Un clásico superlativo

Los números favorecerían al Barcelona mientras que las sensaciones parecen estar de parte del Madrid



Madrid, El País

A pesar de que median dos partidos estupendos de la Champions, en el Camp Nou contra el Ajax y en Anfield frente al Liverpool, el clásico llega en buena hora tanto para el Barcelona como para el Madrid. A los azulgrana les sonríe la clasificación: son líderes con cuatro puntos de ventaja sobre los blancos y Bravo no ha encajado un gol en ocho partidos de Liga. La mejor tarjeta de visita no es, sin embargo, ninguna garantía cuando se llega al Bernabéu, y menos si las estadísticas generales se contrastan con las particulares, terreno en el que sobresale Cristiano Ronaldo: el portugués suma los mismos goles (15) que Neymar (8) y Messi (7) juntos. Aunque los números sonríen al Barça, las sensaciones parecen avalar al Madrid. Las crisis no acostumbran a durar más de dos partidos en Chamartín desde la llegada de Ancelotti. A una excelente nómina de delanteros ha añadido un puñado de centrocampistas sobresalientes, futbolistas con la proyección suficiente como para combatir el recuerdo que dejaron Di Maria, Özil o Xabi Alonso. Tiene gol y juego para una temporada en que se le supone dispuesto a pelear por la Liga después de conquistar la Décima.


Incluso el Barça parece por momentos que se ha contagiado del modelo del Madrid. Hay una fiebre blaugrana para ver cómo funciona el trío Neymar-Messi-Luis Suárez. Nadie duda del estreno del uruguayo en el Bernabéu si se atiende al mal momento de Pedro, a no ser que Luis Enrique se la juegue con Munir o reorganice el equipo con cambios como la alineación en el puesto de lateral de Mathieu. La imbatibilidad pierde valor si se recuerda que Ter Stegen tomó tres goles en su exigente salida a París, escenario en el que decepcionó Rakitic, símbolo de la transición del Barça.

Vive el equipo azulgrana del buen momento de forma de Neymar y del desequilibrio de Messi

El debate sobre los centrocampistas blaugrana, signo de distinción y nudo del juego, se mantiene muy vivo desde que Xavi ha decidido continuar su carrera en el Camp Nou. El fútbol ya no se organiza alrededor de Xavi sino que ahora Xavi soluciona las disfunciones del Barça. Una diferencia especialmente notable, sobre todo cuando el equipo no puede correr y se encomienda a Messi.

Vive el Barça del buen momento de forma de Neymar y del desequilibrio de Messi, que igual juega de atacante, como de volante o abierto a la banda, pendiente ahora mismo de batir en Madrid el récord goleador de Zarra. Messi continúa siendo el signo de distinción en una institución cada vez más convencional, muy especialmente en el palco, terreno en que la gestión profesional de los tecnócratas se impone sobre cualquier pasión, tal que la inteligencia emocional no tuviera sentido ya en el més que un club. Al Barcelona no le conviene perder singularidad en la dirección de la entidad ni en la del equipo y competir en el terreno del Madrid.

No parece haber más preocupación en el Bernabéu que Casillas


Hay datos que invitan a una reflexión seria en el Barça. La masa salarial de los futbolistas se está comiendo el presupuesto después de unas previsiones que la sitúan en el orden del 68%, de acuerdo a las cifras facilitadas el sábado en la Asamblea. Al Madrid por el contrario le cuadran los números y su presidente presume de que sus cuentas se estudian en la Universidad de Harvard. No parece haber más preocupación en el Bernabéu que Casillas. Nadie le lleva la contraria a Florentino y Ancelotti puede jugar igual con cuatro centrocampistas (4-4-2) que con tres delanteros (4-3-3). El equipo pasa por ser tan redondo que incluso ha cuajado Benzema. Nadie diría que perdió contra la Real Sociedad y el Atlético y que entonces se afirmó que nunca salió campeón cuando sumó dos derrotas en los tres primeros partidos de Liga.

Nada está vedado, sin embargo, a un futbolista excepcional como Cristiano, al que le salen los goles por las orejas, tanto da si le pasa la pelota Kroos, Isco o James. El sábado aspira a acabar con la marca de Bravo de la misma manera que Messi quiere superar el registro de Zarra. La categoría de ambos agranda aún más un clásico dispuesto en el calendario para marcar tendencia en la Liga: al Madrid le anima la etiqueta de club más rico del mundo, que se permite mejorar a una plantilla ya campeona de Europa, mientras que el Barça aspira a confirmar que ha encontrado la fórmula para reinventarse sin perder la carta de naturaleza que le llevó a protagonizar un ciclo triunfal desde 2008.

No se cuenta inicialmente con el Valencia ni con el Atlético, aunque sea porque nunca renovó el título desde la temporada 1950-1951. El bipartidismo recupera todo su esplendor ante la llegada del clásico.

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