A un año de las elecciones presidenciales, no se perciben candidaturas claras en Argentina

Buenos Aires, EFE
Cuando resta un año para las elecciones presidenciales en Argentina, la presidenta Cristina Fernández, que no podrá optar a un tercer mandato, no ha dado pistas sobre a quién ungirá como su candidato a sucederle, mientras en la oposición no está dicha la última palabra en materia de alianzas.
Según un sondeo privado difundido la semana pasada, siete de cada diez argentinos afirman que en los comicios presidenciales convocados para el 25 de octubre de 2015 se decantarán por un candidato que represente un “cambio” de rumbo o, al menos, “más cambio que continuidad”.


De acuerdo a la encuesta realizada por Isonomías Consultores, para los votantes que optarán por el cambio la opción que lidera las preferencias es el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, líder de la conservadora Propuesta Republicana (Pro), pero con un apoyo que llega al 32 %, es decir, sin sobresalir claramente.

De hecho, el segundo en preferencia, según este sondeo, es el diputado Sergio Massa, líder del Frente Renovador (peronismo disidente) y quien fuera jefe de Gabinete de Cristina Fernández, apenas cuatro puntos por debajo de Macri, con un 28 %.

En el resto de las opciones opositoras la dispersión del apoyo potencial es mayor puesto que no hay candidaturas tan claras como las de Macri y Massa.

Ningún opositor parece sobresalir. Nadie ha sido capaz hasta ahora de capitalizar la pérdida de apoyo popular a Fernández, que en 2011 accedió a un segundo mandato con un contundente 54 % de los votos.
“El oficialismo conserva una capacidad de fijar agenda muy importante y la oposición no encuentra mecanismos para frenar la avanzada oficialista”

“El oficialismo conserva una capacidad de fijar agenda muy importante y la oposición no encuentra mecanismos para frenar la avanzada oficialista”, dijo a Efe el analista Jorge Arias, de la consultora Polilat.

En el opositor Frente Amplio Unen, una coalición que reúne a radicales, socialistas y pequeños partidos de centroizquierda, hay al menos media decena de líderes con pretensiones presidencialistas y el candidato único no se definirá hasta las primarias del 9 de agosto de 2015.

La indefinición en Unen y la competencia abierta entre sus líderes amenazan muchas veces con hacer estallar la coalición, con constantes coqueteos de sus dirigentes de dar finalmente su apoyo a Massa o a Macri.

“Es una alianza frágil, incluso al interior de los propios partidos, con estructuras destruidas desde la crisis de 2001, que no son un contenedor de aspiraciones”, apuntó Arias.

En el oficialismo tampoco hay demasiadas definiciones.

Fernández, que resignó hace tiempo el sueño de una reforma constitucional que le permitiera competir por un tercer mandato, no está sin embargo dispuesta a licuar su poder.

“Ella no está dispuesta a delegar parte de su poder anticipadamente, ni siquiera en un benjamín del oficialismo. Esto alienta una fragmentación: muchos candidatos implica no tener un candidato”, considera Arias.

Así, Fernández da espacio para que se exhiban sus hombres con aspiraciones presidencialistas, pero sin dar apoyo abierto a uno u a otro: los ministros del Interior, Florencio Randazzo, y de Defensa, Agustín Rossi; el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri; y el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.

Pero para los analistas quien corre con ventaja para finalmente ser el “elegido” de Cristina es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el excampeón de motonáutica Daniel Scioli, un peronista que ha tenido varias idas y vueltas en su relación con el kirchnerismo desde que ocupó la Vicepresidencia durante el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007).

Scioli no es un “K puro”, pero es quien más caudal de votos podría reunir para el oficialismo y tal vez ganarse una llave para una ronda electoral.

Para Pablo Knopoff, director de Asesoramiento Político Estratégico Integral de Isonomia Consultores, Fernández tiene la posibilidad de arrastrar casi un tercio de los votos en 2015, “tomar decisiones que tengan impacto real e inmediato en gran parte de la población, impulsar acciones que aumenten el peso de los presidenciables o brindarles espacios en una importante cantidad de medios masivos”.

Según el analista, esto no es suficiente para que la presidenta pueda continuar su ciclo político ni garantizar la designación de un candidato propio en la Casa Rosada.

“No obstante, tiene la capacidad indudable de condicionar fuertemente los resultados del año entrante, determinar las condiciones del país que entregará a su sucesor y ser un actor político que, ante la ausencia de liderazgos contundentes, termine su ciclo siendo el actor central de la política argentina”, afirmó Knopoff en un reciente informe.

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