Evo Morales se dirige a una fácil victoria ante una oposición fragmentada

La Paz, EP
Más de seis millones de bolivianos están llamados este domingo a las urnas para unas elecciones que tienen como gran protagonista al presidente, Evo Morales, que encara sin rivales el inicio del que, salvo sorpresas, será su tercer y último mandato.


Los bolivianos elegirán a 130 diputados y 36 senadores, así como a representantes en órganos supranacionales, en una jornada marcada por la votación presidencial. Bajo el lema de "Con Evo vamos bien", el Movimiento al Socialismo (MAS) ha buscado la movilización que parecía haber perdido en los últimos años.

Morales se convirtió en enero de 2006 en el primer presidente indígena de Bolivia y, ocho años después, busca batir la marca de los últimos comicios, en los que logró un 64 por ciento de los votos, y renovar la mayoría de dos tercios en la Asamblea Plurinacional. "Le vamos a dar un mazazo a los imperialistas, a los neoliberales, a los vendepatrias y a los separatistas", proclamó el miércoles en La Paz.

El mandatario lidera los sondeos con 40 puntos de ventaja sobre su más directo rival, el empresario Samuel Doria Medina, que se presenta por Unidad Demócrata (UD). En tercera posición figura el expresidente Jorge Quiroga, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), y ya 'a priori' sin opciones el líder del Movimiento Sin Miedo (MSM), Juan del Granado, y el candidato del Partido Verde de Bolivia (PVB), Fernando Vargas.

Doria Medina cerró el miércoles su campaña pronosticando una "tunda" al 'masismo', pero pocos en Bolivia dan opciones a una oposición dividida y que aparentemente no forzará la segunda vuelta. El compañero de fórmula de Morales, Álvaro García Linera, ha invitado a la disidencia a ofrecer una "alternativa" en 2019.

Sin embargo, el escenario de 2019 no se presenta sencillo para el oficialismo. La Constitución prohíbe una segunda reelección del jefe de Estado --el primer mandato de Morales no contaría por ser previo a la nueva Carta Magna-- y el presidente ya ha descartado introducir cambios para perpetuarse en el poder.

Morales, a un paso de convertirse en el jefe de Estado democrático con más tiempo en el cargo en Bolivia, reconoció en una reciente entrevista que la falta de un sucesor claro le quita el sueño. "A mí me sorprende eso, es una preocupación que a veces no me deja dormir", dijo a 'El Deber', en unas declaraciones con las que puso de manifiesto el incierto futuro de un 'masismo' sin Morales.
LUCES Y SOMBRAS

Morales llegó marcado por el sello del indigenismo e impulsó unos programas sociales que han permitido a millones de personas salir de la pobreza --la tasa ha pasado del 65 al 40 por ciento--, con subidas del salario mínimo y planes de ayuda.

Los indicadores económicos también han mejorado y ha logrado obtener la mayor tasa de inversión en Sudamérica en proporción al tamaño de la economía. Algunos inversores, no obstante, siguen temiendo nuevas expropiaciones que aumenten la presencia del Estado en sectores estratégicos como la energía.

En política exterior, la Bolivia de Morales ha girado en la órbita de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y ha cargado contra Estados Unidos. En este sentido, el mandatario boliviano no ha cejado en sus críticas contra el sistema capitalista y el imperialismo de Washington.

Asimismo, Morales ha impulsado la reivindicación de una salida al mar para Bolivia, hasta el punto de llevar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) su litigio territorial por Chile.

Morales, por otra parte, también ha tenido que hacer frente a las críticas de sectores que, en un inicio, le apoyaron sin fisuras. Algunos de sus propios compañeros se sienten defraudados con él por no tocar los verdaderos intereses de la élite y pactar con empresarios y multinacionales.

Entre las batallas perdidas figuran su polémico proyecto de carretera a través de la selva boliviana, la reducción de los subsidios a la gasolina y sus promesas de modernizar sectores clave como la justicia o la salud. También le han llovido críticas por su gestión de unas recientes inundaciones y de las protestas mineras o por los escándalos de corrupción que han salpicado a su entorno.

Además, Bolivia tiene aún por resolver la inseguridad y el narcotráfico, que suelen figurar entre las principales preocupaciones del ciudadano de a pie y de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos. Unos 30.000 policías se encargarán de velar por la seguridad de la jornada.
SIN MÓVILES

Las elecciones contarán con observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), aunque en estos últimos días el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se ha esforzado por dar una serie de instrucciones de última hora que afectan desde los votantes hasta los candidatos.

Entre las solicitudes del organismo, ha figurado la petición de "silencio electoral" para Morales y su equipo, que han accedido a no participar en inauguración de obras públicas durante los tres días previos a los comicios.

El TSE también ha informado de que permitirá la votación con documentos de identidad caducados ante las largas colas que se han formado en los últimos días en los centros de renovación. Quedan vetados, no obstante, los móviles y cámaras, ya que el TSE no quiere que los votantes difundan imágenes de las papeletas a través de Internet porque podría influir en la decisión ciudadana.

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