Lionel Messi conmueve a China
Pekin, Agencias
El reencuentro de Lionel Messi con el seleccionado después de la experiencia vivida en Brasil 2014 estuvo marcado por la euforia que genera su figura. La llegada al país que le dio una de sus primeras grandes alegrías, cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2008, significó una gran cantidad de demostraciones de admiración y respeto en el marco de la previa del clásico con Brasil, que se disputará el sábado que viene (a las 9.05 de nuestro país).
La vorágine alrededor de Messi no se detiene. Se repitió lo mismo que se vivió cuando visitó China en 2010, con Barcelona. Ahora, además, volverá a vestir la celeste y blanca por primera vez después de aquella derrota ante Alemania (0-1) en la final de la Copa del Mundo de Brasil, ya que no estuvo en el debut del ciclo del Tata Martino en el amistoso ante Alemania, en Düsseldorf. Y lo hará nada menos que en el Superclásico de las Américas ante Brasil, en el que será el primer encuentro de la selección mayor en territorio chino.
La llegada de la Pulga movilizó a los fanáticos chinos, tanto en el aeropuerto como en el hotel en el que se aloja el seleccionado, donde por la noche el entrenador comandó su primer entrenamiento con vistas al partido ante los brasileños.
Como sucedió en otros destinos llamativos y exóticos para la mirada occidental, como por ejemplo en Calcuta (India), Dacca (Bangladesh) y Ryad (Arabia Saudita), la presencia de Messi despertó la reacción espontánea de cientos de brazos que levantaron las cámaras para inmortalizar el desembarco de una de las figuras más conocidas del planeta.
Después del arribo y de una salida en el hall principal un tanto traumática, una sonrisa se dibujó en un Messi vestido con una camiseta gris. Es que le causó gracia la manera en que Javier Mascherano, Ángel Di María y Sergio Agüero aprovecharon para salir como perfectos desconocidos detrás de la muchedumbre que se movía al ritmo de los custodios oficiales que el gobierno chino le puso al rosarino.
El reencuentro de Lionel Messi con el seleccionado después de la experiencia vivida en Brasil 2014 estuvo marcado por la euforia que genera su figura. La llegada al país que le dio una de sus primeras grandes alegrías, cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2008, significó una gran cantidad de demostraciones de admiración y respeto en el marco de la previa del clásico con Brasil, que se disputará el sábado que viene (a las 9.05 de nuestro país).
La vorágine alrededor de Messi no se detiene. Se repitió lo mismo que se vivió cuando visitó China en 2010, con Barcelona. Ahora, además, volverá a vestir la celeste y blanca por primera vez después de aquella derrota ante Alemania (0-1) en la final de la Copa del Mundo de Brasil, ya que no estuvo en el debut del ciclo del Tata Martino en el amistoso ante Alemania, en Düsseldorf. Y lo hará nada menos que en el Superclásico de las Américas ante Brasil, en el que será el primer encuentro de la selección mayor en territorio chino.
La llegada de la Pulga movilizó a los fanáticos chinos, tanto en el aeropuerto como en el hotel en el que se aloja el seleccionado, donde por la noche el entrenador comandó su primer entrenamiento con vistas al partido ante los brasileños.
Como sucedió en otros destinos llamativos y exóticos para la mirada occidental, como por ejemplo en Calcuta (India), Dacca (Bangladesh) y Ryad (Arabia Saudita), la presencia de Messi despertó la reacción espontánea de cientos de brazos que levantaron las cámaras para inmortalizar el desembarco de una de las figuras más conocidas del planeta.
Después del arribo y de una salida en el hall principal un tanto traumática, una sonrisa se dibujó en un Messi vestido con una camiseta gris. Es que le causó gracia la manera en que Javier Mascherano, Ángel Di María y Sergio Agüero aprovecharon para salir como perfectos desconocidos detrás de la muchedumbre que se movía al ritmo de los custodios oficiales que el gobierno chino le puso al rosarino.