Brotes de violencia contra los manifestantes prodemocracia

Los estudiantes cancelan el diálogo con el Gobierno local

Macarena Vidal Liy
Hong Kong, El País
El movimiento prodemocracia en Hong Kong afronta su primera prueba seria tras el comienzo de la campaña de desobediencia civil hace seis días. Han surgido los primeros incidentes de violencia y el mínimo puente que se había tendido entre el Gobierno y los grupos de estudiantes parece roto: los jóvenes han decidido finalmente no acudir a la reunión propuesta por el Ejecutivo. La razón, los ataques de grupos favorables al sistema actual contra los participantes de la manifestación más aislada, la de Mong Kok, un barrio comercial de clase media-baja en la península de Kowloon -más cercana a la China continental-. Los promotores de las protestas pro democracia acusan al Gobierno de estar detrás de esos ataques y de no hacer lo suficiente para proteger a los manifestantes pacíficos.


La zona de protestas de Mong Kok, la más alejada geográficamente de las principales protestas en el centro de Hong Kong, y la de carácter más asambleario, había perdido este viernes por completo el carácter festivo que la había caracterizado en los últimos días. Bajo los letreros de neón en rojo y verde que penden de los rascacielos para anunciar restaurantes cantoneses o farmacias de medicina tradicional, los sacos terreros que habían demarcado la zona controlada por los manifestantes desde el domingo, cuando comenzó la campaña de desobediencia civil, aparecían desagarrados. La arena que habían contenido aparecía desparramada por el suelo, mezclada con decenas de lazos amarillos -que denotan el apoyo a ese movimiento- pisoteados. Algunos estudiantes quedaron heridos, según publica el diario South China Morning Post.

Un cordón de policía rodeaba la zona. En esta ocasión, para proteger a las decenas de manifestantes de los grupos opuestos a la campaña prodemocracia, que en solitario o en grupo, vestidos en su mayoría con camisetas o lazos azules -el color de los grupos defensores de China- trataban de desmantelar las barreras que demarcaban la zona de protesta o de lanzar botellas de agua o desperdicios contra los concentrados. Otros se limitaban a lanzar insultos en actitud retadora. “¡Sois unos perdedores, unos malcriados! ¡Que os den!”, gritaba un hombre malcarado en camisa de cuadros y lazo azul, blandiendo un paraguas, mientras la multitud de simpatizantes del movimiento lo rodeaba sin tocarlo. Finalmente la policía se lo llevó fuera del área.

No está claro si estos grupos actúan por su cuenta o han sido enviados por alguien. Benny Tai, el cofundador del movimiento Occupy Central, organizador de la campaña, ha acusado a las tríadas mafiosas de estar detrás.

En un comunicado, la Federación de Estudiantes ha acusado al Gobierno de permitir que “grupos criminales” usen la violencia. “El Gobierno y la policía, al permitir a la mafia y los ‘grupos patrióticos’ atacar a los manifestantes pacíficos, han cortado la vía del diálogo. Deben responsabilizarse de las consecuencias”, señala.

Por su parte, el jefe del Ejecutivo autónomo, Leung Chun-Ying, instaba a los manifestantes a abandonar Mong Kok. “La gente debería permanecer tranquila y no utilizar la violencia sin importar de qué lado estén con respecto a Occupy Central”. “Hay mucha gente joven, algunos estudiantes vestidos de uniforme. Les pido que se marchen de inmediato, pues no quiero ver que ningún ciudadano resulte herido”. En una rueda de prensa, aseguraba que la Policía ha tomado las medidas necesarias para resolver los disturbios en Mong Kok

El espectro de la violencia es una de las pesadillas de los organizadores del movimiento. Tanto la posibilidad de ser desalojados por la fuerza por la policía -una posibilidad que hoy por hoy se antoja remota- como el que algún grupo de manifestantes pueda desmandarse y actuar por su cuenta. Algo no del todo descartable, visto que el movimiento pro democracia tiene carácter orgánico, sin una estructura de mando ni un liderazgo definido.

“Es un movimiento que ha surgido prácticamente por sí mismo, sus miembros no son integrantes de ningún partido político o de ninguna organización como tal. Es una convocatoria que ha desatado el poder del pueblo, que no se puede controlar. Eso es algo que conlleva mucha incertidumbre, cómo se comportará la gente”, dice el profesor de la Universidad China de Hong Kong Victor Choy.

Los disturbios en Mong Kok parecen haber insuflado nuevos ánimos a los manifestantes, que habían disminuido notablemente desde que Leung —tras anunciar que no pensaba dimitir como le reclama el movimiento prodemocracia— ofreció el jueves por la noche abrir un diálogo entre su número dos, Carrie Lam, y los estudiantes. Esta noche muchos se dirigían hacia Mong Kok, el nuevo epicentro de su causa.

Una parte de los manifestantes había acogido con desagrado la decisión de los dirigentes estudiantiles de aceptar el diálogo. “Supuestamente esto no tiene liderazgo, entonces ¿qué derecho tienen ellos de decirnos qué hacer?”, declaraba Chow, un universitario de 18 años.

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