Gobierno con una imagen positiva del 75%. Tiene fama de honesto y buen gestor. Sin embargo, el candidato de los blancos, el abogado Luis Lacalle Pou, de 41 años, ganó de forma sorpresiva las internas de su partido y fue recortando distancia a Vázquez. Y lo hizo asumiendo los logros del Frente Amplio, tan solo afirmando que se podían mejorar. Su lema, “por la positiva”, invita al diálogo, a la eficacia. Y para dar una imagen de cambio y modernidad se ha cuidado mucho de esconder a su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995), en el último lugar, el 30º, de la última lista de suplentes a senadores.
Eduardo Bottinelli, director de la encuestadora Factum, explica que buena parte de las expectativas que ha sabido crear Lacalle Pou se deben a que hay un recambio generacional en el electorado: “El elector medio tiene unos 54 años. Pero los uruguayos con derecho a voto por primera vez representan el 9% del censo. Tabaré Vázquez comenzó su campaña con el lema ‘vamos bien’. Pero la sociedad ha mejorado y no le basta con lo que hay. Quiere ir mucho mejor. Quieren más seguridad y mejor educación. Y Tabaré ha presentado como ministro del Interior al actual ministro del Interior, Eduardo Bonomi, que no ha sabido aplacar la sensación de inseguridad de la gente. Además, Lacalle Pou aparenta ser más joven de lo que es, transmite cercanía y habla casi siempre de tú, mientras Vázquez no usa Twitter ni Facebook”.
Tabaré Vázquez carga con un lastre para muchos electores de izquierdas: fue el presidente que derogó en 2008 la ley de despenalización del aborto. Y después de que el Gobierno de José Mujica la aprobara en 2012, hizo campaña para organizar un referéndum que permitiera derogar por segunda vez la ley. Los antiabortistas como Vázquez necesitaban un 25% del censo electoral, pero solo consiguieron el 8%. “El fracaso fue tan rotundo”, explica la obstetra Ana Labandera en su pequeño despacho, “que nadie se va a atrever a tocar la ley. El uruguayo respeta la ley y desde que se aprobó no ha habido ningún ruido. Lo que sí puede ocurrir es que tanto Vázquez como Lacalle Pou planchen las mejoras necesarias, que se debilite la atención a las mujeres que pretenden interrumpir su embarazo”.
Gane quien gane, el nuevo presidente sabe que la sociedad se ha vuelto mucho más exigente que cuando José Mujica comenzó a gobernar hace cuatro años.