Argentina: Ministro de Economía, el dólar y un puente a enero
Daniel Fernández Canedo
Clarín
Paso a paso y a los manotazos, Axel Kicillof intenta la construcción de un puente financiero que le permita atravesar la notable escasez de dólares que enfrenta el Gobierno por lo menos hasta el primer bimestre de 2015.
Ese puente, frágil en su estructura primitiva, cuenta hasta ahora con dos pilares: evitar por todos los medios la caída de reservas del Banco Central. Y ofrecerle a exportadores, compañías de seguro y bancos, un bono con seguro de cambio, todo un premio para los compradores y, seguramente, un costo pesado para el futuro gobierno.
Después de que la Presidenta echara a Juan Carlos Fábrega y nombrara a Alejandro Vanoli en el Banco Central, Kicillof subió la tasa de interés para incentivar el ahorro en pesos y tratar de sacarle atractivo a la compra de dólares (lo que hubiese hecho Fábrega) y mandó inspectores y a la Gendarmería a la city porteña para tratar de asustar a los operadores del mercado paralelo de cambios.
Esa táctica tuvo otra pata en la presión sobre la compañías de seguros para que, junto con la ANSeS, vendan bonos dolarizados con el fin de aumentar la oferta de títulos para las operaciones conocidos como "contado con liquidación y favorecer así una baja de cotización en ese dólar. El "contado con liqui" que a fin de septiembre estaba en $ 15,20, ayer cotizaba a $ 13,47 mostrando una baja de 11,4% en el período.
Kicillof frenó al dólar paralelo basándose en aquietar al "contado con liquidación", un dólar al que las empresas habían comenzado a recurrir como alternativa de un dólar oficial de $ 8,49 que el Gobierno no les entregaba y sigue sin entregarle con fluidez. Ya es generalizada la información de que los atrasos en los pagos de importaciones rondan los US$ 5.000 millones.
Las semanas de calma cambiaria que se viven tienen, desde ya, otros ingredientes importantes. Uno de ellos fue Vanoli asegurando que no habrá otra devaluación (se sumó así a la interminable lista de funcionarios que lo niegan en algún momento); el otro, la decisión de Kicillof de ofrecer un bono por US$ 1.000 millones con un rendimiento atado a la cotización del dólar oficial. La renta de un bono "dólar-linked" está ligada al aumento que tenga el dólar oficial que ayer estaba en $ 8,49 y constituye un seguro de cambio para quien lo compre.
En los últimos meses la suba del dólar oficial fue menor al 1% mensual con lo que el tipo de cambio se fue comiendo parte de la devaluación de enero (18%) y retrasando frente a una inflación que crece por encima del 2% por mes.Así, ese retraso relativo del dólar oficial le hace ganar atractivo al bono que desde hoy suscribirán aseguradoras, bancos y exportadores (ayer liquidaron más dólares para conseguir pesos y aprovechar la oportunidad) y que deberán pagar el lunes.
Para dar una idea de lo ventajoso de este bono sólo habría que contestar una pregunta: ¿Habrá gente dispuesta a adquirir un bono que equivalga a comprar dólares a $ 8,49 cuando el paralelo cotiza a $ 14,69?Seguramente para el Gobierno será como vender caramelos y con la ventaja que no será él el encargado de pagar la factura.
La apuesta oficial es a no tener una devaluación hasta fin de año para que después Kicillof cumpla "la orden" que habría recibido de la Presidenta de negociar y llegar a un acuerdo con los fondos buitre para permitir el tan ansiado, dentro y fuera del gobierno, regreso de los dólares.
La estrategia de defender las reservas del Central no impide la caída (US$ 3.000 millones en el año) y día a día la recesión se hace sentir con más intensidad.
Colocar bonos atados al dólar oficial y darle cobertura cambiaria al sector privado puede contribuir a aliviar las tensiones, pero podría ser de efecto temporario.
Mientras tanto, Kicillof no se olvidó de conseguir pesos y dólares sacándoselos al Banco Central. El Tesoro le colocó una "letra intransferible" (especie de "paga-dios" en la jerga popular) por US$ 3.200 millones en lo que podría constituir el adelanto de que se usarán más dólares de las ya alicaídas reservas para el pago de la deuda.
Subiendo al 23% anual las tasas de interés para los ahorristas, corriendo a los operadores del dólar paralelo, ofreciendo bonos jugosos para aseguradoras, bancos y exportadores, prometiendo la entrada de fondos de un acuerdo con el Banco Central de China, Kicillof va construyendo lo que se supone es un puente endeble y pedregoso hasta enero cuando, según le adelantara Vanoli a los banqueros en EE.UU., habrá una negociación con los fondos buitre.
Dentro y fuera del Gobierno, gente con sentido común considera que esa negociación será inevitable para pensar en alguna mejora de la actividad económica en 2015.
Además, a diferencia de otros fines de año, la caída de los precios de la soja en el mercado internacional (de US$ 550 a US$ 340 la tonelada) modera la expectativa sobre el futuro ingreso de dólares.
El puente cambiario que perfila Kicillof se presenta transitorio para llegar sólo hasta enero. Para algunos, una eternidad.
