Un padre de luto con muchas preguntas y una carta de suicidio incompleta

AFP
De las diez hojas que su hijo escribió en la cárcel antes de morir, a Rafael Becerra sólo le entregaron cuatro. Las otras seis, según él, se encuentran a 10,150 kilómetros de distancia, probablemente archivadas en un cajón metálico, en una fría estación de policía en Helsinki. La misma estación en donde el pasado 19 de julio el acróbata colombiano Sergio Camilo Becerra, de 26 años, falleció en extrañas circunstancias. Desde esa fecha, Rafael ha intentado recuperar las hojas que le faltan para terminar de conocer los últimos momentos de su hijo, así como también ha intentado hacer justicia tanto en Colombia como en Finlandia, tratando de esclarecer los hechos que rodearon la muerte de Sergio.


“Mi hijo no se suicidó”, asegura Rafael, mirándome fíjamente. La frase es certera, tajante. La pronuncia un padre de 57 años, que lleva gran parte de su vida trabajando en el Instituto Distrital de Partcipación y Acción Comunal y como asesor de proyectos en la Secretaría de Gobierno de Bogotá. Menciona esto, seguro de haber conocido bien a su hijo y del talento que tenía en las artes circenses, con el que consiguió una beca en Finlandia, siendo invitado por la escuela Kaulutuskeskus Salpaus.“Mi hijo era el único amigo que tenía, era mi mejor amigo. Era el que brillaba por mí con lo que hacía. Era lo que yo tenía para mostrar”.

La beca no era algo extraordinario para Sergio Camilo Becerra, sino un paso más en su exitosa carrera como acróbata circense. Desde temprana edad, cuando empezó en las porras de su escuela, su vida se vio rodeada de medallas y trofeos, amigos trabajando en el Cirque du Soleil y giras nacionales e internacionales. El 12 de mayo de este año, y gracias a la beca que obtuvo en Finlandia, Sergio comenzó otra etapa de su vida y se mudó a Helsinki. Dos meses después, y en hechos que hasta el momento no se han podido esclarecer completamente en ninguno de los dos países, Sergio fue detenido por la policía y llevado a una estación de la ciudad, tras una fiesta con sus amigos. Tres días después de su detención, Sergio amaneció muerto en la misma estación, al parecer por suicidio, o al menos esa es la versión dada por el equipo policial de la estación.

Ni su padre ni el resto de su familia o amigos se resignan a aceptar esta versión, dada por la policía de Helsinki. Según la policía finlandesa, y la embajada colombiana en el lugar, Sergio entró en la madrugada del 18 de julio, y sin haber cumplido las 72 horas reglamentarias de detención sin orden judicial que tiene este país, salió sin vida de la estación, el 21 de julio.

El reporte oficial, dado por la policía de Helsinki, fue que se ahorcó con los cordones de sus zapatos. Rafael no cree esto, a pesar de que admite, titubeante, que en la carta que le entregó la embajada de Colombia en Finlandia (y la cual prefiere no mostrar hasta no comprobar que es una prueba verídica, por respeto a la memoria de su hijo), Sergio sí se despide: "En la carta él dice que va a tomar esa decisión, pero uno no sabe si lo obligaron a escribirlo. En la carta hay dos letras distintas. Nosotros creemos que a él lo mataron, pero antes de eso le hicieron escribir una carta, tamaño oficio. Aparte empieza a escribir desde el día 18 sobre toda su vida. ¿Cómo una persona piensa suicidarse desde el momento en que lo detienen? Yo no creo. La carta es muy inconclusa. Hay párrafos que parecen puestos encima, con otro tipo de letra muy parecida. Todo eso me lo dijeron expertos en grafología de la Fiscalía. Ellos necesitan la carta original, pero la policía no quiere entregarla".

La batalla que ha dado Rafael desde entonces no ha sido fácil. Aún trabajando con el Distrito, la visibilidad que ha tenido el caso de la muerte de su hijo ha sido muy escasa. Han pasado un par de meses, y el dolor de haber perdido a su hijo mayor no ha mermado. Rafael comenzó a salir a las calles, para hacer público su caso. Empezó el pasado viernes 26 de septiembre, con una especie de plantón improvisado que realizaron junto con familiares y amigos de su hijo en la embajada de Suecia: “Ese día el representante de esa embajada me llamó a decirme que no tenían que ver nada con Finlandia más allá de otorgar visas a los países vecinos”. El plantón verdadero frente a la representación oficial que tiene el país europeo en Bogotá se esperaba para el, 3 de octubre.

