Luis Suárez ya tiene un título
Barcelona, As
Brilló el uruguayo, quien partiendo desde la derecha no dejó de moverse hacia dentro, ofrecerse e incordiar a la zaga blanquiazul, hasta el punto de que tras su sustitución, en el descanso, el escenario del encuentro varió. Igualaron los pericos, forzaron a un Masip que en cualquier otro equipo no sería el tercer portero. Brilló también en la tanda de penaltis, maldición histórica de los pericos, en que el Barça se adjudicó esta primera Supercopa de Catalunya.
Si el autocar que trasladó a la expedición del Espanyol a Montilivi despertó polémica porque llevaba serigrafiadas las siglas ‘FCB’ sobre el techo (no se trataba del vehículo habitual, sino de uno provisional), lo que suscitó el defensivo planteamiento perico de inicio fue un Barça que monopolizó la posesión, pero que a fin de cuentas —y de ahí la justificación de esperar atrás y cerrar muy bien espacios— únicamente contó con dos ocasiones hasta el descanso. Y ambas, eso sí, con Suárez como protagonista: un cabezazo en el 8’tras un balón colgado por Sergi Roberto que Pau atajó y el gol, en que el uruguayo, tras deshacerse de Raúl Rodríguez en un solo quiebro, sirvió de cuchara a Piqué para que el central simplemente empujase el balón con la cabeza. Pese a la manifiesta superioridad culé, pudo irse a la media parte con un empate el Espanyol de no ser por el mano a mano que Víctor Álvarez falló ante Masip, en el 41’.
La táctica de atrincherarse primero para sorprender después le acabó por surtir efecto a los pericos a los seis minutos de la reanudación, con un golazo de Arbilla por la escuadra en un servicio de falta. Estiró líneas el equipo de Sergio ante un Barça ya sin Suárez —ambos equipos iniciaron un carrusel de cambios— que perdió el control, por lo que dio entrada Luis Enrique a Rakitic y Xavi, quien a punto estuvo de entregar el segundo tanto a Munir. Más cerca aún lo tuvo Halilovic en un arranque que acabó con un tiro desviado, justo en la jugada anterior a que Masip sacase milagrosamente un remate de Jordán, la última oportunidad de evitar la tanda de penaltis.
Brilló el uruguayo, quien partiendo desde la derecha no dejó de moverse hacia dentro, ofrecerse e incordiar a la zaga blanquiazul, hasta el punto de que tras su sustitución, en el descanso, el escenario del encuentro varió. Igualaron los pericos, forzaron a un Masip que en cualquier otro equipo no sería el tercer portero. Brilló también en la tanda de penaltis, maldición histórica de los pericos, en que el Barça se adjudicó esta primera Supercopa de Catalunya.
Si el autocar que trasladó a la expedición del Espanyol a Montilivi despertó polémica porque llevaba serigrafiadas las siglas ‘FCB’ sobre el techo (no se trataba del vehículo habitual, sino de uno provisional), lo que suscitó el defensivo planteamiento perico de inicio fue un Barça que monopolizó la posesión, pero que a fin de cuentas —y de ahí la justificación de esperar atrás y cerrar muy bien espacios— únicamente contó con dos ocasiones hasta el descanso. Y ambas, eso sí, con Suárez como protagonista: un cabezazo en el 8’tras un balón colgado por Sergi Roberto que Pau atajó y el gol, en que el uruguayo, tras deshacerse de Raúl Rodríguez en un solo quiebro, sirvió de cuchara a Piqué para que el central simplemente empujase el balón con la cabeza. Pese a la manifiesta superioridad culé, pudo irse a la media parte con un empate el Espanyol de no ser por el mano a mano que Víctor Álvarez falló ante Masip, en el 41’.
La táctica de atrincherarse primero para sorprender después le acabó por surtir efecto a los pericos a los seis minutos de la reanudación, con un golazo de Arbilla por la escuadra en un servicio de falta. Estiró líneas el equipo de Sergio ante un Barça ya sin Suárez —ambos equipos iniciaron un carrusel de cambios— que perdió el control, por lo que dio entrada Luis Enrique a Rakitic y Xavi, quien a punto estuvo de entregar el segundo tanto a Munir. Más cerca aún lo tuvo Halilovic en un arranque que acabó con un tiro desviado, justo en la jugada anterior a que Masip sacase milagrosamente un remate de Jordán, la última oportunidad de evitar la tanda de penaltis.