Clarín
Paso a paso y a los manotazos, Axel Kicillof intenta la construcción de un puente financiero que le permita atravesar la notable escasez de dólares que enfrenta el Gobierno por lo menos hasta el primer bimestre de 2015.
Ese puente, frágil en su estructura primitiva, cuenta hasta ahora con dos pilares: evitar por todos los medios la caída de reservas del Banco Central. Y ofrecerle a exportadores, compañías de seguro y bancos, un bono con seguro de cambio, todo un premio para los compradores y, seguramente, un costo pesado para el futuro gobierno.
Después de que la Presidenta echara a Juan Carlos Fábrega y nombrara a Alejandro Vanoli en el Banco Central, Kicillof subió la tasa de interés para incentivar el ahorro en pesos y tratar de sacarle atractivo a la compra de dólares (lo que hubiese hecho Fábrega) y mandó inspectores y a la Gendarmería a la city porteña para tratar de asustar a los operadores del mercado paralelo de cambios.
Esa táctica tuvo otra pata en la presión sobre la compañías de seguros para que, junto con la ANSeS, vendan bonos dolarizados con el fin de aumentar la oferta de títulos para las operaciones conocidos como "contado con liquidación y favorecer así una baja de cotización en ese dólar. El "contado con liqui" que a fin de septiembre estaba en $ 15,20, ayer cotizaba a $ 13,47 mostrando una baja de 11,4% en el período.
Kicillof frenó al dólar paralelo basándose en aquietar al "contado con liquidación", un dólar al que las empresas habían comenzado a recurrir como alternativa de un dólar oficial de $ 8,49 que el Gobierno no les entregaba y sigue sin entregarle con fluidez. Ya es generalizada la información de que los atrasos en los pagos de importaciones rondan los US$ 5.000 millones.
Las semanas de calma cambiaria que se viven tienen, desde ya, otros ingredientes importantes. Uno de ellos fue Vanoli asegurando que no habrá otra devaluación (se sumó así a la interminable lista de funcionarios que lo niegan en algún momento); el otro, la decisión de Kicillof de ofrecer un bono por US$ 1.000 millones con un rendimiento atado a la cotización del dólar oficial. La renta de un bono "dólar-linked" está ligada al aumento que tenga el dólar oficial que ayer estaba en $ 8,49 y constituye un seguro de cambio para quien lo compre.
En los últimos meses la suba del dólar oficial fue menor al 1% mensual con lo que el tipo de cambio se fue comiendo parte de la devaluación de enero (18%) y retrasando frente a una inflación que crece por encima del 2% por mes.Así, ese retraso relativo del dólar oficial le hace ganar atractivo al bono que desde hoy suscribirán aseguradoras, bancos y exportadores (ayer liquidaron más dólares para conseguir pesos y aprovechar la oportunidad) y que deberán pagar el lunes.
Para dar una idea de lo ventajoso de este bono sólo habría que contestar una pregunta: ¿Habrá gente dispuesta a adquirir un bono que equivalga a comprar dólares a $ 8,49 cuando el paralelo cotiza a $ 14,69?Seguramente para el Gobierno será como vender caramelos y con la ventaja que no será él el encargado de pagar la factura.
La apuesta oficial es a no tener una devaluación hasta fin de año para que después Kicillof cumpla "la orden" que habría recibido de la Presidenta de negociar y llegar a un acuerdo con los fondos buitre para permitir el tan ansiado, dentro y fuera del gobierno, regreso de los dólares.
La estrategia de defender las reservas del Central no impide la caída (US$ 3.000 millones en el año) y día a día la recesión se hace sentir con más intensidad.
Colocar bonos atados al dólar oficial y darle cobertura cambiaria al sector privado puede contribuir a aliviar las tensiones, pero podría ser de efecto temporario.
Mientras tanto, Kicillof no se olvidó de conseguir pesos y dólares sacándoselos al Banco Central. El Tesoro le colocó una "letra intransferible" (especie de "paga-dios" en la jerga popular) por US$ 3.200 millones en lo que podría constituir el adelanto de que se usarán más dólares de las ya alicaídas reservas para el pago de la deuda.
Subiendo al 23% anual las tasas de interés para los ahorristas, corriendo a los operadores del dólar paralelo, ofreciendo bonos jugosos para aseguradoras, bancos y exportadores, prometiendo la entrada de fondos de un acuerdo con el Banco Central de China, Kicillof va construyendo lo que se supone es un puente endeble y pedregoso hasta enero cuando, según le adelantara Vanoli a los banqueros en EE.UU., habrá una negociación con los fondos buitre.
Dentro y fuera del Gobierno, gente con sentido común considera que esa negociación será inevitable para pensar en alguna mejora de la actividad económica en 2015.
Además, a diferencia de otros fines de año, la caída de los precios de la soja en el mercado internacional (de US$ 550 a US$ 340 la tonelada) modera la expectativa sobre el futuro ingreso de dólares.
El puente cambiario que perfila Kicillof se presenta transitorio para llegar sólo hasta enero. Para algunos, una eternidad.