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Hace unos días busqué a Rafael para conocer su historia. Me contó los detalles de esos días en julio, las dificultades por las que pasó por cuenta del Ministerio de Relaciones Exteriores y la embajada de Colombia en Finlandia y lo que espera del plantón que se realizaría hoy. Lo único que puede exigir Rafael en este momento es la verdad.

¿Trabajar en un cargo público ha ayudado a la visibilización del caso de su hijo, o eso no ha influido en absoluto?


De hecho la Alcaldía me ha ayudado en una parte. Parte del apoyo económico para traer a mi hijo fue de la Cancillería, pero me tocó ir a mí. La alcaldía me ayudó en la solicitud a la Fiscalía General de la nación, para que le hicieran una segunda autopsia acá en Bogotá, la cual se demora dos meses. Aún no la han entregado.

La primera autopsia fue en Finlandia. ¿Cuáles fueron los resultados?


Él murió por ahogamiento en el cuello. Eso es lo que dicen allá, pero eso es materia de investigación en este momento. Nadie cree que él haya hecho eso, él no tenía ningún motivo para suicidarse.

¿Qué hacía Sergio antes de conseguir la beca en Finlandia?


Él era acróbata acá en Bogotá, con empresas que hacen espectáculos de ese género, y era uno de los mejores en el país. Se desempeñó toda la vida en eso.

¿Cómo consiguió la beca Sergio?


A sus compañeros los becó el Cirque du Soleil y están en Francia. Él tenía cita allá, pero acá siempre le negaron la visa. En últimas él se dio cuenta de que se podía ir por Finlandia para allá, y ahí sí le dieron automáticamente la visa. Le dieron un permiso de siete días a través de la embajada de Suecia para ir a presentar las pruebas, y si las pasaba se quedaba. Las pruebas duraron tres días y fueron muy exigentes. De 80 personas que se presentaron, quedó entre los diez primeros.

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¿Cómo ha reconstruido los hechos de lo que pasó esos tres días?


El sábado 19 de julio a las 7 de la mañana él me llamó. Me dijo: “Papi, me tienen detenido en la policía y me llevan para la cárcel”. Ahí se cortó bruscamente la comunicación, no duró 30 segundos. Yo oía gritos en otro idioma. Le pregunté cuánto llevaba detenido y me dijo que un día; después de su muerte me enteré de que lo habían arrestado desde el viernes en la tarde. Hasta ahí supe de esa llamada. Luego de eso mi esposa se comunicó con un joven mexicano que vivía con él y estaba fuera de la ciudad en esos momentos. Nos dijo que le habían informado del hecho, pero que eso no era nada grave, que seguramente lo habían detenido por creerlo indocumentado.

Él estaba en una isla, en una fiesta, con unos amigos finlandeses. Allá conocieron a unas peladas y salieron de la isla para el apartamento de mi hijo. Ahí hubo un malentendido con alguna pelada, y ella llamó a la policía. La policía llegó y solo se llevaron a mi hijo.

De todas maneras yo me quedé muy preocupado ese sábado. El lunes empezamos a averiguar el contacto de la policía por internet, porque nadie allá sabía nada. Al mismo tiempo el mexicano averiguó con un finlandés en la policía, y le dijeron que se había suicidado en horas de la madrugada del lunes. Ellos me llamaron el martes en horas de la noche.

Después de recibir la llamada, ¿qué es lo primero que usted hace?


Lo primero que hicimos fue comunicarnos con la embajada de Colombia allá, y nos confirmaron que estaba en medicina legal porque la policía ya le había pasado el informe. Yo empecé a pensar cómo lo iba a traer y al otro día me fui a la Cancillería; ellos ya tenían el caso y me dijeron que no lo iban a traer, que podían traer las cenizas pero yo les dije que no iba a dejar traer a mi hijo así. Me respondieron que entonces asumiera los costos, pero yo les dije que acá había una ley que apoyaba a los colombianos para repatriar a sus familiares. “Usted es una persona de plata, usted declara renta”, me dijeron. Lo único por lo que declaro renta es por un apartamento, yo no tenía ni trabajo en el momento. La cotización más barata para la repatriación de mi hijo costaba 16 millones [de pesos colombianos, más de cien mil pesos mexicanos].

