Tras Mahmoud Abbas, ¿quién liderará a los palestinos?
Jerusalén, Reuters
La mayoría de los palestinos ha conocido solo a dos líderes: Yasser Arafat, el barbudo activista que usaba pañuelos a cuadros y uniforme, y Mahmoud Abbas, una figura paterna de imagen cuidada y que prefiere traje y corbata de corte occidental.
Arafat murió en París en el 2004, tras liderar la Organización de Liberación Palestina (OLP) desde 1969, y Abbas ha ocupado el cargo desde entonces, intentando forjar un aún esquivo acuerdo de paz con Israel.
Abbas, de 79 años, no muestra señales de enfermedad y continúa viajando continuamente. Visitó Francia antes de dirigirse a Nueva York a la Asamblea General de Naciones Unidas, la reunión anual que le da a los palestinos un escenario global.
Pero dice que no participará en futuras elecciones, por lo que es sólo cuestión de tiempo antes de que pase el bastón de mando a un nuevo líder, uno que la gran mayoría de los palestinos -4,4 millones en Cisjordania y Gaza y 7 millones en el resto del mundo- espera que lleve a la fundación de un Estado independiente.
El problema es que Abbas no ha nombrado un sucesor y no muestra señales de hacerlo, y además nadie ha surgido como un heredero natural. Incluso las personas más cercanas intentan adivinar quién es el mejor para asumir el liderazgo.
Es una estrategia que podría servir a un propósito de corto plazo, pero genera dudas a largo plazo sobre la responsabilidad democrática, la visión política y el tipo de personalidad que se encargará finalmente de las negociaciones con Israel, si éstas se retoman.
"No tiene un protegido, no ha facilitado un sistema en el que las personas sientan que pueden llegar a la cima", dijo Grant Rumley, experto en asuntos palestinos en la Fundación para la Defensa de las Democracias, en Washington, D.C.
Y además, dicen analistas políticos, ha dejado al margen a potenciales rivales con el paso de los años, como el caso más reciente de Salam Fayyad, su ex primer ministro, quien tal vez se expresó con demasiada franqueza cuando dijo a un diario estadounidense en el 2012 que algún día intentaría llegar a la presidencia.
"Se está convirtiendo en un asunto urgente", dijo Rumley sobre la ausencia de un sucesor.
Otros son más francos sobre lo que consideran como un fracaso de la clase política para trazar un trayecto claro.
"Realmente no hay una estrategia", dijo Rami Khouri, investigador de la American University de Beirut. "Abbas actúa como un típico líder árabe que está cómodo en su posición y no sabe bien qué hacer sobre lo que vendrá después", agregó.
Un diplomático palestino que trabaja en Ramallah, donde Abbas tiene su gobierno, lo describe convirtiéndose "un poco en Sansón en el templo, listo para derribar la estructura" a su alrededor sin tener en cuenta las consecuencias.
TRONO COMPLICADO
Desde que Abbas asumió formalmente como presidente de la Autoridad Palestina en enero del 2005, el terreno cambió a sus pies, complicando casi todos los cálculos políticos que él y su otrora dominante partido, Fatah, han tenido que hacer.
El movimiento islamista Hamas, fundado en Gaza en la década de 1980, ha ascendido en importancia, ganando las elecciones parlamentarias palestinas en el 2006 y haciendo temblar los cimientos del poder de Abbas al mostrar al pueblo una alternativa a Fatah.
Ismail Haniyeh de Hamas sirvió como primer ministro bajo Abbas por un año antes de ser despedido en junio del 2007, cuando la tensión entre los dos partidos por Gaza estalló, lo que resultó en que los islamistas tomaran el control del territorio.
Como resultado de esa división interna, el Parlamento palestino no se ha reunido como corresponde desde el 2007, y las elecciones legislativas previstas para enero del 2010 nunca se llevaron a cabo.
El mandato de Abbas como presidente de la AP expiró teóricamente en enero del 2009, pero funcionarios dicen que la Constitución le da el derecho de permanecer en el cargo hasta que se realicen nuevas elecciones, combinando el ciclo presidencial y parlamentario, para las que no hay fecha aún.
En abril, Fatah y Hamas buscaron superar sus diferencias y acordaron formar un "Gobierno de unidad". Cuando se concretó el trato en junio, Abbas dijo que se realizarían elecciones "dentro del plazo de seis meses", algo que parece ambicioso.
"Existen suficientes personas que están calificadas para la presidencia y suficientes que tienen ambición", dijo Ghassan Khatib, profesor de política en la Universidad Birzeit en Cisjordania y un ex ministro del Gobierno, quien cree que Fatah, pese a sus problemas de imagen y las persistentes acusaciones de corrupción de alto nivel, emergerá victorioso sobre Hamas.
