Moto GP: Marc Márquez ya es bicampeón mundial de MotoGP


Motegi, As
Cómo te queremos Marc Márquez, que gritaría un clásico, con toda la pasión posible, porque ayer, en el GP de Japón, en Motegi, en la casa de Honda, fuiste más Márquez que nunca, y eso a día de hoy es el elogio más grande que se le puede hacer a un piloto. No hay otro mejor.


El 3 + 1 que lucían en sus camisetas conmemorativas los compañeros de viaje del pupilo de Alzamora al acabar la carrera de Motegi hacía referencia a las cuatro coronas que ya posee el hijo de Roser y Julià, el hermano de Álex, otro con motivos de sobra para ser inmensamente feliz tras lo vivido en el trazado japonés. La jornada había arrancado con el triunfo en Moto3 del pequeño de esa casa ilerdense en la que sólo saben criar prodigios sobre dos ruedas, y acabó con la consecución del segundo entorchado en MotoGP del bicampeón más joven de la historia de la clase reina y ya tetracampeón a los 21 añitos, uno más de los que tenía Rossi a esa edad.

No lo tuvo fácil ni mucho menos este pequeño genio de enormes atributos para darle al gran jefe de Honda y toda el Ala Dorada la alegría que esperaban precisamente en su casa. La carrera la ganó un enorme Jorge Lorenzo para el que el mejor momento de la temporada llega justamente cuando se está acabando. Su carrera en Japón fue muy parecida a la del año pasado en esta pista, lo que es lo mismo que decir que fue perfeccta, porque saliendo quinto no hubo manera de que nadie siguiera su estela una vez se deshizo de Rossi para ponerse líder.

Para Marc, en cambio, la prueba comenzó con muchos más rivales por delante suyo, fruto de otra floja salida que le llevó desde la cuarta a la séptima plaza en los primeros compases, reconociendo después que le atenazó el miedo a cometer un fallo al principio y arruinar la fiesta…

No se puso nervioso pese a verse tan rezagado, probablemente ayudado por la superioridad que había mostrado en el warm up previo, donde lideró con medio segundo de ventaja sobre Lorenzo y exhibió más ritmo que nadie. En la primera vuelta se deshizo de Pol y Pedrosa, que era uno de los dos que debía marcar, y dejó que pasaran varias antes de lanzar su ataque sobre las dos Ducati que le precedían. Iannone, por tanta batalla e incluso toque habido con él en el pasado, podía suponer un gran escollo, pero se lo quitó de encima con limpieza. Y lo mismo pasó después con Dovizioso. A partir de ahí a Márquez le quedaban las presas de caza mayor, pero con Lorenzo escapado ligeramente entendió que no era día para pensar en la victoria sino en cómo demonios rematar el título.

Para ello estaba obligado a terminar por delante de Pedrosa, que no fue rival para él en toda la carrera, y de Rossi, que le tenía justo delante suyo, dispuesto a darlo todo por alargar una semana más el desenlace del título, por sus opciones de subcampeonato y, por qué no decirlo, porque es Rossi, el mejor de todos los tiempos hasta que un día podamos decir lo mismo de este Marc Márquez.

Tal como se esperaba, El Doctor vendió cara su derrota y cuando su aprendiz más destacado le lanzó el primer ataque, en la decimoquinta vuelta, se lo devolvió de inmediato, a la siguiente curva y habiendo rodado previamente junto a él en paralelo de manera desafiante. Marc, que no teme a nada ni a nadie, lo volvió a intentar al siguiente giro, y esta vez sí que logró afianzar su pasada para comenzar una cuenta atrás que habría de llevarle al segundo puesto que le convertía en campeón. Fue así como cruzó la meta, a 1.6 de Lorenzo y con un segundo y un segundo y medio sobre Rossi y Pedrosa, empatados a puntos de ese modo en la segunda plaza de la general y ya con Jorge a sólo tres de ellos.

Luego vino la vuelta de honor, la celebración a lo samurái con un samurái que era Guillermo Garrido, un mecánico de su hermano, y la locura colectiva al abrazarse con sus mecánicos, los mismos que al acabar con la Prensa le bañaron en champán dentro del box para celebrar que eran otra vez campeones. Y las que quedan…

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