El clásico, juicio paralelo para Iker y Bravo
Madrid, EFE
La nueva versión del clásico, la que en esta edición enfrenta por primera vez en el curso al Real Madrid y al Barcelona, dejará entrever el panorama venidero que aguarda a Iker Casillas bajo los palos y calibrará el nivel del récord del chileno Claudio Bravo, que llega imbatido al Santiago Bernabeu.
Uno de los objetivos del gran choque del año estará en las porterías. Más allá de la atención habitual que generan por ser el objetivo de uno y otro equipo en cada partido, la trayectoria reciente de los personajes del sábado aumenta esta vez la intensidad del foco.
Ninguna de las dos metas pasará inadvertida una vez que el árbitro Gil Manzano determine el final del choque. Independientemente del vencedor. Más allá del resultado. Iker y Bravo tendrán su particular juicio paralelo.
Nada es ya lo que era para Iker Casillas. Al eterno arquero madridista el choque le llega como si fuera un primerizo. Con la tensión de un debutante y el compromiso como prueba. No cuenta el pasado para el capitán blanco, al que la vida deportiva le dio un giro por el empeño y antojo de un entrenador y una posterior lesión más que nunca inoportuna.
Aquél 23 de enero del 2013, que terminó con una fractura en su mano izquierda, Iker no solo perdió la titularidad. Fue abandonado por la fidelidad unánime de su hinchada y desprovisto de ese 'ángel' que le disparó al altar. El 'santo' se desvaneció, su flor se marchitó y el deterioro se apoderó de su condición de incuestionable.
Iker, que todo lo ha jugado y al que no le quedan logros por conquistar, sube a la tarima a sus 33 años para ser examinado. Hace tanto que Casillas no forma parte de un clásico en la Liga que sus sensaciones son las de un novel.
El meta del Real Madrid desapareció de los partidos ligueros ante el Barcelona desde hace más de dos años. Jugó el último el 7 de octubre del 2012, en el Camp Nou, con empate a dos. En su propio estadio la lejanía va más allá. Desde la temporada anterior. Un 10 de diciembre del 2011. Cuando el equipo que entonces dirigía Pep Guardiola se impuso por 1-3. Después fue puesto a prueba por el Barcelona en partidos de Copa. Pero ya no en Liga. De aquello hace casi 800 días.
Iker Casillas, que cumple su decimosexta temporada en la primera plantilla del Real Madrid, que tiene el récord absoluto de presencias con la selección española (137), se reencontrará con una situación casi olvidada, algo extraña.
El giro dado por Carlo Ancelotti en la gestión de la portería no ha derribado los fantasmas. El preparador italiano, descontento con la opción manejada el pasado año y saldada con éxito, decidió enterrar las extravagancias de la alternancia y apostar por un arquero titular: Iker Casillas.
La determinación costó la marcha de Diego López y arrinconar al costarricense Keylor Navas, adquisición del pasado verano y uno de los mejores metas de la pasada Liga y del Mundial.
Pero la confianza no ha terminado de sosegar a Iker. Enjuiciado en cada partido como local, no ha recuperado la condición de infalible que le hizo único. La final de la Liga de Campeones dañó, individualmente, a Casillas, que no reparó en el Mundial. Su imagen a gatas en el área en el partido ante Holanda inundó los reportajes de la competición. Supuso el retrato de la ruina de España.
Al margen del talante salvador que le encumbró volvió a quedar en evidencia ante Eslovaquia, en el penúltimo compromiso de la Roja.
El clásico enjuiciará al mejor portero español de la historia. A su futuro. Una gran actuación ante el Barcelona de Luis Enrique aunará de nuevo la pasión por el capitán. Un nuevo error y una derrota podría suponer el inicio de su ocaso definitivo como jugador blanco. Más historia que presente. Más leyenda que actualidad.
Claudio Bravo, sin embargo, llega al choque revitalizado por sus números y empujado por los minutos que ensalzan el inicio de su trayecto como azulgrana.
El meta chileno, asentado en la Liga española pero inexperto en duelos de tanto voltaje, afronta su primer clásico respaldado por sus actuaciones y con el récord en el bolsillo como el meta con más tiempo imbatido en un inicio liguero. Acumula el sudamericano ocho partidos completos sin encajar un gol. 720 minutos de bagaje con los que se pondrá bajo los palos del Bernabeu. Con los 824 de Pepe Reina en el horizonte para ser el portero con más minutos imbatido de la historia barcelonista. Más lejos queda el registro absoluto de Abel Resino, el que defendiera la portería del Atlético Madrid, con 1275 minutos sin acudir a la red a por la pelota.
A diferencia de Iker, la titularidad no está en riesgo para Bravo, que ha evitado evocaciones a Víctor Valdés. El chileno ha asumido con naturalidad las exigencias y la presión que genera la portería azulgrana. Y ha ganado en la carrera al alemán Ten Stegen, elegido para Europa y que también llegó a Barcelona con una buena reputación y como gran apuesta de futuro.
Mientras la Real Sociedad busca como paliar su notable ausencia, el cuadro azulgrana presume de acierto en la elección. Decisivo ya en algunos partidos de la Liga, sobrio y sobresaliente con Chile en el pasado Mundial, Claudio Bravo se ha adaptado con nota a los requisitos del juego del Barcelona. Fiable en el juego de pies, acertado en la colocación y dotado de notables reflejos, pocos temen por la meta de Luis Enrique, al que empiezan a insinuarle su continuidad también en los partidos de la Liga de Campeones.
En cualquier caso, con Iker o con Bravo, el clásico dictará sentencia. Nada será igual después del choque del siglo. Que puede encumbrar a alguno y enterrar al contrario. O viceversa.