Lo que hice entonces fue denunciar en varios medios, como Caracol y RCN, que el gobierno no me estaba ayudando en nada. A raíz de esas declaraciones, accedieron a darme el monto de 15 millones para traer el cuerpo de mi hijo, pero me dijeron que se demoraba uno o dos meses. La embajada fue muy ineficiente, porque no hizo nada hasta que no hice presión social. Incluso después de aprobarme ese dinero, la embajadora allá, Fulvia Benavides, me dijo que era muy difícil traer el cuerpo, que eran muchas vueltas de la funeraria... hasta que me dijo: “Si usted quiere llevarse a su hijo, tiene que venir por él”. En la embajada de Suecia se conmovieron tanto que me dieron la visa inmediatamente y nos fuimos con un amigo. No era cierto lo que la embajadora decía. Las vueltas para traer a mi hijo se hicieron en un día. Solamente había que traducir un papel y autenticarlo. Después de eso la funeraria reservaba el vuelo.

¿Allá conoció a los policías que retuvieron a su hijo?


Claro, la policía que lo torturó. La que estuvo en frente del caso de mi hijo era una mujer. Lo torturó durante jueves viernes y sábado. Yo aseguro eso por la carta que dejó mi hijo en la estación. Hay que pensar por qué no entregan el resto de la carta. ¿Por qué no me la entregan a mí, que soy el papá? La oficial nos dijo que una mujer había llamado a la policía, por una discusión que habían tenido en el apartamento, que se lo trajeron, y que había resultado muerto, que se había suicidado, así sin más. Les pedí los videos de los interrogatorios que le hicieron a mi hijo, y tampoco me los dieron. No me dejaron ver el sitio donde apareció muerto, nada. El caso lo tienen totalmente oculto, en un país que se supone que es garante de los derechos humanos.

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¿Qué ha pasado desde su retorno a Colombia? ¿Como comienza el proceso acá para hacer visible el caso de su hijo?


Yo tuve la oportunidad de conocer a un abogado finlandés allá, que me está ayudando gratis. Aparte de eso hicimos un plantón el viernes pasado que no funcionó, porque me quedaron mal los medios. Lo hice en la embajada de Suecia, porque no tenía claro dónde había una representación en Finlandia. Fuimos como sesenta personas, y sólo fue el noticiero NTN24. Yo me conseguí los nombres de los periodistas y los llamo, o los invito por Twitter. Incluso cuando enterramos a mi hijo hice una rueda de prensa donde dije lo de siempre: Que mi hijo fue detenido arbitrariamente, que le violaron todos sus derechos y que apareció muerto en la estación de policía. Eso es lo único que yo sé, y de lo que tengo la certeza.

Me han apoyado amigos de él que están acá y fuera del país, y me han apoyado amigos míos. Yo conozco mucha gente, por el trabajo social que he hecho toda mi vida. También puse el caso en el colectivo José Alvear Restrepo, y están muy interesados. Inclusive para este plantón, la cabeza del colectivo me dijo que iba a tratar de convocar a corresponsales internacionales.

Hace diez días radiqué una carta al presidente [Juan Manuel Santos], solicitándole que el gobierno de Colombia le pida al gobierno de Finlandia abrir una investigación independiente, ya que no hay garantías, porque la que hace la investigación es la misma policía de Finlandia. Que sea otro ente diferente a la policía. Él la remitió de forma urgente a la ministra de Relaciones Exteriores, que hasta ahora no me ha respondido.

También quiero radicar una carta que ya tengo hecha para el primer ministro de Finlandia, denunciando la muerte de mi hijo y exigiéndole que me dé una aclaración de los hechos, porque el caso lo tienen oculto. Esa carta la voy a autenticar en una notaría, y va a ir con copia a la Fiscalía finlandesa, al Parlamento, a la Defensoría del Pueblo, y al Ministerio de Justicia, con el respaldo de casi mil firmas que mis amigos me han ayudado a recoger a través de una página de internet, aunque yo pienso que funciona más la movilización social que las firmas.

Yo no me voy a quedar quieto. Yo me voy a mover hasta donde yo pueda, no voy a dejar el caso de mi Sergio así. Esto lo tiene que conocer la sociedad de Finlandia.

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