Arda dirige y el Atlético golea
Madrid, As
El talento estaba. Aletargado, pero estaba. Como tantas veces, Arda abrió el frasco con una genialidad y a su estela se subieron a la ola Koke, Griezmann y Cerci. Y hasta Mandzukic, martillo que requiere que otros le coloquen bien los clavos, se unió a la fiesta. Así, la noche de nervios mutó en feliz verbena tras el descanso. Manita al Malmoe que, aliñada por esa derrota de la Juve en Atenas, coloca al Atleti en la pole position para el liderato del grupo y goles, al fin, de sus tres lujosos refuerzos ofensivos, alrededor de los cuales empezaba a nublarse el ambiente. Día redondo.
Quizás para dar un buen rato de esperanza a los 2.000 suecos que viajaron hasta el Manzanares, el Atleti jugó la primera parte con intensidad de Intertoto y no de Champions; mala costumbre que se repite con cierta frecuencia en este inicio de temporada. De hecho, el Malmoe tuvo la primera ocasión en un cabezazo de Halsti que sacó Moyá. El susto desperezó al Atleti, pero más a ritmo de resaca de domingo que de prisas de lunes. Una arrancada de Juanfran, un par de llegadas de Saúl y un disparo de Siqueira demostraron que el Malmoe era un equipo sensible: se le hace daño con muy poco.
Pero como es habitual tuvo que ser Arda el que convirtiera los perdigones en balas de cañón. Con otra de esas genialidades a balón parado tan suyas, dejó a Griezmann solo ante Olsen. Pero como los besos suelen guardarse para el final de la película, el francés reventó el balón en el larguero y, a bocajarro, Mandzukic no atinó a evitar al defensa que se interponía entre él y la ovación. En lugar de aplausos,en el Calderón se escucharon murmullos. Sus nuevas estrellas, por ahora sólo eran nuevas.
Para cerrar el círculo, y después de que Arda disparase fuera tras una buena dejada de Mandzukic, justo antes del descanso Moyá tuvo que volver a evitar la alarma con una parada a falta directa de Eriksson. Medio partido en la memoria y el Atleti no era capaz de encontrar una puerta al mar. Pero todo cambió muy rápido en el segundo tiempo. Como si todo lo sucedido durante estas semanas fuera una maniobra de despiste, el talento salió de la chistera. A chorro.
El primer gol, a los 48 minutos, fue una notable acción de Griezmann que Arda convirtió en sobresaliente con un pase de una delicadeza impropia de un tipo con esa barba. Pero así es él, un artista impredecible. Koke, agradecido, remató a la red con una sutileza a la altura. Se juntaron tres grandes futbolistas y llegó un gran gol. Qué sencillo es el fútbol. Por suerte.
A partir del 1-0, el Malmoe se derritió a la velocidad de un hielo en un vaso de tubo y, tras una viso de Mario, Mandzukic y Griezmann lograron en dos minutos lo que les estaba costando una duda: marcar. Primero lo hizo el croata, que recordó que no está prohibido correr dentro del área y se anticipó al inocente central para empujar un buen pase de Koke. Nada más sacar de centro, Griezmann realizó una buena jugada individual y, tras un recorte, tuvo la suerte que le había faltado antes y su remate entró en globo tras pegar en el portero.
Era el minuto 63 y el resto fue un festival contra un enemigo entregado. Para no arrebatar sus sustento a los que consideran que Atleti y balón parado son la misma cosa, Godín cabeceó un córner de Koke para el 4-0 y Cerci cerró la cuenta tras recoger el rechace de su propio disparo en el poste. De un plumazo, las dudas eran risas. El jarabe era el Malmoe.
El talento estaba. Aletargado, pero estaba. Como tantas veces, Arda abrió el frasco con una genialidad y a su estela se subieron a la ola Koke, Griezmann y Cerci. Y hasta Mandzukic, martillo que requiere que otros le coloquen bien los clavos, se unió a la fiesta. Así, la noche de nervios mutó en feliz verbena tras el descanso. Manita al Malmoe que, aliñada por esa derrota de la Juve en Atenas, coloca al Atleti en la pole position para el liderato del grupo y goles, al fin, de sus tres lujosos refuerzos ofensivos, alrededor de los cuales empezaba a nublarse el ambiente. Día redondo.
Quizás para dar un buen rato de esperanza a los 2.000 suecos que viajaron hasta el Manzanares, el Atleti jugó la primera parte con intensidad de Intertoto y no de Champions; mala costumbre que se repite con cierta frecuencia en este inicio de temporada. De hecho, el Malmoe tuvo la primera ocasión en un cabezazo de Halsti que sacó Moyá. El susto desperezó al Atleti, pero más a ritmo de resaca de domingo que de prisas de lunes. Una arrancada de Juanfran, un par de llegadas de Saúl y un disparo de Siqueira demostraron que el Malmoe era un equipo sensible: se le hace daño con muy poco.
Pero como es habitual tuvo que ser Arda el que convirtiera los perdigones en balas de cañón. Con otra de esas genialidades a balón parado tan suyas, dejó a Griezmann solo ante Olsen. Pero como los besos suelen guardarse para el final de la película, el francés reventó el balón en el larguero y, a bocajarro, Mandzukic no atinó a evitar al defensa que se interponía entre él y la ovación. En lugar de aplausos,en el Calderón se escucharon murmullos. Sus nuevas estrellas, por ahora sólo eran nuevas.
Para cerrar el círculo, y después de que Arda disparase fuera tras una buena dejada de Mandzukic, justo antes del descanso Moyá tuvo que volver a evitar la alarma con una parada a falta directa de Eriksson. Medio partido en la memoria y el Atleti no era capaz de encontrar una puerta al mar. Pero todo cambió muy rápido en el segundo tiempo. Como si todo lo sucedido durante estas semanas fuera una maniobra de despiste, el talento salió de la chistera. A chorro.
El primer gol, a los 48 minutos, fue una notable acción de Griezmann que Arda convirtió en sobresaliente con un pase de una delicadeza impropia de un tipo con esa barba. Pero así es él, un artista impredecible. Koke, agradecido, remató a la red con una sutileza a la altura. Se juntaron tres grandes futbolistas y llegó un gran gol. Qué sencillo es el fútbol. Por suerte.
A partir del 1-0, el Malmoe se derritió a la velocidad de un hielo en un vaso de tubo y, tras una viso de Mario, Mandzukic y Griezmann lograron en dos minutos lo que les estaba costando una duda: marcar. Primero lo hizo el croata, que recordó que no está prohibido correr dentro del área y se anticipó al inocente central para empujar un buen pase de Koke. Nada más sacar de centro, Griezmann realizó una buena jugada individual y, tras un recorte, tuvo la suerte que le había faltado antes y su remate entró en globo tras pegar en el portero.
Era el minuto 63 y el resto fue un festival contra un enemigo entregado. Para no arrebatar sus sustento a los que consideran que Atleti y balón parado son la misma cosa, Godín cabeceó un córner de Koke para el 4-0 y Cerci cerró la cuenta tras recoger el rechace de su propio disparo en el poste. De un plumazo, las dudas eran risas. El jarabe era el Malmoe.