Volvió el Cholo, volvió el Atleti
Con Simeone de regreso en el banquillo, el equipo rojiblanco recuperó el aire de campeón. Marcaron Koke, Saúl, Raúl García y Raúl Jiménez. El Sevilla fue muy poca cosa.
Madrid, As
Volvió el Cholo, volvió el campeón. Cuesta creer que sea casualidad. Desaparecieron las lagunas de intensidad, los ratos de desconcierto, los despistes defensivos. Con la imponente presencia de Simeone desgañitándose en la banda, el Atleti arrolló de principio a fin a un Sevilla que llegaba con merecido cartel de enemigo poderoso, pero se deshizo como un azucarillo con un planteamiento inicial de Emery tan timorato que convirtió a sus lobos en corderos. Y, claro, fueron devorados.
Sorprendieron ambos técnicos con sus onces. Simeone recompensó a Saúl con la titularidad tras su estupenda aparición en Almería y le colocó como guardaespaldas del enmascarado Mandzukic. El canterano, que está derribando la puerta como un tornado, respondió a las mil maravillas. Mientras, Emery se sacaba de la manga un 4-1-4-1 con un central como Carriço en el medio y Aleix Vidal y Vitolo mucho más pendientes de perseguir que de escaparse. El experimento le explotaría en las manos.
El Atleti, con Gabi, que es su termómetro, al fin al nivelazo del curso pasado, fue encerrando progresivamente al Sevilla en el área de Beto. Emery ha construido un notable equipo a imagen y semejanza de los rojiblancos, pero pareció sentir el típico complejo del hermano menor cuando juega contra el mayor. No hubo comparación ni en intensidad ni a balón parado y hasta su defensa, impecable hasta el momento, se diluyó. El 1-0 cayó por su propio peso a los 19 minutos, cuando un derechazo de Koke desde la esquina del área se envenenó al tocar en Pareja y voló a la escuadra.
El gol no cambió nada. El Sevilla era más peligroso para la salud (pisotón tremendo de Kolo a Gabi y Pareja buscando la maltrecha nariz de Mandzukic) que para Moyá. El Atleti seguía a lo suyo, con un Juanfran pletórico. Beto se lució en un cabezazo de Gabi y Ansaldi disparo fuera por poco, antes de que el 2-0 llegase en una obra de arte (o de ingeniería) salida del laboratorio mágico de los doctores Simeone y Burgos. Gabi saca una falta hacia la línea de fondo; Miranda amaga con ir, pero se queda esperando el cabezazo atrás de Arda y, de primeras, la pone al segundo palo como si en vez de central fuera un fino interior. Allí aparece Saúl para remachar con la cabeza. Golazo.
En el descanso, Emery intentó arreglar el desaguisado y dio entrada a Denis Suárez y Banega por Kolo y Vitolo. Mejoró el Sevilla, pero poco y tarde. Tras una tangana motivada por la decisión de Emery de no devolver un balón que el rival había tirado fuera para atender a un lesionado y la fea falta de Koke como respuesta, Mbia pudo resucitar a su equipo, pero cabeceó fuera. La entrada de Griezmann y unos minutos de iluminación de Arda, acabaron con el amago de reacción.
Beto, de largo el mejor sevillista, se lució dos veces en un minuto en un cabezazo de Mandzukic y una volea de Arda. Al rato, Raúl García, que sustituyó al tocado Gabi, empezó a regatear gente poseído por el espíritu de Futre y Griezmann no encontró la parte adecuada con la que embocar su centro a media altura. Pero la sentencia llegaría gracias al protagonista que más lo necesitaba: Raúl Jiménez.
El mexicano entró al campo en medio del murmullo y salió, al fin, aplaudido. En el 82’, un buen pase suyo originó el alucinante (por evidente) penalti de Diogo a Griezmann que marcó Raúl García y en el último minuto, cabeceó en plancha una falta lateral de Koke (noveno gol a balón parado en Liga). Lo celebró como loco. A Simeone, como a Hannibal Smith, le encanta que los planes salgan bien. Y se pasa el día encantado.
