Evo Morales, un presidente para 2015... y para "dos mil siempre"
La Paz, BBC Mundo
"Un, dos, tres, Evo otra vez"; "Evo 2015, Evo dos mil siempre"; "Evo no se va, se queda, se queda, Evo presidente"…
Los
cánticos de apoyo a Evo Morales, el presidente latinoamericano en
ejercicio que más tiempo lleva en el poder, retumban en la Plaza Murillo
de La Paz.
Frente
al Palacio Quemado, la sede presidencial, sonríen las mujeres que
acaban de ver a Evo por el balcón, y algunos hombres vestidos de
mineros.
Hay hasta simpatizantes llegados de Argentina –que piden
más cóndor (el ave nacional boliviana) y menos buitres (en referencia a
los fondos de inversiones que mantienen un litigio con Argentina)– y una
pareja de turistas francesas con cara de despistadas que, sin
esperarlo, acaban bailando abrazadas a una ferviente simpatizante de
Morales al son de la música tradicional andina.
Este domingo, el
60% de los bolivianos respaldó en las urnas a Morales para que pueda
sacar adelante su tercer mandato y último, según la redacción actual de
la Constitución.
No está claro todavía si tendrá una mayoría suficiente en el Congreso para cambiar ese texto o si buscara la reelección.
Pero cuando se cumpla su último año de gobierno, en 2020, Morales habrá permanecido 14 años en el poder.
"Con los resultados de estas
elecciones a nombre personal pero también a nombre del vicepresidente y
de quienes siguen luchando por la liberación de Bolivia, gracias por
este triunfo del pueblo boliviano", exclama el mandatario.
"¿Hasta
cuando seguir sometidos al sistema capitalista. Este triunfo es de los
anticapitalistas y antineoliberalistas", dice entre aplausos.
A
falta de resultados oficiales, los sondeos a pie de urna sugieren lo que
todos esperaban en el país, que el presidente Morales –quien ya era de
por sí uno de los líderes latinoamericanos más populares– logró evitar
una segunda vuelta y arrasar en las elecciones.
El triunfo de la economía
Quizás
la victoria más simbólica sea la del Movimiento Al Socialismo (MAS), su
partido, en Santa Cruz, un departamento que tradicionalmente se ha
considerado como bastión de la oposición y donde hasta hace poco el
presidente era recibido a pedradas.
El MAS también ha ganado en todos los departamentos del país, salvo en Beni.
Y
es que a su tradicional base de apoyo de indígenas, campesinos y otros
colectivos sociales, Morales ha sumado a empresarios y hasta a
celebridades locales, gracias al buen desempeño económico del país.
Las
recetas de un presidente que habla de antiimperialismo y
nacionalizaciones han sido alabadas por organizaciones que están lejos
de ser consideradas como "socialistas", desde el Fondo Monetario
Internacional hasta el diario estadounidense The Wall Street Journal.
Pero lo cierto es que las calles de La Paz están llenas de síntomas de esa bonanza, como edificios en construcción.
Desde nuevos supermercados,
cines o centros comerciales a los ya célebres "cholets", las
extravagantes mansiones de los empresarios migrantes que ganaron dinero
en los últimos años.
Quizás el flamante teleférico de la capital,
con sus dos líneas y una tercera en camino, sea el mejor ejemplo del
cambio en Bolivia, que es todavía uno de los países más pobres de
América Latina.
Esta impresionante obra de ingeniería conecta La
Paz con la ciudad satélite de El Alto, hogar de miles de migrantes del
interior que viven a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
"A
mí (el presidente) me ha ayudado con el bono Juana Azurduy (a
embarazadas y madres de niños menores de dos años) y con el SUMI (seguro
de salud para madres y niños), el gobierno atiende a mis hijos hasta
los 5 años", le dice a BBC Mundo María Esther Prieto, con su bebé en
brazos.
Cuenta que el sueldo de su esposo maestro se ha duplicado en los últimos dos años.
"Ha
cambiado el país, en lo económico, hay más trabajo, está con el pueblo y
las comunidades le quieren", dice otra señora, que prefiere no dar su
nombre, en un centro de votación de La Paz.
Críticas
Bajo
la gestión de Morales Bolivia ha crecido a un ritmo constante del 5%
anual, hasta convertirse en la economía de más rápida expansión de toda
Sudamérica. Y se han reducido los índices de pobreza en un 20%.
Sin
embargo, sus críticos, incluyendo a su principal rival en estos
comicios, el empresario de centro derecha Samuel Doria Medina, Morales
está dejando el futuro de la economía en manos del azaroso precio
internacional de los recursos naturales.
También es atacado por la
izquierda por quienes creen que Evo es sólo un capitalista con piel de
socialista que está anteponiendo los beneficios económicos a la
protección del medio ambiente y los recursos naturales.
Hasta
ahora, el legado de Morales deja otras sombras que tendrá que enfrentar
en su tercer mandato, como un ineficiente sistema de justicia, una ola
de violencia contra las mujeres y tensiones de carácter racial en el
seno de las Fuerzas Armadas.
"Debería planificar más obras y
proyectos en salud y educación, que ha estado muy abandonada en
Bolivia", asegura Jorge Lora, kioskero del barrio de La Lomas, en La
Paz.
"No debería estar velando en él, sino en lo que el pueblo
pide. Hay mucha mentira", añade una mujer del mismo barrio, que prefiere
no dar su nombre.
"Por ejemplo –agrega–, él dijo que el satélite
(Túpac Katari) iba a funcionar y no ha funcionado, y hay una inversión
muy fuerte que ha hecho para eso, pudiendo hacer acá cosas que
necesitamos".
"Mire, mi zona, Las Lomas, no ha mejorado. Desde que
he nacido sigue lo mismo, en El Alto las cosas sí están bien…", dice en
referencia a una de las ciudades más "evistas".
Legado
Allí
mismo, en El Alto, un monumento al revolucionario argentino Che Guevara
se eleva junto a uno de los nuevos centros comerciales, rodeado de
miles de puestos de venta de verduras y productos de contrabando.
Y sobre todos ellos, el rostro de Morales en un cartel, divisando esta caótica y ruidosa intersección.
Su
cara estará aquí por mucho tiempo a juzgar por el apoyo de gran parte
de los bolivianos, que le ven como responsable directo de su bienestar.
Porque
como líder cocalero Evo Morales se ganó el corazón de los indígenas, y
como jefe de Estado forjó la confianza de los empresarios.
Ahora
tendrá que probar a sus críticos que se equivocan cuando dicen que se ha
convertido en un líder autocrático y con deseos de perpetuarse en el
poder.