Cinco o seis nombres se mencionan constantemente por funcionarios palestinos, diplomáticos europeos y estadounidenses y otros.
FUTUROS LÍDERES
Quizá el más destacado es Majid Faraj, jefe de la inteligencia palestina, y que se ha ganado los elogios de los estadounidenses -incluyendo la CIA- por su contribución para la captura de Abu Anas al-Libi, buscado por los ataques con bombas a la embajada estadounidense en Libia en 1998.
Faraj, de poco más de 50 años y que habla hebreo con fluidez, ha sido convocado a participar en las negociaciones con israelíes y estadounidenses y se ha ganado el respeto de ambos.
Pasó seis años en cárceles israelíes, es considerado un pragmático astuto, con la mentalidad de un general y que consigue que las cosas se hagan.
Entre los factores negativos, si bien el haberse criado en un campo de refugiados en las afueras de Belén le da credibilidad con los palestinos, Faraj no tiene una base política real y no habla bien inglés, lo que limita su alcance internacional.
"Los estadounidenses lo aman y los israelíes lo aman", dijo Rumley, de la Fundación para la Defensa de las Democracias.
"Le importan la estabilidad y la seguridad -básicamente la política estadounidense-, mantener las cosas en calma y mantener el status quo", agregó.
Una posibilidad más radical que se discute a menudo es Marwan Barghouti, líder de los dos levantamientos o intifadas contra la ocupación israelí, acusado por Israel de cinco cargos de asesinato en 2004 y a quien se condenó a cinco cadenas perpetuas.
A menudo hay esperanza entre los palestinos de que Barghouti salga de prisión en una liberación de prisioneros negociada con Israel, pero las posibilidades de eso, según concuerdan la mayoría de quienes conocen el tema, son escasas.
No obstante, se le podría elegir estando en prisión, lo que le permitiría a sus seguidores presentarlo como una especie de Nelson Mandela.
Aunque, a diferencia de Mandela, él nunca ha renunciado a la violencia como medio para la obtención de fines políticos.
Consultado por Reuters acerca de sus perspectivas como líder, Barghouti respondió en una carta desde prisión:
"Hasta ahora, los líderes palestinos han fracasado en alcanzar la libertad, el derecho de volver y la independencia. Es el derecho de la gente elegir a quiénes consideren apropiados para realizar su voluntad de acuerdo a elecciones libres, justas y democráticas".
Una tercera posibilidad es que Fayyad, de 62 años y ex primer ministro, consiga armar una base de apoyo y presente una postulación. Pero siempre se le ha considerado más un tecnócrata -fue funcionario del FMI- que un animal político, y su estilo no resuena fácilmente con las personas comunes y corrientes.
Otro nombre que se menciona frecuentemente es el de Jibril Rajoub, ex jefe de seguridad interior de Palestina y una de las principales figuras en Fatah, que actualmente dirige la Asociación de Fútbol y el Comité Olímpico de Palestina.
Aunque no tiene miedo de mezclar política y deporte, quienes lo rodean dicen que sus días de política quedaron atrás.
Eso deja a dos personas con trasfondos y estilos muy distintos que bien podrían surgir como los candidatos más sólidos: Mohammed Dahlan y Mohammed Shtayyeh.
Shtayyeh, de 56 años, es un astuto y refinado economista, con un doctorado de la Universidad de Sussex, que subió en las filas de Fatah y ha participado en las negociaciones con Israel.
Ahora dirige un fondo de inversión y desarrollo palestino que lo ha convertido en uno de los conductores clave de la economía.
"Shtayyeh bien podría ser el candidato principal", dijo Rumley. "Si hay un proceso largo y agotador para decidir quién es el próximo líder de los palestinos, Shtayyeh es el hombre", agregó.
Dahlan, de 52 años, es un ex jefe de Fatah en Gaza, cercano a los británicos y estadounidenses.
Su suerte pareció haber terminado cuando su milicia, que era financiada por Estados Unidos, fue derrotada por milicianos de Hamas en 2007, pero resurgió en Emiratos Árabes Unidos, donde ha recaudado grandes sumas de dinero para causas palestinas y se ha convertido en la espina en el costado de Abbas, con comentarios críticos sobre su liderazgo.
El dinero y carisma de Dahlan, su educación en Gaza y su combinación de política y militancia lo convierten en una fuerza poderosa, pero sus rivales lo acusan también de ser demasiado cercano a los israelíes y estadounidenses y se le percibe como haciendo malabarismo con demasiados intereses antagónicos.
Más aún, la presidencia podría no estar en su foco, según un diplomático europeo que ha tenido contacto con él.
"Es el poder en la sombra", dijo el diplomático. "Preferiría tirar de los hilos sobre la cabeza de quien termine siendo el próximo presidente", afirmó.