Madrid, As
Volvió el Cholo, volvió el campeón. Cuesta creer que sea casualidad. Desaparecieron las lagunas de intensidad, los ratos de desconcierto, los despistes defensivos. Con la imponente presencia de Simeone desgañitándose en la banda, el Atleti arrolló de principio a fin a un Sevilla que llegaba con merecido cartel de enemigo poderoso, pero se deshizo como un azucarillo con un planteamiento inicial de Emery tan timorato que convirtió a sus lobos en corderos. Y, claro, fueron devorados.
Sorprendieron ambos técnicos con sus onces. Simeone recompensó a Saúl con la titularidad tras su estupenda aparición en Almería y le colocó como guardaespaldas del enmascarado Mandzukic. El canterano, que está derribando la puerta como un tornado, respondió a las mil maravillas. Mientras, Emery se sacaba de la manga un 4-1-4-1 con un central como Carriço en el medio y Aleix Vidal y Vitolo mucho más pendientes de perseguir que de escaparse. El experimento le explotaría en las manos.
El Atleti, con Gabi, que es su termómetro, al fin al nivelazo del curso pasado, fue encerrando progresivamente al Sevilla en el área de Beto. Emery ha construido un notable equipo a imagen y semejanza de los rojiblancos, pero pareció sentir el típico complejo del hermano menor cuando juega contra el mayor. No hubo comparación ni en intensidad ni a balón parado y hasta su defensa, impecable hasta el momento, se diluyó. El 1-0 cayó por su propio peso a los 19 minutos, cuando un derechazo de Koke desde la esquina del área se envenenó al tocar en Pareja y voló a la escuadra.
El gol no cambió nada. El Sevilla era más peligroso para la salud (pisotón tremendo de Kolo a Gabi y Pareja buscando la maltrecha nariz de Mandzukic) que para Moyá. El Atleti seguía a lo suyo, con un Juanfran pletórico. Beto se lució en un cabezazo de Gabi y Ansaldi disparo fuera por poco, antes de que el 2-0 llegase en una obra de arte (o de ingeniería) salida del laboratorio mágico de los doctores Simeone y Burgos. Gabi saca una falta hacia la línea de fondo; Miranda amaga con ir, pero se queda esperando el cabezazo atrás de Arda y, de primeras, la pone al segundo palo como si en vez de central fuera un fino interior. Allí aparece Saúl para remachar con la cabeza. Golazo.
En el descanso, Emery intentó arreglar el desaguisado y dio entrada a Denis Suárez y Banega por Kolo y Vitolo. Mejoró el Sevilla, pero poco y tarde. Tras una tangana motivada por la decisión de Emery de no devolver un balón que el rival había tirado fuera para atender a un lesionado y la fea falta de Koke como respuesta, Mbia pudo resucitar a su equipo, pero cabeceó fuera. La entrada de Griezmann y unos minutos de iluminación de Arda, acabaron con el amago de reacción.
Beto, de largo el mejor sevillista, se lució dos veces en un minuto en un cabezazo de Mandzukic y una volea de Arda. Al rato, Raúl García, que sustituyó al tocado Gabi, empezó a regatear gente poseído por el espíritu de Futre y Griezmann no encontró la parte adecuada con la que embocar su centro a media altura. Pero la sentencia llegaría gracias al protagonista que más lo necesitaba: Raúl Jiménez.
El mexicano entró al campo en medio del murmullo y salió, al fin, aplaudido. En el 82’, un buen pase suyo originó el alucinante (por evidente) penalti de Diogo a Griezmann que marcó Raúl García y en el último minuto, cabeceó en plancha una falta lateral de Koke (noveno gol a balón parado en Liga). Lo celebró como loco. A Simeone, como a Hannibal Smith, le encanta que los planes salgan bien. Y se pasa el día encantado.