Levanto mi copa por Iker Casillas
Rosa Villacastín
MADRID, Europa Press
Desde Munich, Xabi Alonso echaba uno de estos días un capote a Iker Casillas. Yo me sumo al capote y levanto mi copa por el muchacho de Móstoles que tantas alegrías nos ha dado a los españoles y que ahora se ve en el centro del huracán, a mi entender muy injustamente.
Vi la magnífica entrevista que le hizo en Canal+ Iñaki Gabilondo. Iker estuvo franco y abierto y hasta eso se le ha vuelto en contra. Le ha caído la mundial. Reconoció que se sintió aislado después de algunas escaramuzas con su entrenador Mourinho y se pudo entender que también se refería al presidente Florentino Pérez.
Él lo ha negado después pero yo también entendí que se podía referir al presidente blanco. Iker ha llegado a un momento de su vida en el que se puede permitir perfectamente opinar de lo divino y de lo humano. En un mundo como el del fútbol que reúne tantas pasiones y tantas opiniones como ciudadanos, ¿cómo se le puede objetar una expresión tan libérrima como la de que se ha podido sentir un tanto huérfano de cariño por parte de una casa en la que lleva casi 25 de sus 33 años?
Como el torbellino no cesa, ayer reconocía Casillas que no es inmortal, que acepta su situación actual un tanto inestable, que un portero no dura para siempre pero que seguirá intentando cumplir con su trabajo, una profesión tan difícil y tan sujeta a las críticas. Iker lo ha sido todo en el fútbol, ha tenido actuaciones destacadísimas y por señalar solo una, siempre recordaremos cómo en el mundial de Sudáfrica le sacó al holandés Roben un balón con el pie que podría haber dado al traste con aquel campeonato. Los madridistas le han aclamado como a un santo, pero como bien decía el otro día Roberto Carlos, en el Madrid cuando las cosas van bien hay críticas y cuando no van bien, hay más críticas. Lo mismo pasa en los toros en Las Ventas y debe ser consustancial a la residencia en la villa y corte.
Un buen día, Iker Casillas se enamoró de una periodista, Sara Carbonero, y eso amplió el arco de atención de los ciudadanos españoles. El beso tras ganar el campeonato mundial en Sudáfrica dio la vuelta al mundo. Iker se lo contó a Gabilondo, lo hizo muy consciente de que era el momento de hacerlo. La periodista, joven y guapa, ha dado informaciones que a los madridistas les han parecido controvertidas y alguno incluso no se lo ha perdonado. La pareja ha tenido un niño, Martin, y ahora más que nunca son objeto de deseo y persecución por parte de los paparazzis y también de cualquier ciudadano que se encuentre con ellos, armados como vamos todos con nuestros teléfonos-cámara. Ese es el precio de la fama. Pero no debemos confundir su obligada exposición pública con una intimidad necesaria. Él comenta que de vez en cuando pacta con algunos fotógrafos un rato de privacidad a cambio de exponerse tranquilamente a sus objetivos en otro momento. Creo que es correcta su postura.
Pero volvamos al principio, a la pescadilla que se muerde la cola. Casillas ha sido un gran portero y trabaja para seguir siéndolo. Cañete, el portero del Valencia convertido ahora en comentarista, reconocía en la radio que los porteros cuando tienen problemas personales lo acusan en el campo. En un mundo como el del fútbol en el que los 46 millones de españoles tenemos otras tantas opiniones y ejercemos de entrenadores y comentaristas en la barra de cualquier bar sin cortarnos lo más mínimo, hace que un portero como Iker Casillas se sienta acosado y que cualquier fallo se magnifique. Supongo que no le habrá hecho mucha gracia que su club haya fichado a otro portero y que en la selección también se pueda producir el relevo generacional que se viene produciendo en la vida española. Pero de ahí a que se olviden sus méritos hay un trecho muy grande. Iker, trabaja y procura ser feliz incluso en la adversidad.
