Las mejores historias jamás contadas de los grandes ídolos de Boca frente a River
El que debutó siendo electricista; el que inició su historia clavándole cuatro goles al Millo; los que, de jóvenes, se probaron en el club de Núñez antes de triunfar con la azul y oro; el que enfrentó a la banda roja con hepatitis; y mucho más
Pablo Lisotto | canchallena.com
Imaginen que en apenas un puñado de horas, cuando River y Boca den comienzo a una nueva edición de un superclásico, debute en alguno de los dos equipos un futbolista lesionado, por culpa de un accidente imprevisto mientras realizaba tareas como electricista. O que uno de los "nuevos", arranque su historia con la camiseta xeneize marcándole nada menos que cuatro goles al rival de toda la vida. O que uno de los protagonistas quede para siempre en la historia como la víctima de la patada más sanguinaria de la historia del Superclásico. O imagine a dos grandes ídolos de Boca en aprietos, tras ser descubiertos en las plateas del Monumental por los hinchas del Millo.
Todo eso y mucho más ya sucedió en la rica historia de los Boca-River o River-Boca. Pero en el Superclásico, la historia se escribe en cada edición.
El protagonista de la curiosidad que inicia este texto es nada menos que Antonio Ubaldo Rattín . A los 19 años, el Rata se las rebuscaba como electricista mientras aguardaba su debut en la primera de Boca. Mientras realizaba una instalación en el Banco Nación de Tigre, se cayó de una escalera, se lastimó la muñeca y lo enyesaron. Por eso, el histórico "5" xeneize debutó en la Bombonera y ante River, el 9 de septiembre de 1956, con una muñequera con la que intentó disimular el dolor. Y ganó Boca 2 a 1.
Seguramente, el caso de Carlos María García Cambón es más famoso. Sucedió el 3 de febrero de 1974, en la Bombonera, y el partido terminó 5 a 2 para los locales. El propio protagonista lo intenta analizar, en el extraordinario libro Desde el Alma (*): "No me cabe la menor duda de que Dios estuvo ese día ahí. ¿Cuál era la razón si no de que yo fuera el elegido? ¡Cuatro goles a River y encima en mi debut!". La pelota, confiesa el goleador en dicho texto, está perdida en la habitación de uno de sus sobrinos.
Roberto Cabañas fue un gran provocador. Un personaje que tal vez hoy debería adaptarse a los nuevos tiempos y no ser tan verborrágico en sus declaraciones. "No odio a una sola persona de River. Los odio a todos", declaró alguna vez. El paraguayo se convirtió rápidamente en enemigo público número uno de los hinchas del Millo. Y toda esa furia contenida se resumió en una sola acción. Cuando promediaba el clásico disputado el 3 de mayo de 1992 en el Monumental, que terminó 2 a 2, Sergio Berti revoleó por el aire a Cabañas con un patadón de película, que trasciende a su tiempo. La Bruja se fue expulsado, y el paragua, en camilla.
Más de un lector abrirá con sorpresa los ojos si se entera recién ahora que Angel Clemente Rojas fue a probarse a River un día antes de ir a Boca. Sin embargo, en un evidente guiño del destino auriazul, ni siquiera lo dejaron pasar. Lo mismo pasó con el Muñeco Norberto Madurga , al que en el club de Núñez descartaron por su físico pequeño.
Carlos Navarro Montoya y Enrique Hrabina la pasaron mal en el Monumental. El Mono fue a ver un River-San Lorenzo, en plena definición del Apertura ´92. Poco después, Quique, ya como espía del cuerpo técnico de Oscar Tabárez. Ambos fueron reconocidos. El primero se fue escondido en un auto. Al segundo le revolearon latas de gaseosas sin abrir a modo de despedida.
Heber Mastrángelo no debió jugar la final del Nacional 76 ante River. Pero el mismo temple que le permitió dejar atrás la poliomelitis cuando era niño, y la locura del Toto Juan Carlos Lorenzo, que le fabricó un yeso de huevo para intentar inmovilizarle el tobillo derecho, inflamadísimo por un esguince, pudieron más.
Por últijmo, suele decirse, de manera exagerada, que un superclásico de a todo o nada. De vida o muerte. Roberto Mouzo y Silvio Marzolini dan fe de que aquello puede ser cierto. En el Metro de 1980, el gran caudillo xeneize jugó ante River, sin saberlo, con hepatitis. Y un año después, al entonces DT rubio casi le explota el corazón durante un partido contra la Banda.
* Las historias compiladas en esta nota fueron extraídas del libro Desde el Alma, escrito por la periodista Marina Zucchi. El texto, de la editorial Capital Intelectual, reúne en más de 300 páginas a Antonio Rattin, Martín Palermo, Silvio Marzolini, Angel Clemente Rojas, Alfredo Rojas, Blas Giunta, Alberto Márcico, Norberto Madurga, Carlos Navarro Montoya, Roberto Mouzo, Roberto Cabañas, Osvaldo Potente, Nicolás Novello, Enrique Hrabina, Juan Simón, Carlos García Cambón, Heber Mastrángelo, Hugo Ibarra, Rubén Suñé y la perlita, Pepino Borello, goleador de 1954 (fallecido en 2013) que fue entrevistado cuando estaba olvidado por el periodismo..