La mayoría de los palestinos ha conocido solo a dos líderes: Yasser Arafat, el barbudo activista que usaba pañuelos a cuadros y uniforme, y Mahmoud Abbas, una figura paterna de imagen cuidada y que prefiere traje y corbata de corte occidental.
Arafat murió en París en el 2004, tras liderar la Organización de Liberación Palestina (OLP) desde 1969, y Abbas ha ocupado el cargo desde entonces, intentando forjar un aún esquivo acuerdo de paz con Israel.
Abbas, de 79 años, no muestra señales de enfermedad y continúa viajando continuamente. Visitó Francia antes de dirigirse a Nueva York a la Asamblea General de Naciones Unidas, la reunión anual que le da a los palestinos un escenario global.
Pero dice que no participará en futuras elecciones, por lo que es sólo cuestión de tiempo antes de que pase el bastón de mando a un nuevo líder, uno que la gran mayoría de los palestinos -4,4 millones en Cisjordania y Gaza y 7 millones en el resto del mundo- espera que lleve a la fundación de un Estado independiente.
El problema es que Abbas no ha nombrado un sucesor y no muestra señales de hacerlo, y además nadie ha surgido como un heredero natural. Incluso las personas más cercanas intentan adivinar quién es el mejor para asumir el liderazgo.
Es una estrategia que podría servir a un propósito de corto plazo, pero genera dudas a largo plazo sobre la responsabilidad democrática, la visión política y el tipo de personalidad que se encargará finalmente de las negociaciones con Israel, si éstas se retoman.
"No tiene un protegido, no ha facilitado un sistema en el que las personas sientan que pueden llegar a la cima", dijo Grant Rumley, experto en asuntos palestinos en la Fundación para la Defensa de las Democracias, en Washington, D.C.
Y además, dicen analistas políticos, ha dejado al margen a potenciales rivales con el paso de los años, como el caso más reciente de Salam Fayyad, su ex primer ministro, quien tal vez se expresó con demasiada franqueza cuando dijo a un diario estadounidense en el 2012 que algún día intentaría llegar a la presidencia.
"Se está convirtiendo en un asunto urgente", dijo Rumley sobre la ausencia de un sucesor.
Otros son más francos sobre lo que consideran como un fracaso de la clase política para trazar un trayecto claro.
"Realmente no hay una estrategia", dijo Rami Khouri, investigador de la American University de Beirut. "Abbas actúa como un típico líder árabe que está cómodo en su posición y no sabe bien qué hacer sobre lo que vendrá después", agregó.
Un diplomático palestino que trabaja en Ramallah, donde Abbas tiene su gobierno, lo describe convirtiéndose "un poco en Sansón en el templo, listo para derribar la estructura" a su alrededor sin tener en cuenta las consecuencias.
TRONO COMPLICADO
Desde que Abbas asumió formalmente como presidente de la Autoridad Palestina en enero del 2005, el terreno cambió a sus pies, complicando casi todos los cálculos políticos que él y su otrora dominante partido, Fatah, han tenido que hacer.
El movimiento islamista Hamas, fundado en Gaza en la década de 1980, ha ascendido en importancia, ganando las elecciones parlamentarias palestinas en el 2006 y haciendo temblar los cimientos del poder de Abbas al mostrar al pueblo una alternativa a Fatah.
Ismail Haniyeh de Hamas sirvió como primer ministro bajo Abbas por un año antes de ser despedido en junio del 2007, cuando la tensión entre los dos partidos por Gaza estalló, lo que resultó en que los islamistas tomaran el control del territorio.
Como resultado de esa división interna, el Parlamento palestino no se ha reunido como corresponde desde el 2007, y las elecciones legislativas previstas para enero del 2010 nunca se llevaron a cabo.
El mandato de Abbas como presidente de la AP expiró teóricamente en enero del 2009, pero funcionarios dicen que la Constitución le da el derecho de permanecer en el cargo hasta que se realicen nuevas elecciones, combinando el ciclo presidencial y parlamentario, para las que no hay fecha aún.
En abril, Fatah y Hamas buscaron superar sus diferencias y acordaron formar un "Gobierno de unidad". Cuando se concretó el trato en junio, Abbas dijo que se realizarían elecciones "dentro del plazo de seis meses", algo que parece ambicioso.
"Existen suficientes personas que están calificadas para la presidencia y suficientes que tienen ambición", dijo Ghassan Khatib, profesor de política en la Universidad Birzeit en Cisjordania y un ex ministro del Gobierno, quien cree que Fatah, pese a sus problemas de imagen y las persistentes acusaciones de corrupción de alto nivel, emergerá victorioso sobre Hamas.