MADRID, Europa Press
Desde Munich, Xabi Alonso echaba uno de estos días un capote a Iker Casillas. Yo me sumo al capote y levanto mi copa por el muchacho de Móstoles que tantas alegrías nos ha dado a los españoles y que ahora se ve en el centro del huracán, a mi entender muy injustamente.
Vi la magnífica entrevista que le hizo en Canal+ Iñaki Gabilondo. Iker estuvo franco y abierto y hasta eso se le ha vuelto en contra. Le ha caído la mundial. Reconoció que se sintió aislado después de algunas escaramuzas con su entrenador Mourinho y se pudo entender que también se refería al presidente Florentino Pérez.
Él lo ha negado después pero yo también entendí que se podía referir al presidente blanco. Iker ha llegado a un momento de su vida en el que se puede permitir perfectamente opinar de lo divino y de lo humano. En un mundo como el del fútbol que reúne tantas pasiones y tantas opiniones como ciudadanos, ¿cómo se le puede objetar una expresión tan libérrima como la de que se ha podido sentir un tanto huérfano de cariño por parte de una casa en la que lleva casi 25 de sus 33 años?
Como el torbellino no cesa, ayer reconocía Casillas que no es inmortal, que acepta su situación actual un tanto inestable, que un portero no dura para siempre pero que seguirá intentando cumplir con su trabajo, una profesión tan difícil y tan sujeta a las críticas. Iker lo ha sido todo en el fútbol, ha tenido actuaciones destacadísimas y por señalar solo una, siempre recordaremos cómo en el mundial de Sudáfrica le sacó al holandés Roben un balón con el pie que podría haber dado al traste con aquel campeonato. Los madridistas le han aclamado como a un santo, pero como bien decía el otro día Roberto Carlos, en el Madrid cuando las cosas van bien hay críticas y cuando no van bien, hay más críticas. Lo mismo pasa en los toros en Las Ventas y debe ser consustancial a la residencia en la villa y corte.
Un buen día, Iker Casillas se enamoró de una periodista, Sara Carbonero, y eso amplió el arco de atención de los ciudadanos españoles. El beso tras ganar el campeonato mundial en Sudáfrica dio la vuelta al mundo. Iker se lo contó a Gabilondo, lo hizo muy consciente de que era el momento de hacerlo. La periodista, joven y guapa, ha dado informaciones que a los madridistas les han parecido controvertidas y alguno incluso no se lo ha perdonado. La pareja ha tenido un niño, Martin, y ahora más que nunca son objeto de deseo y persecución por parte de los paparazzis y también de cualquier ciudadano que se encuentre con ellos, armados como vamos todos con nuestros teléfonos-cámara. Ese es el precio de la fama. Pero no debemos confundir su obligada exposición pública con una intimidad necesaria. Él comenta que de vez en cuando pacta con algunos fotógrafos un rato de privacidad a cambio de exponerse tranquilamente a sus objetivos en otro momento. Creo que es correcta su postura.
Pero volvamos al principio, a la pescadilla que se muerde la cola. Casillas ha sido un gran portero y trabaja para seguir siéndolo. Cañete, el portero del Valencia convertido ahora en comentarista, reconocía en la radio que los porteros cuando tienen problemas personales lo acusan en el campo. En un mundo como el del fútbol en el que los 46 millones de españoles tenemos otras tantas opiniones y ejercemos de entrenadores y comentaristas en la barra de cualquier bar sin cortarnos lo más mínimo, hace que un portero como Iker Casillas se sienta acosado y que cualquier fallo se magnifique. Supongo que no le habrá hecho mucha gracia que su club haya fichado a otro portero y que en la selección también se pueda producir el relevo generacional que se viene produciendo en la vida española. Pero de ahí a que se olviden sus méritos hay un trecho muy grande. Iker, trabaja y procura ser feliz incluso en la adversidad.