La nueva versión del clásico, la que en esta edición enfrenta por primera vez en el curso al Real Madrid y al Barcelona, dejará entrever el panorama venidero que aguarda a Iker Casillas bajo los palos y calibrará el nivel del récord del chileno Claudio Bravo, que llega imbatido al Santiago Bernabeu.
Uno de los objetivos del gran choque del año estará en las porterías. Más allá de la atención habitual que generan por ser el objetivo de uno y otro equipo en cada partido, la trayectoria reciente de los personajes del sábado aumenta esta vez la intensidad del foco.
Ninguna de las dos metas pasará inadvertida una vez que el árbitro Gil Manzano determine el final del choque. Independientemente del vencedor. Más allá del resultado. Iker y Bravo tendrán su particular juicio paralelo.
Nada es ya lo que era para Iker Casillas. Al eterno arquero madridista el choque le llega como si fuera un primerizo. Con la tensión de un debutante y el compromiso como prueba. No cuenta el pasado para el capitán blanco, al que la vida deportiva le dio un giro por el empeño y antojo de un entrenador y una posterior lesión más que nunca inoportuna.
Aquél 23 de enero del 2013, que terminó con una fractura en su mano izquierda, Iker no solo perdió la titularidad. Fue abandonado por la fidelidad unánime de su hinchada y desprovisto de ese 'ángel' que le disparó al altar. El 'santo' se desvaneció, su flor se marchitó y el deterioro se apoderó de su condición de incuestionable.
Iker, que todo lo ha jugado y al que no le quedan logros por conquistar, sube a la tarima a sus 33 años para ser examinado. Hace tanto que Casillas no forma parte de un clásico en la Liga que sus sensaciones son las de un novel.
El meta del Real Madrid desapareció de los partidos ligueros ante el Barcelona desde hace más de dos años. Jugó el último el 7 de octubre del 2012, en el Camp Nou, con empate a dos. En su propio estadio la lejanía va más allá. Desde la temporada anterior. Un 10 de diciembre del 2011. Cuando el equipo que entonces dirigía Pep Guardiola se impuso por 1-3. Después fue puesto a prueba por el Barcelona en partidos de Copa. Pero ya no en Liga. De aquello hace casi 800 días.
Iker Casillas, que cumple su decimosexta temporada en la primera plantilla del Real Madrid, que tiene el récord absoluto de presencias con la selección española (137), se reencontrará con una situación casi olvidada, algo extraña.
El giro dado por Carlo Ancelotti en la gestión de la portería no ha derribado los fantasmas. El preparador italiano, descontento con la opción manejada el pasado año y saldada con éxito, decidió enterrar las extravagancias de la alternancia y apostar por un arquero titular: Iker Casillas.
La determinación costó la marcha de Diego López y arrinconar al costarricense Keylor Navas, adquisición del pasado verano y uno de los mejores metas de la pasada Liga y del Mundial.
Pero la confianza no ha terminado de sosegar a Iker. Enjuiciado en cada partido como local, no ha recuperado la condición de infalible que le hizo único. La final de la Liga de Campeones dañó, individualmente, a Casillas, que no reparó en el Mundial. Su imagen a gatas en el área en el partido ante Holanda inundó los reportajes de la competición. Supuso el retrato de la ruina de España.
Al margen del talante salvador que le encumbró volvió a quedar en evidencia ante Eslovaquia, en el penúltimo compromiso de la Roja.
El clásico enjuiciará al mejor portero español de la historia. A su futuro. Una gran actuación ante el Barcelona de Luis Enrique aunará de nuevo la pasión por el capitán. Un nuevo error y una derrota podría suponer el inicio de su ocaso definitivo como jugador blanco. Más historia que presente. Más leyenda que actualidad.
Claudio Bravo, sin embargo, llega al choque revitalizado por sus números y empujado por los minutos que ensalzan el inicio de su trayecto como azulgrana.
El meta chileno, asentado en la Liga española pero inexperto en duelos de tanto voltaje, afronta su primer clásico respaldado por sus actuaciones y con el récord en el bolsillo como el meta con más tiempo imbatido en un inicio liguero. Acumula el sudamericano ocho partidos completos sin encajar un gol. 720 minutos de bagaje con los que se pondrá bajo los palos del Bernabeu. Con los 824 de Pepe Reina en el horizonte para ser el portero con más minutos imbatido de la historia barcelonista. Más lejos queda el registro absoluto de Abel Resino, el que defendiera la portería del Atlético Madrid, con 1275 minutos sin acudir a la red a por la pelota.
A diferencia de Iker, la titularidad no está en riesgo para Bravo, que ha evitado evocaciones a Víctor Valdés. El chileno ha asumido con naturalidad las exigencias y la presión que genera la portería azulgrana. Y ha ganado en la carrera al alemán Ten Stegen, elegido para Europa y que también llegó a Barcelona con una buena reputación y como gran apuesta de futuro.
Mientras la Real Sociedad busca como paliar su notable ausencia, el cuadro azulgrana presume de acierto en la elección. Decisivo ya en algunos partidos de la Liga, sobrio y sobresaliente con Chile en el pasado Mundial, Claudio Bravo se ha adaptado con nota a los requisitos del juego del Barcelona. Fiable en el juego de pies, acertado en la colocación y dotado de notables reflejos, pocos temen por la meta de Luis Enrique, al que empiezan a insinuarle su continuidad también en los partidos de la Liga de Campeones.
En cualquier caso, con Iker o con Bravo, el clásico dictará sentencia. Nada será igual después del choque del siglo. Que puede encumbrar a alguno y enterrar al contrario. O viceversa.