Cinco o seis nombres se mencionan constantemente por funcionarios palestinos, diplomáticos europeos y estadounidenses y otros.
FUTUROS LÍDERES
Quizá el más destacado es Majid Faraj, jefe de la inteligencia palestina, y que se ha ganado los elogios de los estadounidenses -incluyendo la CIA- por su contribución para la captura de Abu Anas al-Libi, buscado por los ataques con bombas a la embajada estadounidense en Libia en 1998.
Faraj, de poco más de 50 años y que habla hebreo con fluidez, ha sido convocado a participar en las negociaciones con israelíes y estadounidenses y se ha ganado el respeto de ambos.
Pasó seis años en cárceles israelíes, es considerado un pragmático astuto, con la mentalidad de un general y que consigue que las cosas se hagan.
Entre los factores negativos, si bien el haberse criado en un campo de refugiados en las afueras de Belén le da credibilidad con los palestinos, Faraj no tiene una base política real y no habla bien inglés, lo que limita su alcance internacional.
"Los estadounidenses lo aman y los israelíes lo aman", dijo Rumley, de la Fundación para la Defensa de las Democracias.
"Le importan la estabilidad y la seguridad -básicamente la política estadounidense-, mantener las cosas en calma y mantener el status quo", agregó.
Una posibilidad más radical que se discute a menudo es Marwan Barghouti, líder de los dos levantamientos o intifadas contra la ocupación israelí, acusado por Israel de cinco cargos de asesinato en 2004 y a quien se condenó a cinco cadenas perpetuas.
A menudo hay esperanza entre los palestinos de que Barghouti salga de prisión en una liberación de prisioneros negociada con Israel, pero las posibilidades de eso, según concuerdan la mayoría de quienes conocen el tema, son escasas.
No obstante, se le podría elegir estando en prisión, lo que le permitiría a sus seguidores presentarlo como una especie de Nelson Mandela.
Aunque, a diferencia de Mandela, él nunca ha renunciado a la violencia como medio para la obtención de fines políticos.
Consultado por Reuters acerca de sus perspectivas como líder, Barghouti respondió en una carta desde prisión:
"Hasta ahora, los líderes palestinos han fracasado en alcanzar la libertad, el derecho de volver y la independencia. Es el derecho de la gente elegir a quiénes consideren apropiados para realizar su voluntad de acuerdo a elecciones libres, justas y democráticas".
Una tercera posibilidad es que Fayyad, de 62 años y ex primer ministro, consiga armar una base de apoyo y presente una postulación. Pero siempre se le ha considerado más un tecnócrata -fue funcionario del FMI- que un animal político, y su estilo no resuena fácilmente con las personas comunes y corrientes.
Otro nombre que se menciona frecuentemente es el de Jibril Rajoub, ex jefe de seguridad interior de Palestina y una de las principales figuras en Fatah, que actualmente dirige la Asociación de Fútbol y el Comité Olímpico de Palestina.
Aunque no tiene miedo de mezclar política y deporte, quienes lo rodean dicen que sus días de política quedaron atrás.
Eso deja a dos personas con trasfondos y estilos muy distintos que bien podrían surgir como los candidatos más sólidos: Mohammed Dahlan y Mohammed Shtayyeh.
Shtayyeh, de 56 años, es un astuto y refinado economista, con un doctorado de la Universidad de Sussex, que subió en las filas de Fatah y ha participado en las negociaciones con Israel.
Ahora dirige un fondo de inversión y desarrollo palestino que lo ha convertido en uno de los conductores clave de la economía.
"Shtayyeh bien podría ser el candidato principal", dijo Rumley. "Si hay un proceso largo y agotador para decidir quién es el próximo líder de los palestinos, Shtayyeh es el hombre", agregó.
Dahlan, de 52 años, es un ex jefe de Fatah en Gaza, cercano a los británicos y estadounidenses.
Su suerte pareció haber terminado cuando su milicia, que era financiada por Estados Unidos, fue derrotada por milicianos de Hamas en 2007, pero resurgió en Emiratos Árabes Unidos, donde ha recaudado grandes sumas de dinero para causas palestinas y se ha convertido en la espina en el costado de Abbas, con comentarios críticos sobre su liderazgo.
El dinero y carisma de Dahlan, su educación en Gaza y su combinación de política y militancia lo convierten en una fuerza poderosa, pero sus rivales lo acusan también de ser demasiado cercano a los israelíes y estadounidenses y se le percibe como haciendo malabarismo con demasiados intereses antagónicos.
Más aún, la presidencia podría no estar en su foco, según un diplomático europeo que ha tenido contacto con él.
"Es el poder en la sombra", dijo el diplomático. "Preferiría tirar de los hilos sobre la cabeza de quien termine siendo el próximo presidente", afirmó.