Pablo Lisotto | canchallena.com
Imaginen que en apenas un puñado de horas, cuando River y Boca den comienzo a una nueva edición de un superclásico, debute en alguno de los dos equipos un futbolista lesionado, por culpa de un accidente imprevisto mientras realizaba tareas como electricista. O que uno de los "nuevos", arranque su historia con la camiseta xeneize marcándole nada menos que cuatro goles al rival de toda la vida. O que uno de los protagonistas quede para siempre en la historia como la víctima de la patada más sanguinaria de la historia del Superclásico. O imagine a dos grandes ídolos de Boca en aprietos, tras ser descubiertos en las plateas del Monumental por los hinchas del Millo.
Todo eso y mucho más ya sucedió en la rica historia de los Boca-River o River-Boca. Pero en el Superclásico, la historia se escribe en cada edición.
El protagonista de la curiosidad que inicia este texto es nada menos que Antonio Ubaldo Rattín . A los 19 años, el Rata se las rebuscaba como electricista mientras aguardaba su debut en la primera de Boca. Mientras realizaba una instalación en el Banco Nación de Tigre, se cayó de una escalera, se lastimó la muñeca y lo enyesaron. Por eso, el histórico "5" xeneize debutó en la Bombonera y ante River, el 9 de septiembre de 1956, con una muñequera con la que intentó disimular el dolor. Y ganó Boca 2 a 1.
Seguramente, el caso de Carlos María García Cambón es más famoso. Sucedió el 3 de febrero de 1974, en la Bombonera, y el partido terminó 5 a 2 para los locales. El propio protagonista lo intenta analizar, en el extraordinario libro Desde el Alma (*): "No me cabe la menor duda de que Dios estuvo ese día ahí. ¿Cuál era la razón si no de que yo fuera el elegido? ¡Cuatro goles a River y encima en mi debut!". La pelota, confiesa el goleador en dicho texto, está perdida en la habitación de uno de sus sobrinos.
Roberto Cabañas fue un gran provocador. Un personaje que tal vez hoy debería adaptarse a los nuevos tiempos y no ser tan verborrágico en sus declaraciones. "No odio a una sola persona de River. Los odio a todos", declaró alguna vez. El paraguayo se convirtió rápidamente en enemigo público número uno de los hinchas del Millo. Y toda esa furia contenida se resumió en una sola acción. Cuando promediaba el clásico disputado el 3 de mayo de 1992 en el Monumental, que terminó 2 a 2, Sergio Berti revoleó por el aire a Cabañas con un patadón de película, que trasciende a su tiempo. La Bruja se fue expulsado, y el paragua, en camilla.
Más de un lector abrirá con sorpresa los ojos si se entera recién ahora que Angel Clemente Rojas fue a probarse a River un día antes de ir a Boca. Sin embargo, en un evidente guiño del destino auriazul, ni siquiera lo dejaron pasar. Lo mismo pasó con el Muñeco Norberto Madurga , al que en el club de Núñez descartaron por su físico pequeño.
Carlos Navarro Montoya y Enrique Hrabina la pasaron mal en el Monumental. El Mono fue a ver un River-San Lorenzo, en plena definición del Apertura ´92. Poco después, Quique, ya como espía del cuerpo técnico de Oscar Tabárez. Ambos fueron reconocidos. El primero se fue escondido en un auto. Al segundo le revolearon latas de gaseosas sin abrir a modo de despedida.
Heber Mastrángelo no debió jugar la final del Nacional 76 ante River. Pero el mismo temple que le permitió dejar atrás la poliomelitis cuando era niño, y la locura del Toto Juan Carlos Lorenzo, que le fabricó un yeso de huevo para intentar inmovilizarle el tobillo derecho, inflamadísimo por un esguince, pudieron más.
Por últijmo, suele decirse, de manera exagerada, que un superclásico de a todo o nada. De vida o muerte. Roberto Mouzo y Silvio Marzolini dan fe de que aquello puede ser cierto. En el Metro de 1980, el gran caudillo xeneize jugó ante River, sin saberlo, con hepatitis. Y un año después, al entonces DT rubio casi le explota el corazón durante un partido contra la Banda.
* Las historias compiladas en esta nota fueron extraídas del libro Desde el Alma, escrito por la periodista Marina Zucchi. El texto, de la editorial Capital Intelectual, reúne en más de 300 páginas a Antonio Rattin, Martín Palermo, Silvio Marzolini, Angel Clemente Rojas, Alfredo Rojas, Blas Giunta, Alberto Márcico, Norberto Madurga, Carlos Navarro Montoya, Roberto Mouzo, Roberto Cabañas, Osvaldo Potente, Nicolás Novello, Enrique Hrabina, Juan Simón, Carlos García Cambón, Heber Mastrángelo, Hugo Ibarra, Rubén Suñé y la perlita, Pepino Borello, goleador de 1954 (fallecido en 2013) que fue entrevistado cuando estaba olvidado por el periodismo..