El clásico cambia de manos

Madrid, ABC
El último clásico en Chamartín fue un partido muy loco, de aquellos que hacen vibrar a los aficionados y a la vez ponen de los nervios a los entrenadores. Beneficiado por la expulsión de Ramos en la segunda parte, el Barcelona se impuso 3-4 después de que Messi acertara dos veces desde el punto de penalti. De entrada, sin pensar demasiado, esa es la lectura más rápida referente al encuentro que volvió a enganchar a los azulgrana a la lucha por el título de Liga. No obstante, profundizando un poco más, el episodio también recuerda el papel protagonista de Victor Valdés, autor de tres paradas vitales –sobre todo una a Benzema tras el descanso– que evitaron la sentencia madridista.


El portero catalán fue decisivo en su clásico más sentido, el último que disputaría en tierra hostil. «Sentiré algo especial porque es un estadio que respeto», advirtió en la previa. «En pocos sitios me sentido tan exigido como portero». Valdés afrontó emocionado su última visita al Bernabéu vestido del Barça y salió con el puño en alto, satisfecho por haber ayudado a lograr el triunfo en un campo que le había visto llorar de vergüenza (2007-08), ganar 2-6 (2008-09) o perder los papeles con Pérez Lasa (2012-2013). Esta vez, en su curso de despedida como azulgrana, quedó un recuerdo positivo, alegre.

Sin embargo, la fatalidad se cebó con el guardameta solo cuatro días después, en la primera parte de un Barcelona-Celta intersemanal, un choque aparentemente inofensivo que para él significó un punto y aparte, un replanteamiento radical. Se partió la rodilla a los 32 años, dijo adiós al Mundial de Brasil y condicionó seriamente su futuro. Tanto, que hasta ayer no se conoció su (posible) destino después de que el Mónaco le dejara tirado. Valdés terminará su recuperación con el Manchester United para luego, si todo va bien, firmar con el equipo inglés.

Mientras, esta tarde Claudio Bravo, su sucesor liguero en el Barcelona, jugará su primer clásico en un escenario poco propicio para su lucimiento. En cuatro visitas con la Real Sociedad, saldadas todas ellas con derrota, el chileno recibió una media de 4,5 goles. El dato contrasta violentamente con su fulgurante inicio como azulgrana: cero goles encajados. Sin duda, mantener la racha será un logro.

Enfrente estará Casillas, el ídolo criticado. La portería del Real Madrid también dependerá de otras manos. Íker Casillas no juega un clásico liguero desde el 7 de octubre de 2012, en el Camp Nou (2-2).

Su lesión, el 23 de enero de 2013, supuso que Diego López se erigiera como titular en la Liga, a las órdenes de Mourinho. Una condición que Carlo Ancelotti mantuvo la temporada pasada. Íker sí ganó la Copa al Barcelona con el italiano al mando.

Ahora, Carlo le ha dado la titularidad en la Liga. Y el madrileño ha sufrido los silbidos de sus críticos, culpándole de los goles de estrategia de la Real Sociedad y el Atlético. Hoy, el capitán vivirá otro examen en el Bernabéu. El club blanco espera que no haya silbidos, porque el duelo con el Barcelona no es día para disensiones.

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